19. Como una guitarra en la noche

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~ VILLA ~

Su abrazo me pilló de improviso, pero se lo devolví con gusto. Le ofrecí ir a tomar algo, con el argumento de que me pusiera al día del proyecto que se traía entre manos. En las cartas había sido escueta.

Aceptó con entusiasmo. Y mientras caminamos por las calles de Madrid, sin cesar de parlotear, me distraje mirándola, aprovechando que ella iba a otra cosa. La noté cambiada. Más madura. Tenía la melena castaña más larga y le caía sobre los hombros desnudos en una cascada de tirabuzones rubios. De pronto, me fijé que no todo eran tirabuzones, sino también rastas.

- ¿Qué se hizo en el cabello?- la interrumpí sin poder resistirme.
- ¿Qué tengo?- se lo tocó nerviosa y dio con las rastas- ¡Ah! ¿Te refieres a esto? Me apetecía hacérmelas. Al menos una vez en la vida.
- Es tu estilo- dije a modo de cumplido. Y era cierto.
- Sí, pero no del tuyo. Nos conocemos, Villa. Puedes decirme que no te gustan. Tú eres más de politos y camisas bien planchadas- se mofó.
- ¿Y? ¿Qué quiere decir eso?
- Que eres pijo- rió- Pero no pasa nada. Hay que asumirlo y quererte así.
- ¡Eso no es verdad!- le discutí.
- ¡Oh, claro que sí!- se rió ella.

Ella tenía razón. No me gustaban, pero en su caso, no era tan malo. Le quedaban bien. Eso o que cuando se trataba de ella, se me nublaba la visión.

- No me dijiste que ibas a venir- me dijo cuando encontramos sitio para sentarnos en una terraza.

El ambiente de Madrid por esas fechas me extasiaba. Tanta vida en la calle, buen ambiente, música y sol.

- Si no, no hubiese sido sorpresa. Pero he venido solo. En unos día llega el resto de la banda con Pedro.
- Me muero de ganas de verles. No sé si sabes, pero Isaza es mi gurú.- bromeó.
- De algo así me percaté ya. Se llevan muy bien ustedes dos. Y eso que él también estará catalogado como pijo según tú.
- No tanto.- me chinchó- Pero no te pongas celoso. A ti te queremos así.

Estuvimos vacilándonos hasta que nos trajeron las tapas que habíamos pedido. Ruth siempre tenía una respuesta a punto. Se le había agudizado el ingenio y no se podía imaginar cómo me gustaba eso.

Después, la conversación fue por otros derroteros relacionados con la música. Ella había continuado componiendo y había conocido a varias cantautoras y músicas afincadas en Madrid con la que se juntaba a crear nuevas canciones. Hablaba con pasión de esos momentos. No sólo por la música sino por el clima y la unión entre ellas.

- Es como haberme encontrado con unas hermanas que no sabía que tenía.- sonrió ante el recuerdo de sus nuevas amigas- Suelo acordarme de vosotros e imagino que os debe pasar algo parecido. El arte crea un conexión que va más allá de lo afectivo y que nos trasciende, ¿no crees?
- ¿Sabes qué creo? Que si ahora mismo nos ponemos a componer, saldrá algo muy cool. Tengo un ritmo en mi cabeza desde hace días- lo tamborileé sobre la mesa varias veces y ella lo acompañó con unas palmas y tarareando.

Nos miramos asombrados. Sonaba demasiado bien, así que decidimos continuar en el estudio. Como ya no nos quedábamos largas temporadas en Madrid, habíamos dejado el departamento y me acompañó al hotel a por el banjo.

- ¿Te regalo algo de tomar?
- Una cerveza. Gracias.

Estuvimos toda la noche escribiendo, probando sonidos, haciendo voces, creando canciones. Y recordé por qué me gustó tanto cuando la vi por primera vez aunque no supiera nada sobre ella. Era arte, música, sentimiento. Y había aprendido mucho en estos tres años sin vernos. Compartíamos una pasión y eso nos acercaba hasta límites insospechados.

Sólo el sol del amanecer nos sacó de nuestro mundo.
- Supongo que habrá que ir a descansar un par de horas- dijo ella.
- Tienes razón. Pero tendremos que volver a quedar. Hacemos un gran equipo.
- ¡Sí!! Me lo he pasado genial. Y ha sido muy bonito. Tienes un talento enorme.
- Noo, eso usted, que lo tiene escondido. Gracias por compartirlo conmigo.
- A ti- dijo, levantándose del suelo y recogiéndose el pelo- Estoy agotada. Nos vemos otro día ¿vale?- añadió, plantándome un beso en la mejilla.

Y se marchó acompañada por esa naturalidad que le caracterizaba.

Estaba deseando compartir con Isaza todo aquello.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora