36) Jenjibre, miel y limón

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— Señorita, deme la bolsa. Parece pesada.

Adaptándome al peso y comprobando en cuál mano podía cargarla mejor, negué:

— No, yo la llevo —sonreí pasando por delante de ella. Incluso le arrebaté otra que le complicaba seguirme el paso—. La que no debería cargar tanto peso debería ser usted — opiné.

— Son muchos años trabajando en su casa y estoy acostumbrada —cruzamos la calle y caminamos despacio, no llevábamos prisa y, además, la señora Oh tampoco podía meterse mucha con su cuerpo desganado a lo largo de los años—. He notado que últimamente está más despejada y su humor ha mejorado. Antes se pasaba todos los días estudiando.

La miré y asentí marcando mis pómulos. No quería desmentir aquello en realidad.

— Tantos años lectivos se vuelven una rutina y no negaré que eso me cansa, pero queda poco para unirme al mundo laboral y eso me da esperanzas —comenté—. Puede que sea esa la causa.

— También ayudará el tiempo libre que se toma estos días —pasa la bolsa a la otra mano libre—. No ha pasado desapercibido para el servicio.

A mi no me parecía realmente importante, sin embargo, si era cierto que salía más entre semana gracias a Jungkook. Él es un potencial ingrediente en el aumento de mi felicidad, esto hace que quiera verlo continuamente. Me hace bien; me siento bien con él. Tal vez no me di cuenta de que podía levantar sospechas en la casa...

— No imaginen nada raro — entre mi tono educado y dulce se esconde una advertencia.

— Por supuesto que no señorita —ríe divertida—. Solo quería decirle que no es nada malo. Está en la edad de salir y conocer gente nueva y sus padres seguro que ansían conocer algún día a quien usted escoja.

— ¿Cree que me darán ese privilegio?

Si bien estoy segura de que, por lo menos, mi madre no me obligará a casarme por compromiso o el qué dirán, a veces no puedo evitar pensar en sí serían capaces de someterme a ello. Sé que papá ficha e investiga a los hijos de sus conocidos más cercanos, como pasó con el hijo mayor de los Park, y el que pasa sus estándares es afortunado de conocerme, sin embargo, muy lejos de producirse los planes indirectos que trama, yo solo aumento mis amistades.

— Claro que sí. Sus padres son buenas personas y estoy segura de que anteponen su felicidad.

La miré de reojo y sonreí, queriendo aferrarme a esa idea.

Al llegar al coche descargamos todo en el maletero menos la bolsa más pequeña. La casa proporciona uno de los coches más viejos al servicio para salir a hacer las compras y demás quehaceres relacionados. Yo, como ninguno de mis tutores legales se encuentra en casa y no tengo licencia de conducir, solicité voluntariamente acompañar a la encargada de esta semana para ayudar y, de paso, ahorrarme el bus.

No he hablado aún con Jeon, ni por mensajes ni por llamada, pero es domingo, y luego de escuchar su intento de canto, me di cuenta que su voz está sufriendo. No hace falta ser muy inteligente para saber, o por lo menos suponer, que ha vuelto a ese club nocturno. Por eso mismo quise venir. Compré jengibre, miel y limón porque, una vez más, allá voy yo a hacer, por tercera vez, de enfermera personal sin que me lo pidan.

— ¿A dónde va ahora señorita? ¿No prefiere que la acerque? — propuso dudosa antes de montarse en el coche.

— No, estoy cerca. Demoraré varias horas pero tomaré el autobús cuando vuelva — expliqué.

— Está bien. Tenga cuidado.

— Igual usted señora Oh — me despedí con la mano y esperé a que saliese del parking para ponerme en camino al apartamento de Jungkook.

𝘐 𝘉𝘦𝘨 𝘠𝘰𝘶 𝘚𝘪𝘯𝘨  +¹⁸   «𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora