24) Él es mi lugar

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No podía dejar de mirar sus manos cada vez que se las llevaba a la cabeza para apartar sus mechones oscuros de sus ojos o señalaba algún punto en la calle, ya no por el hecho de sus tatuajes, eso ya lo tenía muy sintetizado, esta vez era porque veía sus nudillos rojos, el mismo tono de rojo que su nariz, producto del frío que hacía en las calles. Jungkook insistía en que estaba bien, que su bomber oversize y su sudadera negra eran suficientes, mientras que yo llevaba mínimo tres capas y, con todo y con eso, no conseguía evadirme del todo de la temperatura.

Lo miré con aflicción, tratando de hacerse el duro frente a mí aún si notaba como temblaba.

— ¿Me das la mano? — escuché.

— No —traté de gastarle una pequeña broma pero las comisuras de mis labios me delataron cuando utilizó sus ojitos apenados—. Tengo una idea mejor — lo detuve y tiré de él hacia un lado de la acera, donde no obstruíamos el paso. Tomé sus muñecas e introduje sus manos en sus bolsillos.

— Pero Shiyi... — rechisté, haciendo que se callara.

— Aunque lo niegues, sé que tienes frío —hice que girara un poco para incorporarnos al bullicio—. Me agarraré a tu brazo.

A diferencia de las suyas, mis manos estaban cubiertas por unos guantes de piel negros hechos a medida que conservo desde hace unos años. Cuando se trata de frío siempre voy bien preparada.

— Parecemos unos abuelos — se burló.

— Bueno, yo lo veo más cómodo —miré al suelo, a mis pies concretamente, posicionando uno delante del otro acompañados por el sonido de mis botas de tacón grueso—, y elegante.

Me miró de arriba a abajo.

— Si, eso es algo que te define.

Sin lugar a dudas. Vernos a Jeon y a mí juntos es como un cuadro partido por la mitad, donde la parte izquierda está pintada de colores pasteles y cálidos, y la parte derecha es completamente oscura. No pegamos pero congeniamos bien. Somos tan opuestos, que el propio dicho tan famoso: "los opuestos se atraen", se ceba con nosotros.

Dirigió mis pasos de forma firme, imponente con sus botas de suela exagerada, hasta el centro de Itaewon, lugar propio de muchísimos comercios y diverso arte. Una buena combinación para distraernos a ambos. La forma en la que su mirada brillaba cada vez que pasábamos por delante de cualquier tipo de artista era única, siendo no solamente yo la que se daba cuenta, sino también otros a nuestro alrededor; él no debía percatarse pero no era la primera vez que conseguía girar cabezas y provocar cuchicheos por donde pisaba. Era entendible, ya que no creo que haya persona más singular que él.

— Oh, mira —me empujó hacia la derecha, llevándome hasta un cúmulo de gente que hacía un corro, y no supe si fue por amabilidad u otra razón, pero dos de las personas que estaban en primera fila se apartaron para dejarnos una buena vista—. Que bonita.

¿Su sonrisa? Desde luego que sí.

En el medio de toda esa gente se encontraba una señora, tocando una pieza que pude reconocer y calificar con el adjetivo de antigua con su violín. La funda de su instrumento estaba abierta en el suelo, dejando ver todo el metálico que había conseguido recaudar a lo largo del día.

El comentario de Jungkook era sincero y absolutamente verdad, es muy bonita la melodía. Es maravilloso verle disfrutar tanto de estas pequeñas cosas, de paso, dejándome a mí disfrutar de él, de sus expresiones y la disposición relajada y confortable de su cuerpo, guiado de frente en su totalidad hacia la adulta, demostrando su interés.

Solté su brazo para cruzar los mios, siendo eso lo que consiguió sacarle de su disfrute. Me agarró por el hombro y me colocó de espaldas a él, abrazándome por el pecho y pegándome a su cuerpo. Admito que me pilló por sorpresa y mis ojos se abrieron en demasía, pero no me desagradó. También escuché como tarareaba la melodía con su garganta y no resistí las ganas de levantar la cabeza para ver su cara, llamé su atención y me sonrió.

𝘐 𝘉𝘦𝘨 𝘠𝘰𝘶 𝘚𝘪𝘯𝘨  +¹⁸   «𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora