2. Me robaste la mirada

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~Ruth~

Quedamos con la banda días más tarde en el estudio. Previamente, me había aprendido los nombres de los integrantes, porque aunque me encantaba su música, nunca me había parado a conocerles a ellos.

Fueron puntuales.

- ¡MORAT!! ¡Qué ilusión recibiros en nuestro estudio! ¡Adelante, por favor, bienvenidos!- les saludé con entusiasmo cuando abrí la puerta.

- Entiendo que eres Ruth- me saludó Pedro dándome la mano, su representante.

- Esa soy yo. Encantada de conocerte, Pedro ¿verdad?

Junto a Sergio, siempre sus inseparables amigos y músicos, el Cousin y Angelito. Dos grandes artistas y mejores personas. Siempre de bromas. Tras las presentaciones, los músicos se encerraron a trabajar, mientras Pedro y yo hacíamos lo nuestro. Fue fácil llegar a acuerdos beneficiosos para ambos, después nos acercamos a escuchar cómo sonaba lo que estaban haciendo. Se les oía reír desde hacía un buen rato.

- Pero bueno, ¿qué manera de trabajar es esta?- bromeé entrando por la puerta.

- Que me cambian la letra, Ruth. Diles lo que me costó componerla- me sonrió Sergio al verme.

- Realmente, queda más linda la original. Somos unos destructores de canciones- rió Isaza, la principal voz de la banda.

- Escuchen cómo nos ha quedado- pidió Villamil, la segunda voz.

Pedro se apoyó contra la pared y yo me senté en el suelo para disfrutar de la melodía. Sonaba diferente, con otros ritmos, le habían metido más instrumentos... Era una maravilla. Cerré los ojos y me dejé llevar. Cuando terminaron, sólo Pedro aplaudió. Yo todavía estaba en las nubes.

- A Ruth no le gustó- comentó Martín preocupado. Él era el baterista del grupo. Se llevaría bien con El Cousin, que era el mejor percursionista que conocía.

- Al contrario. Qué maravilla. Ha sido un acierto esta colaboración.- afirmé convencida.

- Tememos deciros que Ruth es nuestra mayor fan, pero sabemos que tiene cierta debilidad por vosotros y que tiene pendiente que le invitéis a un concierto- dijo el Cousin.

- ¡Cousin!- me quejé, avergonzada ante ese arrebato de sinceridad.

- Pero eso está hecho, mujer- me dijo Simón, el bajista y hermano de Martín- Hoy no he traído justamente...- susurró rebuscando en sus bolsillos.

- Yo sí. Tenga- me tendió una entrada Villamil y después al resto- Para finales del mes que viene, acá, en Barcelona.

- ¿En serio?? ¡Muchas gracias!! ¡Qué ilusión!!- le agradecí, dándole un abrazo.

Me encantó el aroma que desprendía, pero fue su mirada profunda y clara, cercana, la que me llamó la atención cuando nos separamos. Fue como sufrir un déjà vu. Como si me hubiese encontrado con esa mirada antes, en un tiempo que no recordaba. Pestañeé y no le quise dar más importancia. A veces pecaba de ser demasiado intensa.

- ¿Has visto? No hay como pedir. Pero no nos sustituyas- comentó Angelito.

- Nunca se sabe - bromeé, lanzándole un beso.

Tras unos momentos de bromas, Pedro puso fin a la reunión. Pero creo que todos estábamos muy a gusto juntos y ofrecimos ir a cenar fuera, a lo que accedieron. Morat llevaba varios años viviendo a caballo entre España y Colombia, sin embargo, el éxito en España había sido mayor. A pesar de intentar pasar desapercibidos, varias personas conocieron a Sergio y a los chicos y no tuve más remedio que ofrecerme de fotógrafa.

Pasamos una velada agradable y tranquila, pero seguíamos con ganas de más, así que los chicos nos invitaron a su apartamento. Estábamos entusiasmados hablando de música y más música, componiendo canciones cutres y cambiando letras.

- Tiene talento su representante- me lisonjeó Martín, cuando me prestaron un ukelele y me inventé una estrofa de bromas.

- Lo tiene todo- me piropeó también Sergio, guiñándome un ojo.

- Bueno bueno...- quise cambiar de tema- Villa ¿cómo se llama tu instrumento?.

- ¿Esto? Es un banjo. ¿Quieres probar?

- ¿Puedo?

- ¡Adelante! Tome, pruébelo.

- Suena de maravilla.

- Es mi instrumento favorito. ¡Sí que suena bien!- se acercó a mí y me dio algunas indicaciones para tocarlo para sacarle el máximo provecho al sonido.

- Lo vamos a sustituir como le siga enseñando ¿eh, perro?- nos sacó de nuestros pensamientos Isaza.

- Ni se les ocurra, ¡lo nuestro es una boyband!

- Y yo bastante tengo con lo mío- reí.

Antes de despedirnos, Villa me propuso visitarle cuando quisiera volver a tocar el banjo. Se lo agradecí con una sonrisa. No creía que me atreviese a llamarle para eso. Pasaba de molestarles ahora que debían tener tanto trabajo. No obstante, nos intercambiamos los teléfonos, como si fuese lo más natural del mundo tener a uno de los artistas más cotizados del panorama internacional de profesor de banjo.

- Ha sido un placer.

- Lo mismo podemos decir. Este es el inicio de una buena amistad- contestó Simón.

- Y quien sabe si de más colaboraciones- concluyó Sergio, mientras abrazaba a Martín.

En el camino de vuelta a casa, no dejaron de chincharme sobre mi fascinación con los chicos, aunque en el fondo, ellos saben que yo soy así. Me ilusiona casi cualquier cosa en la vida.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora