~ Ruth ~
Supongo que el fondo, cuando Villa y yo terminamos, lo hicimos tan bien, de mutuo acuerdo, que no viví el duelo por la ruptura. Me convencía a mí misma de que todo estaba bien, que la vida seguía y que él había formado parte de una época y que lo tenía que ver con gratitud. Es curioso como la cabeza y el pensamiento racional taponan el flujo de emociones, que tarde o temprano, acaban saliendo.
Los días posteriores a la borrachera fui una bomba emocional. De repente lloraba, de repente reía. Continuaban invitándome a fiestas y galas en las que bailaba como loca y me liaba con tíos a los que daba números de teléfono falsos para que no pudieran volver a verme.
Sergio, El Cousin y Ángel comenzaron a no dejarme sola ni un segundo por aquel comportamiento de cierto riesgo que había adoptado.
- Ruth, creo que lo mejor es que te tomes unas vacaciones. Tienes todos los calendarios montados. Vete unos días a descansar con tu madre.- me dijo Sergio una mañana en la que amanecí en su piso porque no había sido capaz de llegar al mío.
- ¿Estás loco? Estamos a mitad de año. Todavía se pueden hacer muchas cosas y pueden salir oportunidades.
- No eres imprescindible. Nos podemos apañar sin ti.
- Habla por ti. Porque los artistas noveles sí que me necesitan.- me hice la ofendida.
- No te lo tomes a mal. Sabes que creo que eres la mejor en lo tuyo. Pero ¿puedes buscar a alguien que te sustituya un tiempo? Necesitas frenar. Has vivido muchas cosas este año y me preocupas.
- Tengo quince días el mes que viene. No te preocupes por mí. Sé lo que hago.Isaza me había llamado varias veces y le contesté con evasivas. Terminaban la gira en Barcelona a finales de mes y después tenían un par de festivales por la costa mediterránea. Quedé en despedirme de ellos allí porque pasaría unos días en Granada.
~ VILLA ~
Cuando les conté a Isaza, Simón y Martín que le había dicho la verdad a Ruth, se llevaron las manos a la cabeza. Su plan al garente, para mi suerte. Se me había deshecho el nudo del estómago. Ya estaba todo claro entre nosotros. Lo más sensato era olvidarme de ella. No volvería a estar conmigo nunca y además, la maldita distancia y los viajes continuos hacía difícil cualquier posibilidad de retorno.
Isaza decía que cuando estaba con tremenda tusa, escribía las mejores canciones. Teníamos letras a medio terminar en las que había colaborado Ruth. Así que, tendría que prepararme para el momento de juntarnos a revisar.
Finalmente, terminamos la gira en el Palau Sant Jordi y volamos de nuevo hacia el sur, a Marbella, para estar en un par de festivales. Isaza nos había avisado de que en la fiesta final, tras los conciertos, había quedado con Ruth para despedirse. Estuvimos de acuerdo, aunque yo no tenía claro cómo actuar ante ella. ¿Hacerle ver que seguía enamorado serviría de algo?
Por fin, llegó el día. Estábamos agotados, pero felices. Dentro de unas horas, estaríamos volviendo a casa.
- Ruth ha venido con Mar. Están en los jardines.- nos avisó Isaza tras hablar por el celular.Nos dirigimos hacia allí. Casi no reconocí a las dos chicas que nos saludaron con una sonrisa. Las dos llevaban vestidos veraniegos ajustados en la cintura y con la espalda al descubierto. Estaban espectaculares.
- Pero míralos qué elegantes se han puesto- nos saludó Mar.
- Sí, ya ves... Consejos de nuestra representante de imagen. Me dirás cómo vamos a bailar con esto- contestó Isaza con una sonrisa, agarrando el chaleco que llevaba.
- Isaza no se atreve a replicarle- se burló Simón, el más alternativo de los cuatro.
- Oigan, les presentamos a Jhon Mario, otro guitarrista de la banda y teclista- presentó Martín que se había quedado atrás saludando a otras personas- Son Mar y Ruth, músicas con mucho talento.
- Gracias por lo que nos toca- rió Mar, plantándole dos besos a nuestro compañero de banda.Ruth la imitó. Estaba muy callada, aunque eso era fácil con Mar, que no dejaba de hablar. La miré detenidamente y cuando llegué a sus ojos, ella también me miraba. Me había pillado estudiándola y me sonreía directa. Me pareció que no era ella. Ni su sonrisa ni su mirada eran las de siempre.
- Vamos a bailar- me pidió, agarrando mi mano y antes de que le contestara me arrastró.Bailamos varias canciones seguidas. Ella no dejaba de bailar y reír. ¿Me estaría embrujando con su forma de moverse? ¿Era real? No podía creer que estuviera sucediendo. Que estuviéramos bailando así, los dos, como si nada hubiera pasado entre nosotros. Bueno, ella era la que realmente bailaba, mientras yo me dedicaba a mantener el ritmo y contemplarla. Hasta que la música cambió y sonó una canción lenta. Puso uno de sus brazos sobre su cintura y el otro en mi hombro. Y sonrió.
- Estoy agotada. ¿Me acompañas a por una copa?
- Yo también la necesito.- aprobé, exhausto.Me habían llegado rumores sobre un cambio en Ruth. En sus hábitos de ocio. Y sí, era cierto que había cambiado, pero no para mal. Se le veía con más iniciativa todavía que antes y más feliz.
- ¿Qué vas a pedir?- me preguntó en la barra.
- Un mojito.
- Dos mojitos, por favor- pidió y luego se volvió hacia mí con esa sonrisa tan peligrosa como hechicera- Gran noche ¿verdad?
- Sí. Nos hacía falta una noche de asueto para liberar tensiones.
- ¿Cómo ha ido la gira? Imagino que cansada, pero habéis conseguido sold out en todas partes.
- Una locura. Muy agradecidos, pero deseando tener unos días de descanso.
- En Bogotá.
- Sí, en casa. Cargamos pilas y continuamos con la gira por Latinoamérica.
- ¿Y Aitana?- preguntó con normalidad, pero noté que se me tensionaban los músculos del cuello y la espalda.
- ¿Qué pasó con ella?
- Perdona, no es de mi incumbencia cómo os vais a organizar para veros.
- Aitana y yo no estamos juntos- decidí aclarar- Me dio calabazas.
- Vaya... Lo siento.
- No... No fue nada...
- O sea que estás "entusado"- se giró hacia su cóctel y le dió un sorbito.
Hice un gesto, pero no contesté. "Si tú supieras..."- ¿Y usted qué? ¿Estás con alguien?- pregunté, centrando mi atención en la pista de baile. Había perdido de vista a mis compañeros, pero pronto di con Martín. Isaza y Simón estarían sentados en alguna parte...
- ¿Yo? ¡Qué va!- lanzó una risita.
- He oído cosas sobre ti...
- ¿Qué cosas?- ella me imitó, apoyando la espalda en la barra para poder mirar alrededor. Me encogí de hombros- Déjame adivinar... ¿Que me he vuelto una libertina? Una no puede tomar sus propias decisiones y pasárselo bien sin que la tachen de algo.
- No es así. No era una crítica, Ruth. Creo que las personas que te quieren, sólo velan porque estés bien.
- Lo del alcohol, lo acepto... Pero ni siquiera me emborracho en todas las ocasiones. Y ¿a ti te parece que liarme con desconocidos es algo tan preocupante? ¿O sólo lo es para una mujer?Aquellas palabras fueron un puñetazo en la boca del estómago, pero era libre de hacer lo que quisiera. Yo también había tenido mi época de un amor en cada puerto por noche. No se lo iba a reprochar a ella.
- No. Pero cuídese- acerté a decir.
- De hecho... Esta noche... Es que se les ve a todos muy paraditos... No hay ninguno que... me guste un poquito.- dijo como si pasara revista y luego me miró directamente- Excepto tú. Tú sí me gustas.