Querido Juan Pablo,
Supongo que entre tus muchos dones está el de decir las cosas bonitas de frente y expresar tus sentimientos sin máscara ni disfraz. Perdona porque a mí me cuesta más.
Hay tantas cosas que me hubiese gustado decirte y que finalmente se me hicieron bolo en la garganta... Y aquí estoy, todavía en la cafetería de la estación, con tu sabor en mis labios y escribiéndote estas letras que ni siquiera sé a qué dirección tengo que enviar.
No te lo he dicho, pero yo también te quiero desde hace tiempo, por no decir que desde el principio. Pero si quieres estar conmigo debes saber que, entre mis múltiples defectos, la cobardía se lleva la palma. No voy a justificarme, porque es así.
Afortunadamente, tú siempre has apostado por mí, por nosotros, y no hay papel ni tinta suficiente para agradecértelo.
En realidad, te escribo para darte las gracias por ser como eres. Por atreverte a retomar el contacto conmigo a través de esas cartas que aún guardo y que me siguen erizando la piel cada vez que las releo. Por venir hasta aquí sólo para estar conmigo y salvarme la vida, y no me refiero sólo a lo que sucedió con David. Iluminas mis días y los pintas de colores tan brillantes que a tu lado me siento fuerte y casi inmortal.
Ojalá pudieras verte a través de mis ojos para descubrir lo especial que eres y el regalo que supone para mí conocerte y estar contigo.
Gracias por tu apoyo incondicional, tu paciencia y alegría. Gracias por compartir conmigo tu arte, tus consejos, tus amigos y, al fin y al cabo, toda tu vida.
Me haces sentir cosas dentro de mí que no he aprendido a describir porque su intensidad me desborda y, a veces, creo que no tengo suficiente corazón para albergarlas.
Estoy segura de que volveremos a encontrarnos pronto, porque el destino no se equivoca y los dos queremos que nos una de nuevo.
Te quiero, Juan Pablo. Te quiero tanto que invades mi pensamiento, mi cuerpo y mi corazón y siento que ya no me pertenezco. Y eso me asusta a veces, pero sé que tú me cuidas. Y es en esa confianza donde se debe cimentar esto que hemos comenzado a crear, que está naciendo.
No quiero aburrirte más. Lo siento si peco de cursi y empalagosa, pero imagino que son las consecuencias de haberme enamorado perdidamente de ti.
Cuídate mucho y no olvides tu promesa.
Contigo siempre,
Ruth.