13. No sé qué ganas

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~ VILLA ~

Salí detrás de ella. No iba a tener una oportunidad igual de hablar y por fin había reunido el valor. Si ella no se hubiese comportado de ese modo extraño, evitándome, podría pensar que sencillamente se sentía a gusto conmigo, como yo me sentía con ella. Pero su conducta me llevó a entender que ella también comenzaba a enamorarse y eso le daba tremendo miedo. Porque no era lo que ella había planeado para su vida.

- ¡Quieto parao!!- me detuvo Sergio, sujetándome por el brazo. Por su mirada, intuí que había bebido un pelín de más- ¿A dónde te crees que vas?
- Perdona, Sergio, no te puedo contar ahora- intenté zafar.

Pero no me lo permitió.

- Ven conmigo. Te voy a contar una historia antes de que caigas en el hechizo de esa sirena.

Me condujo a otra de las terrazas donde había mesas y nos sentamos frente a una.

- Hace un par de años estuve estúpidamente enamorado de Ruth. Ella tiene esa belleza natural, esa espontaneidad, esa pasión por la música y en general por la vida, que me volvía loco. Lo intenté todo con ella. A veces, creía que me correspondía, aunque sus palabras dijeran lo contrario. Y estoy convencido de que lo hizo, que nos quisimos mucho y, a pesar de eso, nunca fuimos más que amigos.
- Pero ¿por qué?- deseaba comprender.
- La razón es simple: ella lo tiene decidido así. Y la razón es más dura que la piedra. Ahí donde la ves, tan tierna y risueña, puede ser fría como el hielo. Y yo no podía vivir sin ella cerca.
- ¿Cómo lo solucionaron? Ahora se les ve bien.
- ¿Solucionarlo? Cuando uno se enamora de una mujer así, más le valdría arrancarse el corazón. Si quieres un consejo, olvídala. Dicen que un clavo saca otro clavo y si no, tal vez necesites media docena.
- ¿Eso fue lo que hiciste?
- Supongo que sí. Prefería mil veces tenerla cerca como amiga a no volver a verla. Tú lo tendrás más fácil y apenas os conocéis.
- ¿Estás enamorado?- pregunté ya que estábamos de confesiones.
- ¿De ella?- se encogió de hombros con tristeza- Es un sentimiento que mantengo enterrado y prefiero no remover.

Le contemplé en silencio beber de su copa y me pareció un hombre lleno de invierno, a pesar de que era conocido por su buen rollo y sus canciones optimistas. Claro que era un hombre enamorado profundamente, sólo alguien de esa condición tomaba la difícil decisión que él había tomado.

Y entonces comprendí que la canción que había escrito Ruth hablaba de ellos y cuánto le agradecía ella a él que la dejara ir, libre. Tal era su espíritu.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora