~ Ruth ~
Los chicos de Morat se fueron de Madrid a los pocos días. No me despedí, salvo de Isaza, con el que mantenía contacto diario. Un día, me dijo que iba a estar solo en el estudio y estuve con él toda la tarde, viéndole trabajar y aprendiendo unas cuántas cosas sobre música. Era un amor.
Con Sergio lo arreglé al día siguiente a la gala. No soportaba estar mal con él. Era mi debilidad. El mundo podía irse a la mierda que si él estaba bien, poco me importaba el resto. Le reconocí que me había comportado como una niña malcriada y le prometí que nunca más volvería a jugar al escapismo, a cambio, él me dejaría mi espacio. Lo bueno de Sergio es que podía dialogar con él de cualquier problema. Era abierto de mente y corazón.
Retomar la normalidad en la rutina de trabajo, me ayudó a estabilizar mis emociones. De vez en cuando, regresaba a mi mente la charla con Isaza. Me había hablado con ese cariño y humildad de quien de verdad quiere lo mejor para ti y eso hacía tambalear mi libreto vital.
Volvimos a Barcelona en la furgo de El Cousin a finales del mes. Viajar por carretera me llevaba a aquellos tiempos en los que nos recorríamos la Península en busca de una oportunidad. Éramos unos pobretones, pero tan felices... Con esa ilusión de primerizos. Habíamos recorrido un difícil trayecto hasta llegar donde estábamos. Y todavía nos quedaban miles de sueños por cumplir.
El Espeto iba a ser una de las colaboraciones en el concierto que Morat iba a hacer en esos días. Era una gran oportunidad para nosotros.
El día del concierto llegué poco tiempo antes de que abrieran las puertas. Estaba cohibida por ver a Villa, aunque había transcurrido casi un mes desde el beso. No obstante, estaba comprometida para comportarme con suficiente madurez.
Nos saludamos antes de la prueba de sonido con una normalidad pasmosa. Había demasiado gente como para no actuar normal, pero dentro de mí sabía que tendría que hablar las cosas para volver a sentirme tranquila en su presencia. Aunque su estancia fuese a durar poco tiempo más. En cuanto le vi, cientos de abejas asesinas revolotearon en mi estómago. "Respira hondo, amiga", me dije.
El concierto fue alucinante. Lo disfruté como una adolescente desde la fila cero. Después, en cuanto pude hacerme un hueco entre el gentío, me colé en los camerinos con mi acreditación.
Deambulé cerca de la puerta, esperándole. Isaza salió el primero y me saludó con efusividad. Quiso que fuéramos para afuera, pero le dije que tenía que hablar con Villa.
- Mejor le espera fuera...
- No. Fuera habrá demasiada gente- sostuve con firmeza.
- Es que hoy no es un buen moment...La puerta del camerino se abrió y salió Villa abrazando a una chica y susurrándole algo al oído. Por dentro, las abejas asesinas dejaron de revolotear y sentí un mareo que supe disimular. Isaza puso cara de circunstancias. Y yo me sentí una auténtica idiota.
- Villamil, ¿tienes un momento?
- Cómo no- me dijo y besando a la chica en la frente, quedó con ella en verse después- Espéreme linda, lueguito estoy con usted, mi vida.Paseamos hasta el final del pasillo en busca de mayor intimidad.
- Usted dirá...
- Enhorabuena por el concierto.
- Gracias. Aunque no creo que quieras hablar de eso- lo noté seco.
- No quiero que haya malentendidos entre nosotros, simplemente...
- Está todo bien- dijo sin darle importancia y con un tono pasota.
- No, en serio, lo siento si...
- Ya está, Ruth- me interrumpió- Tú tienes tu vida y yo tengo la mía. No haga drama. Ahora si me disculpa, me están esperando.¿Me estaba llamando dramática? ¿A qué venía esa actitud? ¿Era una venganza? No me iba a quedar con las ganas de saberlo.
- ¡Juan Pablo!- le llamé seriamente - ¿Está todo bien y me tratas así? ¿Qué pasa? ¿Es lo que me merezco? Porque estoy intentando remediar y que no haya conflicto entre nosotros.
- ¿Y qué quieres? Diga... ¿Cómo se quedaría tranquilita tu conciencia? ¿Quieres que seamos amigos? Porque no, no voy a serlo- me espetó de sopetón. Me miraba con una dureza que me atravesaba y dolía.Yo le había mordido, pero aquello era una bofetada. Respiré, aguantando las lágrimas y me erguí.
- Bien. Entonces, que te vaya bien en tu vida y en tu carrera. Adiós, Villa.- di media vuelta y me largué de allí.Podría haberle discutido y haberle dicho mil cosas más, pero necesitaba salir de allí cuanto antes y que me diera el aire.
"Ruth, más tonta y no naces", me reproché a mí misma.