20) Su presa

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— Deberías ducharte. Te dejaré ropa.

Llegamos a su apartamento un poco antes de las nueve. Me deshice de la ropa sobrante y empapada, dejándola junto a la suya en un rincón del cuarto de baño mientras cumplíamos esa idea de ducharnos, con la intención de contrastar el cambio de temperatura, además, tanto él como yo teníamos el pelo apelmazado y sucio por la nieve, así que sí, la idea de la ducha era bienvenida.

 ¿Yo primero? — cuestioné haciendo una coleta con mi pelo, no tenía intención de atarlo con una goma, solo no quería gotear el suelo.

— Si quieres voy contigo — bromeó.

— Muy gracioso — giré sobre mis talones y caminé hasta el baño. 

Maté el tiempo tratando de cepillar y desenredar mi cabello hasta que trajo lo que había prometido.

Me proporcionó una toalla, una camiseta negra que, a simple vista, sabía que me iba a quedar enorme y los pantalones grises de chándal de la última vez. Dejé las cosas sobre el lavabo y fui a la habitación para coger ropa interior de mi bolsa. Lo cierto fue que tardé más en preparar todo que en ducharme. 

Jeon había hecho la cena mientras me aseaba y, en cuanto salí y dejé libre el baño, me indicó que comiese sin él. No me opuse porque tenía hambre en realidad, lo que no había previsto fue que yo me demorase más en esa labor que él en la suya. La imagen que me dio de su pelo mojado y su camiseta negra básica, igualita a la que yo poseía, pegada a su cuerpo, casi me hacen escupir lo último que me quedaba en la boca. No sé qué fue lo que me pasó si ya lo había visto así una vez antes. Creo que es el influjo de la noche.

Mis facciones se endurecieron en una mueca seria, no precisamente por enfado, obligándome a comer, callar y desviar la mirada porque, si seguía viéndolo, me iba a provocar un paro de miocardio. No obstante, por cosas de la vida, puede que algo o alguien, si existe, allí arriba podría ser uno de mis primeros candidatos a nombrar culpable; su cuerpo se posicionó detrás de mí, haciendo que me tensara ante un gesto que no tenía maldad alguna.

Shiyi... Solo está intentando alcanzar los palillos del cajón, respira, cálmate...

Benditos sean sus brazos.

Apreté mi quijada y bajé la mirada al plato vacío. Estaba pareciendo una estúpida al estar sentada sin nada más que hacer, y una ridícula hormonal al ver su brazo tatuado. ¿Por qué tal arte debería ser juzgado? Quiero decir, no es porque tales dibujos los esté portando y modelando Jeon Jungkook, uno de los hombres más atractivos que he visto en mi vida, sino porque, de por sí, era una forma de expresarse creativa y original.

No aguanto más aquí. Me está entrando calor.

Recogí mi desorden y regresé al baño con la intención de lavarme los dientes y darle un último cepillado a mi pelo para no levantarme como si hubiese metido los dedos en un enchufe. Jeon no tardó mucho en aparecer por el marco de la puerta, pensé que con la misma idea que yo pero solo se quedó ahí mirándome, haciendo que mi pulso se transformara en un completo caos.

— Estás muy callada. ¿Sucede algo? — lo miré a través del cristal porque me parecía menos peligroso que verle directamente a la cara.

— No me pasa nada. Estoy bien — subí las comisuras de mis labios unos segundos y volví a pasar el cepillo por mi pelo.

— Es porque tendrás que regresar a casa pronto, ¿no? — lo añadiré a la lista de preocupaciones.

— Ahora sí — se lo eché en cara, haciendo que se riera y se acercara a mí.

𝘐 𝘉𝘦𝘨 𝘠𝘰𝘶 𝘚𝘪𝘯𝘨  +¹⁸   «𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora