24. Soy más fuerte si estamos los dos

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~ VILLA~

A primera hora de la mañana, Pedro había acordado una reunión con Universal en la participó un artista español al que ya conocíamos, Álvaro Soler. Nos pedían que colaboraramos juntos para hacer una canción que fuera parte de la banda sonora de una película de animación. Aceptamos ilusionados por la oportunidad. El problema era que Álvaro tenía unos compromisos en Alemania y se tenía que marchar al día siguiente.

Quedamos esa misma tarde para crear el esqueleto de la canción y ya veríamos si podíamos terminarla a través de Skype o Zoom.

Nos fijamos en la relación de dos de los personajes de la pelícua, pero conforme iba saliendo la letra, tanto mis tres amigos como yo nos dábamos cuenta que yo estaba hablando de otra cosa, a pesar que no desentonaba con la temática de la canción.

"Eres parte de mí y no quiero verme sin ti
Siento, siento, siento
Que te conozco de antes, de hace tiempo
Que el destino cumplió su misión.
Y aunque quieran quitarme la voz
Yo pegaré un grito al cielo
Soy más fuerte si estamos los dos
Va a rendirse el mundo entero
Yo contigo, tú conmigo
Le daré la vuelta al cuento y aunque muera en el intento
Vamos a escribir lo mejor"

Pasamos siete horas encerrados en el estudio hasta que tuvimos la letra completa. En cuánto, Álvaro se fue, Isaza me tendió mi mochila.
- Estás peor de lo que pensaba. Vamos corriendo a hacer tu maleta. Con un poco de suerte, puedes viajar en el primer vuelo de la mañana a Granada.- señaló a Simón- Monchi, reserve una habitación de hotel para este enamorado.
- Espérense, espérense... Ni siquiera sé donde vive... Están locos... Uno no puede presentarse así...
- Yo le llamo a Sergio para enterarme de la dirección. Le puedo decir que le queremos mandar una nueva maqueta.- se apuntó Martín.
- Dele. Muy bien, Marto. Trabajo en equipo. Y usted se viene conmigo y le preparamos un discurso para que la princesa caiga rendida en sus brazos.

Isaza no me dio tiempo a rebatir. Me agarró de la mochila y me arrastró.

~ Ruth ~

Llevaba varios días enclaustrada en casa de mis padres. Ya había conseguido bloquear en los móviles las llamadas del número de David, pero no lo había conseguido con el fijo y aunque mis padres no recibían muchas llamadas, comprobé que algunas eran de mi hermano.

Tenía la excusa perfecta. Mi madre me había oído hablar con Villa la otra noche y me había frito a preguntas sobre "ese novio" que me había echado. De nada sirvió explicarle que éramos sólo amigos. A mi padre no le hizo ninguna gracia saber de su existencia, pero tampoco se lo negué a él. Me importaba un bledo su opinión. Pero en fin, se suponía que cada vez que llamaba David, en realidad, era Villa.

Esa tarde, me había quedado sola en la sala de estar, organizando algún tema de trabajo que se me había quedado pendiente. Mi madre había salido a comprar y mi padre estaba descansando porque por la mañana había venido el terapeuta ocupacional y terminaba muy cansado. De repente, llamaron al timbre y fui a abrir. Un escalofrío me recorrió la espalda. David.
- ¿Qué haces tú aquí?- le espeté.
- Son tanto tus padres como los míos. ¿No puedo venir a verlos?- me soltó con una sonrisa sarcástica.
Cerré la puerta por fuera y me guardé la llave.
- Ni se te ocurra acercarte a esta casa. Largo.- le encaré- Ya les has causado suficiente dolor.
- Ay hermanita. No vas a impedir que hable con nuestra madre. Necesito dinero y si no me lo das tú, ella no tendrá problema.
- Sabes que andan justos. No voy a permitir que te salgas con la tuya, sólo porque necesitas drogarte.
- Abre la puerta, Ruth.

Se aproximó más a mí y sacó la navaja.
- ¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a matar? Adelante. Si acabas en la cárcel, no habrá sido en vano- me mofé, aunque me temblaba todo el cuerpo.
- ¿Y convertirte en mártir? Ya te tienen por santa. Ruth, la intachable, la estudiosa y organizada. Mamá siempre te tenía en la boca.
- ¿En serio?- aquello me pillaba por sorpresa.
- Déjame pasar y nadie saldrá herido...
- ¡No!

En un movimiento rápido, David me agarró del cuello y me sostuvo contra la pared. No podía respirar. ¿Iba a morir a manos de mi propio hermano? Pensé en Villa, en Sergio, en María, Isaza, El Cousin y Angelito y en todas las personas importantes en mi vida...

- ¡Eh! ¡Suéltela!- oí una voz, comenzaba a ver como en nublado.

De pronto, la presión sobre mi cuello se aflojó. Creo que David dio un puñetazo a alguien que cayó al suelo. Una vecina del rellano gritó que había llamado a la policía. Y David huyó escaleras abajo.

- Ruth... Ruth, ¿estás bien?

El rostro de Villamil apareció ante mis ojos como una bendición. Se había afeitado y tenía un corte en el labio, seguramente causado por uno de los anillos que llevaba David.

- ¿Qué haces aquí?- acerté a preguntar aún confundida.

La vecina salió en bata a preguntarme cómo estaba y en ese momentó llegó la policía y nos tomó declaración. Nos dijeron que si queríamos denunciar, tendríamos que ir a Comisaría y quedamos en ir más tarde.

Cuando el ambiente se calmó, invité a Villa a pasar al piso y fui a ver a mi padre. Ante el jaleo, se había puesto nervioso y se había caído de la cama. Había conseguido arrastrarse hasta la puerta del cuarto.
- ¡Villa! ¡Voy a necesitar tu ayuda!- le llamè, preguntándome como lo haría mi madre cuando estaban a solas.

Villa corrió a la habitación y tras una primera ojeada de composición de lugar, entendió la situación y me ayudó a acostar de nuevo a mi padre.
- De esto, nada a mi madre- le aleccioné- No ha pasado nada, así que qué no me entere que le has dicho algo.- él se quejó, emitiendo un gruñido y pidiendo explicaciones. No podía hablar, pero de manera sobrenatural, mi madre le entendía todo- Si le dices algo, pierdes a tu hija para siempre- amenacé. Luego me dirigí a Villa, cambiando el tono de voz- Ven, Villa, vamos a desinfectar esa herida. Igual hay que dar puntos...
- No creo que sea tan grave... - y volviéndose a mi padre antes de abandonar la estancia le dijo- Un placer, señor. Encantado de conocerle.

No pude evitar echarme a reír por el pasillo de camino al baño. Era tan formal y educado...

Le ordené que se sentara en la taza del inodoro y empapé una gasa en agua tibia para limpiarle la herida. Después, con agua oxigenada. Se apartó a su contacto.
- No duele ¿no?
- En realidad no. Sólo fue la impresión.
- ¿Te ha dado en algún sitio más?
- Creo que mañana me saldrá un gran morado en el cachete.
- Te voy a traer hielo.
- No. No, Ruth, no hace falta. Estoy bien. ¿Cómo estás tú? ¿Quién era ese tipo?

Me apoyé en la pared y me dejé caer hasta que mis mejillas tocaron mis rodillas flexionadas.
- Ruth...- se agachó hasta ponerse a mi altura y tomó uno de mis brazos bajo el que refugiaba mi rostro- Casi te asfixia- suavemente, me retiró el pelo que ocultaba mi cuello, todavía con la huella de los dedos de David.

- Era mi hermano- sollocé- Ese hombre era mi hermano. Y tú me has salvado la vida.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora