19) Campo de guerra

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No habrían pasado más de veinte minutos desde que me desperté con un dolor de cuello considerablemente molesto pero no me iba a quejar, al fin y al cabo fui yo la que se quedó dormida en el pecho de Jungkook después de que él decidiese que, jugar con mi pelo, era un buen pasatiempo. Respecto al susodicho, parece estar agotado y no le voy a impedir que continúe con sus sueños por el momento. Podía verle tirado en el sofá desde mi posición y, aseguro que, es la imagen más preciosa de todas las que tengo constancia en la mente.

En mis manos tenía el teléfono encendido sin ninguna razón; solo quería ver la hora, sin embargo, después de comprobar los mensajes de mi padre recién entrantes, me obligué a abandonar a Jeon mental y visualmente para poder contestar con coherencia. Esta había sido mi tercera noche fuera de casa y puedo afirmar, sin miedo, que nunca lo había estado, sin mis padres obviamente, por tanto tiempo. Por esta evidente razón estaba siendo interrogada por mi progenitor.

Nada peligroso, solamente saber qué tal estaba y poco más, añadiendo el dato de que quería avisarme sobre su salida de la ciudad, en cuanto las carreteras sean seguras, por algunos asuntos, lo que me deja la responsabilidad de volver sola a casa cuando sea posible, lo cuál ya llevaba días barajando porque no sería lógico decirle que no me recoja en casa de los Hyun cuando, precisamente, él, junto a mi madre, piensan que he estado ahí todo el tiempo.

Noto entonces, luego de apagar el teléfono y abandonarlo sobre la encimera, la pequeña botella de agua que dejé olvidada en la mesa del salón ayer. La cojo con cuidado de no despertar a Jungkook y regreso a la cocina para guardarla en el frigorífico pero, tan pronto como abro la puerta de este, noto unas manos rodear mi cintura y unos labios posarse en mi mejilla cuando giro la cabeza para corroborar, de forma tonta, ya que no hay nadie más aquí, que es él.

— Buenos días, ¿te he despertado? — susurro tranquila, a lo que niega con la cabeza.

— Ya estaba despierto — le devuelvo el gesto y me suelta para alcanzar todo lo necesario para el desayuno.

Sobre lo de anoche... ¿Habíamos llegado a algo más que una simple sesión de besos? La respuesta es no.

Mis intenciones nunca fueron llevar eso a algo más íntimo y, por lo que pude notar, las suyas tampoco lo fueron. Ahora sí, me cuestionaba como iba a ser nuestra relación a partir de ahora. No hay una etiqueta definida que nos diga como actuar porque Jeon y yo no hablamos sobre nada del tema antes de caer en los brazos de Morfeo, no obstante, su gesto cariñoso me indica que soy libre de expresarme del mismo modo.

Lo ayudo a preparar el desayuno mientras que echo vistazos rápidos a la ventana. Sinceramente, no quiero que la nieve desaparezca nunca a pesar de que lo acabará haciendo, y eso ya es un acontecimiento actual. Puedo ver a valientes enfrentarse a los centímetros que cubren las calles para desenterrar o, simplemente, limpiar sus moradas.

— ¿En qué piensas? — su voz aterciopelada me saca de mi mundo.

— En que voy a echar de menos la nieve — respondo.

— Si quieres, podemos salir a disfrutarla antes de que se derrita o acaben con ella —asiento emocionada por esa idea—. Avisaré a Jimin también si no te importa.

Por supuesto que no me importaba, es mi mejor amigo, además de que puede que sea al que más he extrañado estos días.

— Claro.

Sonriente, alcanza su teléfono para no hacer demorar más esa idea y contactar a Park, a la vez que se lleva la cuchara a la boca disfrutando de sus cereales.

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𝘐 𝘉𝘦𝘨 𝘠𝘰𝘶 𝘚𝘪𝘯𝘨  +¹⁸   «𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora