El Capitán Jack Sparrow va tras un misterioso y gran tesoro que está lleno de secretos, misterios y leyendas. Se dice que, todos aquellos que fueron en su búsqueda, jamás volvieron. La única pista que el pirata tiene es Anastasia, una joven que casi...
Charles Vane miraba fúrico como el Perla Negra se alejaba a la distancia.
El Capitán Jack Sparrow le había abandonado a él y a los sobrevivientes al atraco, en un pequeño y solitario islote en medio del océano, después de alardear ser "benevolente" y perdonarles la vida. Los obligó a saltar al mar, cerca de la isla, sin ningún arma y sin ninguna posibilidad de sobrevivir al calor, la sed, el hambre y la locura.
En su retorcida mente, no comprendía aún las razones por las cuales Sparrow había rescatado a aquella insignificante muchacha. Y a su vez, tampoco le importaba realmente saberlo. Solo deseaba salir de ahí y vengarse por la humillación que le había hecho pasar y por hundir su preciado barco. Y en silencio, en medio de la nada, bajo la luna llena juró por los dioses del océano no descansar hasta matarlo y cobrar venganza.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Muy lejos de ahí, Tobey Read y la tripulación del Perla, realizaban otro funeral para los compañeros caídos en la pasada batalla. Si bien, habían ganado, pero eso no significó que tendrían saldo blanco.
Habían envuelto a sus muertos en mantas. Pronunciaron algunas palabras en su honor y cantaron canciones para conmemorarlos mientras eran entregados al mar.
En consolidación con ellos, su Capitán los había dejado descansar para que pudieran llevar su duelo en paz. Entonces los piratas se reunieron, bebieron, siguieron cantando y recordaron a sus amigos.
Pero Tobey no estaba conforme. No le parecía que algunos hubieran muerto por la codicia de un hombre. No creía justo que mientras Sparrow estuviera cómodo en su camarote privado, otros yacieran en el fondo del abismo.
Read acompañó a sus camaradas, viendo sus caras ebrias y tristes, y brindando por los que ya no estaban. Entonces pensó que sí él fuera el capitán de un navío como el Perla Negra, nunca habría momentos como ese, donde todos sufrieran por la pérdida de alguien.
En el interior del camarote, Jack Sparrow y Joshamee Gibbs miraban a la joven recién rescatada aún inconsciente sobre la cama. Tenía la cara golpeada y con algunos rasguños, su ropa estaba hecha jirones y con signos de aparente abuso sexual.
El Capitán y su segundo de abordo habían hecho el intento de tratar las heridas superficiales de la mujer con las pocas cosas que poseían en la nave, y esperaban a que despertara pronto.
–Aunque seamos piratas –dijo Gibbs –, y llevemos la vida que llevamos, nunca terminaré de acostumbrarme a ver cosas tan atroces como la que le hicieron a esta pobre muchacha.
–Puede que nosotros seamos unos bárbaros, pero solo lo somos con quienes lo merecen. –respondió Jack y su amigo asintió.
–Te llamó por tu nombre. –mencionó el hombre de canas. Claramente había escuchado a la señorita Randall pronunciar el nombre de Jack, antes de perder la conciencia.
–¡Mmmmh! –Jack se mordía las uñas en señal de ansiedad.
–Quiere decir que te conoce.
–No me sorprende. Soy un pirata famoso. –presumió.