49. Que esos recuerdos aparezcan

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~ Ruth ~

Los días siguientes transcurrieron entre ensayos y correos con Pedro Malaver.

Además, las chicas iban a participar en un proyecto cultural feminista para visibilizar el talento de las mujeres músicas y me habían pedido que participase. Al principio lo había rechazado, yo no era instrumentista ni cantante, no me dedicaba a ello, pero me habían convencido.
- Eres mujer y tienes talento. Cuantas más apoyemos este proyecto, mejor. Además, disfrutas de la música. Negar tu don al mundo debería considerarse pecado capital- argumentó Mar.

Así que, aparte de apoyar a las demás con diferentes instrumentos de cuerda, me habían hecho sacar todo el repertorio que mantenían en la sombra en un cajón y se volcaron ayudándome para que mis canciones quedaran mucho mejor. "Mis canciones". Era raro pensarlo. También salió la grabación que años atrás había hecho con Villa. Todas nos quedamos en silencio, escuchándola.
- Sabe lo que hace el jodío- soltó Eva. Todas la miramos atónitas- No me miréis así. Sé reconocer cuando algo está bien hecho, aunque lo haga un mindundi como ése.

Estallamos en una carcajada. Nos lo pasábamos genial juntas. Era innegable.

Por otro lado, Pedro me escribió para asegurar el concierto de mayo en la Cañada Real, pero ya que regresarían a España, querían acordar varias reuniones en el estudio por las canciones que hicimos juntos y que se habían quedado sin poder sacarlas a la luz por inconclusas y temas de derechos de autoría.
- Diles a los chicos que no les importe. Les cedo los derechos. Te mando ahora mismo el documento firmado- le escribí.
A lo que me respondió con una única palabra: "Insisten".

Pobre Pedro. Lo manejaban cómo querían. Y los chicos eran tenaces cuando algo se les metía entre ceja y ceja. Finalmente, reservamos las tres semanas previas al concierto. Una para los ensayos y las otras dos para componer sin prisa, pero sin pausa.

- ¿Cómo va la gira?- le llamé a Isaza en cuanto llegué a un acuerdo con Pedro.
- Nos pillas de turismo por Costa Rica. Mañana tenemos el concierto, así que hoy aprovechamos.- no le oía muy bien- Hace mucho aire acá ahorita. Luego te llamó desde el hotel.

Isaza me llamó temprano por vídeollamada al día siguiente. Me acababa de levantar y sólo me había dado tiempo a lavarme la cara.
- ¿La pillo bien? No te pude llamar antes. Acabamos de llegar al hotel.
- Y más vale. Aquí son las 6.30, pero ya se sabe lo difícil que es coincidir con vosotros.
- Buenas noches, Ruth!!- le robó el móvil Monchi- ¿Qué se cuenta?
- ¡Ruth! Por acá Marto- saludó Martín- Dice Jhon Mario que salude a Mar de su parte...
- ¡Lo haré!- reí.
- Nos tenemos que ir a nuestra habitación. Le mandamos un besote grande. Y nos vemos en abril- volví a ver a Simón en pantalla.
- Cuidaros mucho, chicos. Os echo de menos- les mandé besitos.
- Ya se fueron esos pesados- rió Isaza y alguien le tiró un cojín que esquivó. Podía ver por detrás a Villamil, quitándose la camiseta y sacando su bolsa de aseo de la maleta.
- Por favor, Isaza, no quiero violar la intimidad de Villa.
- Ay, discúlpeme...- rió moviéndose hacia otro lado- Perro, le estaba viendo Ruth...
Oí a Villa soltar un improperio y a Isaza reír.
- ¿Y qué cuenta?
- Que ya he quedado con Pedro lo sabes, ¿verdad?
- Sí. Ya nos informó. Y que usted quería evitar a toda costa que nos reuniéramos.
- Eso no es verdad. Era por evitaros formalismos.
- Con lo bien que la pasamos cuando nos ponemos a componer.
- Eso es cierto... Pero vais a terminar agotados.
- No se crea. Después de la gira, tenemos como diez días sin ningún compromiso. Y después del viaje a España, tenemos pensado decidir las canciones del próximo disco, fechas de lanzamiento... Que incluso estamos debatiendo si hacerlo en España o dónde.
- Ya sabéis que aquí sois bien recibidos.
- Le voy a dejar con Villa, que hablen un rato. Yo me voy a bañar. Luego la despido.
- Oye... No hace fal...- me quejé.
¿Qué podía decirle a Villa y más con este aspecto..?

- ¿Qué más, qué más?- me saludó.
- Hola Villa...- tenía el pelo mojado y adiviné que se había puesto el pijama.
- ¿Qué hace? ¿La ha despertado Isa?
- Me acababa de levantar. Siento las pintas...- reí por no llorar.
- Para nada. Está linda igual.

Tragué saliva y me miré de reojo en el espejo de mi cuarto. Menudo mentiroso.

- Eso es que me miras con bueno ojos o que tengo algún filtro puesto y no lo sabía- reí.
- Lo importante es que nos estemos viendo.
- Sí... Y en persona ¡¡en abril!!
- Aunque no quiera...- bromeó.
- Me decís eso, pero no era que no quisiera veros... Si sabéis que os quiero un montón.
- No se haga. La hemos descubierto- continuó bromeando.
- Es más... De hecho, me muero de ganas por enseñaros algunas canciones.
- ¿Suyas?
- Eso parece. Las chicas me han ayudado a terminarlas, pero... Sí. Voy a participar en un proyecto de mujeres artistas, como cantante e instrumentista, ¿quién lo iba a decir?
- Pero eso es una gran noticia, Ruth. Me alegro de que por fin seas la cara visible. Usted vale mucho. Ya era hora.
- Bueno, bueno... Sólo va a ser un pequeño recital.- le quité importancia.
- Por algo se empieza. Y el escenario es adictivo- me previno- Si lo van a grabar, mande una copia o el enlace.
- Creo que sí... Te mantendré informado.- me revolví el pelo, nerviosa- ¿Y tú cómo estás? ¿Qué tal el turismo de hoy?
- Ha sido poquita cosa, pero muy interesante. La naturaleza de por acá es espectacular, tiene unas características muy particulares... Me ha recordado a ti.
- ¿A mí? ¿Por qué? O espera... No sé si quiero saberlo- reí, nerviosa.
- Es salvaje. Y... ¿cómo describirla? Auténtica. Esa es la palabra. Como tú.
- Eso es un piropazo, teniendo en cuenta que últimamente no he estado muy fina contigo- reconocí.
- ¿De qué habla? Me encantó descubrir esa parte que mantenía enterrada.- rió- Aunque es bueno saber que has recuperado la paz y vuelves a ser tú misma.

¿Cómo podía ser tan bonito? Era tan fácil hablar con él, a pesar de todo lo que habíamos vivido, de los errores... Pero sobre todo... Recordaba todos los buenos momentos: el banjo, los días y las noches en el estudio, Granada, las cartas que aún conservaba, los días en la playa... Cada sentimiento, cada roce de la piel... Y algo no había cambiado: el vuelco del corazón cada vez que lo veía... Tan guapo, tan sencillo y atento, tan elegante, educado, inteligente y profesional, divertido y... bueno. Era un buen tío. Con un corazón que no le cabía en el pecho. En una sociedad, donde se les reconocía por talentos mucho más explícitos, me sentía afortunada por poder adentrarme en su interior y atisbar su verdadera riqueza.

De nuevo, apareció Isaza en la pantalla.
- Hasta aquí la charla de hoy ¿no? Que tendréis que descansar. Siempre es bueno veros tan bien.
- Lo mismo de usted. Un gusto escucharla- se despidió Isaza.
- No se te olvide enviarme el enlace de su concierto- me recordó Villa.
- Lo haré. Qué descanseis.
- ¡Abrazos!

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora