55. Prefiero ser un caballero

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~ VILLA ~

No sabía cuánto tiempo iba a poder resistir sin confesarle lo que sentía o se me saliera todo en un beso. No quería comportarme como un patán. Ella era tan tierna, que lo único que quería era estrecharla entre mis brazos y no dejarla ir.

Le pusimos ganas al juego, pero finalmente otros equipos fueron más rápidos y se ganaron las entradas. Sin embargo, quedaba un premio de consolación a través de un sorteo y nos sentamos en las sillas alrededor del escenario, esperando oír alguno de nuestros nombres. El juego nos había activado la vigilia, pero en unos minutos, vi que Ruth cabeceaba y acabó apoyándose en mi hombro hasta quedarse dormida tan profundamente, que ni la música que daba por finalizada la actividad (sin premio para nosotros, por cierto), la despertó.
- Habrá que despertarla- susurró Isaza.
- Nada de eso- farfullé, cogiéndola en brazos.
- ¿Piensa llevarla a la habitación? No me parece lo más apropiado que ustedes dos duerman juntos- Isaza me miraba con el ceño fruncido.
- No va a dormir en mi cama, sino en la suya. Le toca dormir en el suelo.- repuse socarrón, poniéndome en camino.

Mejor que durmiera en el hotel a que tuviera un accidente conduciendo tan cansada. Ese había sido mi plan desde el principio: permanecer junto a ella el mayor tiempo posible.

En la habitación, la acosté en mi cama,-evidentemente- la descalcé y la tapé. Ella se removió en la cama y sonrió.

- ¿Y usted?- me preguntó mi amigo.
- Páseme esos cojines. Me quedaré en el suelo.

Vi pasar todas las horas de la noche. Eran las cuatro de la mañana, cuando oí su voz en un susurro.
- ¿Villa?
- Estoy acá- me incorporé.
- ¿Qué hora es?
- Las cuatro.
- Me quedé dormida... Lo siento...
- Estabas cansada. Es normal.
- ¿Me avisarás a las siete?
- Pongo la alarma en el celular.
- Y vente a la cama. Ven. Cabemos los dos.
- No te preocupes. Estoy bien.- mentí.
- Es que tengo frío- mintió entonces ella, pero logró que el corazón me diera un vuelco.- Vale. No es verdad. Pero ven... No me hagas sentir culpable. Por fi...- se incorporo y abrió la cama para que me metiera dentro.

Me levanté sin decir palabra y obedecí. Sin previo aviso, me abrazó y sentí que descansaba su cabeza sobre mi pecho.
- ¿Cuántas chicas pueden decir que han dormido sobre el pecho de Juan Pablo Villamil? Sería la envidia de muchas- bromeó.
- No te creas...- me cohibía esa actitud en ella.
- Que descanses, Juapi- dijo y me besó en la barbilla- Y gracias por todo- añadió, apretándose más contra mí.

Le acaricié el suave cabello que le caía sobre los hombros y olía a coco, hasta que por fin, me dormí plácidamente.

Cuando la alarma despertador comenzó a sonar, Ruth ya no estaba a mi lado y se oía el agua de la ducha. Por un momento, el pensamiento de asomarme por la puerta del baño cruzó mi mente como una ráfaga de aire. "Juan Pablo, contrólese".

Miré a Isaza y vi que se giraba en la cama, poniéndose la almohada por encima para no oír nada y continuar en brazos de Morfeo. Le tiré uno de los cojines por molestarlo y me froté los ojos con las manos.
- ¿Qué haces? Sigue durmiendo- me susurró Ruth saliendo del baño- He usado una de las toallas pequeñas para secarme.- avisó.
- Espérame un minuto y te invitó a desayunar.
- No. No has dormido nada.
- Pero dormir contigo me hizo descansar mejor- le coqueteé- Quiero invitarte a desayunar. Dame un segundo.- dije depositando un beso en su frente antes de pasar al aseo- Buenos días, Ruth.

El sol brillaba sobre la terraza de la cafetería y tintaba el cielo de un amanecer malva. Desayunamos y acompañé hasta su auto.
- Gracias por el desayuno. Ha sido agradable. También dormir contigo- me lanzó una sonrisa maliciosa.
- Sí, deberíamos repetirlo- le seguí la broma.
- Esta noche toca en mi casa- dijo seriamente, dejándome sin palabras- ¡Es broma, tonto! No te lo creas tanto. Yo no soy una más de tus fans.
- No juegues con mis ilusiones- me hice el humilde.

Se acercó y me besó en la mejilla.

- Os llamo para quedar esta tarde. Igual podíamos ir con Sergio, el Cousin y Angelito a tomar algo.
- Tú mandas.

Me guiñó un ojo a modo de despedida y se subió a su carro. Me quedé allá parado hasta que desapareció entre el tráfico.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora