5. Diré que es mentira

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~Ruth~

Si algo había que reconocerle a Villa es que sabía enseñar y tenía la paciencia de un santo. Me encantaba su acento bogotano y ese forma que tenía de expresarse, moviendo las manos. Cuando dio por terminada la lección, me ofreció salir a callejear. Me confesó que la costumbre de salir a comer y a beber en las terrazas, le encantaba. Así que acepté. Por eso y porque me hacía sentir tan bien...Villa tenía una buena conversación, sonreía mucho y era elegante en el trato. Me contó cómo se había iniciado en la música, siempre de la mano de su compañero y casi hermano, Isaza. Me contó que sus familias eran de clase media alta en Colombia, pero que gracias a su música habían podido colaborar con mucha gente que, en su país, lo está pasando mal. Sobre todo con las infancias. Le conté que yo había estado por allí en un proyecto de cooperación. Conocía la entidad. Y creo que le hizo ilusión, porque era un enamorado de su país y de su ciudad natal.

- Quizás podamos volver juntos en otra ocasión- dijo.

- Sería muy guay- asentí.

Para cuando nos dimos cuenta, se nos había hecho de noche. El tiempo parecía no pasar con Villa y así se lo dije.

- Para mí también ha sido muy agradable. Y ya sabe, pásese cuando quiera. No hace falta que Sergio la engañe para que venga a verme... A vernos.

- La próxima vez, prometo llamar.- aseguré en tono de broma- Gracias por la lección y por esta tarde.

Nos abrazamos. Si es que los tíos en Colombia ¡sí que sabían abrazar bonito!

- Te avisaré la próxima vez que salgamos a rumbear- me gritó él desde lejos, haciéndome un gesto con la mano de despedida.

Cuando llegué a casa, me abalancé sobre Sergio que estaba tirado en el sofá viendo Netflix.

- ¿Es que no ha ido bien?

- ¿Cómo puedes ser tan ruin, vil traidor?

- Oye oye, que no ha sido cosa mía, sino de ellos.

- ¿De ellos? ¿De los chicos de Morat?

- De Simón, particularmente. Yo les dije que no estabas interesada, pero insistieron. Os quieren emparejar.

- Vamos a ver, ¿cuántas veces tengo que repetir que elijo vivir libre y sin pareja? ¿Cuántas? Se supone que eres mi amigo.- me hice la enfadada, aunque estaba tan contenta de haber estado con Villa, que no podía ni enfadarme en serio.

- Bueno, pero entonces se lo has dejado claro a ellos ¿no?

- ¿A ellos? No les he visto. Sólo he estado con Villamil.

- ¿Y a él se lo has dicho?

- ¿Decirle qué? ¡Hemos estado tocando el banjo! Pasando una tarde como amigos. Ninguno de los dos imaginábamos que era una treta vuestra.- me quejé.

- Suya. Y mira, si ya sois amigos...

- Si no llega a ser por ti, no hubiera pasado. Pero ¿sabes? Sí, hemos estado súper a gusto.- reconocí.

- A ver si al final, os vais a liar y me quedo yo sin amiga y sin mánager.

- Haberlo pensado antes- bromeé en tono serio, yéndome a mi habitación.

- Ruth, eh Ruth... confío en tu palabra. Cero novios, eh.- pidió levantándose del sofá. No sabía si me lo decía en serio o en broma.

- Chínchate- le grité cerrando la puerta de mi cuarto.

Por supuesto que cero novios. Era una decisión tomada. Lo había pasado muy bien y Villa era muy agradable. Un chico y una chica podían ser amigos. De ahí a enamorarme y traicionar mi decisión de libertad había un trecho. Por supuesto que no iba a enamorarme. No, claro que no. Obviamente no.

Oh Dios mío...

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora