40. Los planes no siempre se dan

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~ VILLA ~

Antes de subir al avión de regreso a México, envié un whatsapp a Moncho.

"Llegaré a tiempo"

Tenía el celular lleno de llamadas, sobre todo de Pedro. Esperaba llegar o me matarían. Lo bueno es que la hora que había perdido en la ida, la recuperaba a la vuelta.

Se me aglutinaban las sensaciones. El estrés, la ansiedad por llegar a mi propio concierto, la adrenalina por haber cometido una locura, la alegría de volver a verla y... La tristeza. Ella no había demostrado demasiada emoción... ¿Ya no sentía nada por mí? Y no podía reprochárselo, después de todo. Y a la vez me sentía tan vulnerable cuando estaba frente a ella de nuevo. ¿Qué tenía que no podía olvidarla? Podía vivir sin ella. Con la música, mi familia y amigos me sentía completo y feliz. Pero la miraba... Era una presencia hipnótica... Aunque en esta ocasión, los dos nos habíamos comportado como si fuésemos dos desconocidos. Necesitaba volver a componer junto a ella, hacer música con ella... Recordaba nítidamente esos encuentros...

Finalmente, llegué al Auditorio Nacional. Pedro me esperaba en una de las puertas traseras y me rescató de un grupito de chicas que, supuse, se habían quedado sin entradas.
- Yo a usted lo mato- me empujó mi mánager hacia dentro- Pero mejor no me diga donde ha estado todo el día... Se va así, sin avisar... ¿qué se cree que es esto? ¿Dónde tiene la cabeza? No me lo diga... No se piensa con la entrepierna!
- Ya. Listo. Tienes razón, ¿ok? He sido un temerario, pero llegué. Llegué a tiempo para tocar.
- Claro, porque usted no necesita prueba de sonido ni nada, ¿cierto?

Aquel reproche venía de boca de Isaza. Monchi y Marto me miraron con cara de circunstancias.

- No se preocupen. Todo va a ir bien.- les tranquilicé, aunque estaba atacado de los nervios.
- ¿Ya? Es la hora- nos avisó alguien.

Salimos y lo reventamos. Uno se olvida de todos sus problemas cuando sale a un escenario semejante a tocar.

Cuando finalizamos, el ambiente se había distendido totalmente y nos fuimos directos al hotel.
- ¿Nos va a contar o qué? ¿La vio?- preguntó Marto.
- ¿Qué pregunta es esa, Marto?- rió Isaza, sacando de su maleta un libro y depositándolo sobre la mesita de noche de la habitación- Ya me cuentan. Me voy a duchar.

Presentía que mi mejor amigo seguía un poco molesto, pero Moncho volvió a apremiarme para que hablara.
- Sí, sí... ¿Cómo han sabido que fui a verla?
- Papo... Ha sido muy insistente preguntando...- Simón puso los ojos en blanco, como si fuera evidente.- Es claro, que de alguna manera se enteró de las fechas en las que Ruth estaría en Colombia.
- Les manda un abrazo.
- Ay, ya tengo ganas de verla y a Sergio, a El Cousin... ¿cómo están? ¿Les fue bien?- preguntó Martín.
- El Espeto ha arrasado. Les ha ido muy bien. No pude hablar con ellos por... Cuestión de tiempo- reí.
- Yo sabía. Son una gran banda. Y ¿ella? ¿Cómo reaccionó al verte?- quiso saber el más joven de los Vargas.
- No sabría decir la verdad... Estuvo bastante tímida... Casi no pudimos conversar...
- ¿Y qué esperaba?- Isaza salió del baño con la toalla alrededor de la cintura y con una más pequeña se secaba el pelo.- Llega, sin avisar, después de casi un año sin ningún contacto, tras varios meses previos sin hacerle ningún caso... Lo extraño hubiera sido que hubiese reaccionado de otra manera.
- Puede ser. Puede ser que haya sido un error... Pero no me arrepiento... Porque la amo. Sólo con verla...
- ¿Y usted se ha parado a pensar que ella quizás ya no sienta nada?- preguntó Isaza.
- Córtela con esa mala vibra, Juan Pablo- se indignó Simón.
- Pero es cierto. Conocéis a Ruth. Es un alma libre- se justificó Isa.
- Sí. Es verdad. Isaza tiene toda la razón. ¿Algún consejo?- miré a Isaza directamente. Él era mi hombre de confianza en esos asuntos.

Isaza sonrió con esa sonrisa que precedían sus grandes ideas y agarrando el libro que había colocado junto a su cama, señaló la tapa.
- Celos- afirmó- Nada como los celos para salir de dudas.

Leí el título de la novela que sujetaba entre sus manos. "Jane Eyre"
- ¿Desde cuándo usted y las novelas románticas?- preguntó Martín riendo.
- Oiga, no diga eso. Es un clásico. Las hermanas Brönte son grandes autoras de la literatura. Un respeto.- le aleccionó Simón a su hermano.
- ¿Me la presta? Necesito ideas- le robé el libro, inquieto por comprender a qué se refería Isaza.
- Y luego comente qué le pareció. Ahora, todo el mundo a dormir. Ha sido un día agotador- sentenció Isaza.

Soñé un verano que se hiciera eterno...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora