~ VILLA ~
Había hecho el papelón de mi vida y ni siquiera estaba seguro de que hubiera servido. No me convencía. Había perdido la oportunidad de estar toda la tarde a su lado, haciendo lo que más me gustaba hacer, que era música. La había evitado y al final le había tenido que confesar Aitana lo que pasaba, porque algo no le cuadraba.
- Bueno, yo te ayudo, pero que no salga de aquí, que no quiero tener problemas con Miguel- había dicho entre risitas.
- Es patético, puedes decirlo- dije avergonzado.
- No, qué va. Es comportamiento de enamorado. Hacéis buena pareja.
- Gracias, pero sabemos que seríamos una pareja poco habitual.
- ¿Para quién? ¿Quién decide lo que es habitual o no? Si os queréis, si la quieres, el resto no importa.- era un amor de niña.- Te deseo lo mejor, Villa.Cuando lo hablé con Isaza, él estaba convencido de que su plan estaba saliendo a las mil maravillas.
- De momento, hemos conseguido que te extrañe. Cree que Aitana y tú estáis coqueteando. Y dice que lo ve bien, normal, pero no es verdad.
- ¿Y si esto es contraproducente? Sólo quiero decirle que la quiero, que cometí un error y que me dé otra oportunidad.
- ¿Y se cree que le va a decir que sí tan fácil? No, perro, se la tiene que trabajar un poquito.
- Confíe. Nosotros le ayudaremos- me animó Marto.
- Ahora tiene que buscar algo que a ella le importe mucho, que no sea trabajo, para que a ella le llame la atención y se dé cuenta que usted es lo mejor que le puede pasar- opinó Simón.
- Buena ésa- le chocó la mano Isa.
- No sé. Le gusta la música, como a mí...
- Eso es lo obvio. Pero nada de trabajo.
- ¿Su familia?
- Es un tema turbio con un hermano en prisión y un padre en paliativos... Algo bonito, que le alegre.
- ¿No participaba en un proyecto social? Eso debe ser importante para ella- comentó Martín, pensativo.
- ¡Eso es! Marto es un genio- Isaza se levantó de un salto y llamó a Pedro por el celular - ¿Puede regalarnos un minuto? Nos gustaría proponerle algo.Quedamos en la cafetería del hotel.
- Miedo me da con ustedes y más en España. ¿De qué se trata?
- Un poco de confianza, Pedrito...- le pidió Martín.
- Mire, nos gustaría participar como músicos en un proyecto social que se realiza en Madrid. - Simón le explicó en qué consistía- Nos gustaría buscar una fecha para dar un concierto allá. Pero también para profundizar en la realidad de la zona y qué se está haciendo.
- Nos vamos muy lejos por fechas. Recuerden que estamos en plena gira. Pero puedo empezar contactando con la persona que lo lleve. ¿Qué asociación se encarga? ¿Lo saben?
- Tenemos el contacto de la persona- apunté.
- Y usted también- dijeron los Vargas al unísono.
- Sorprendedme. ¿Quién es?
- Ruth. La mánager de El Espeto.Pedro abrió los ojos como platos.
- Ni hablar. Siempre que está esa mamita por medio, algo pasa y no estoy para disgustos.- se negó.
- Pero Pedro, se lo pedimos como grupo. Si no fuese ella, participaríamos igual.
- Incluso si la llama ya, es probable que pueda buscar un hueco para mostrarnos el proyecto antes de irnos de Madrid.- animó Isa
- Tienen dos entrevistas esta tarde y mañana es el concierto que abre la gira. ¿Cuándo pretenden visitar nada?- se exasperaba nuestro Pedro.
- ¿Mañana por la mañana?- inquirí.Pedro se quedó en silencio, como calculando.
- Si no puede mañana, se olvidan. Me prometen que se olvidan.- quiso llegar a un trato.
- Hecho. Llame- concluyó Isaza.Pedro buscó en su celular el número de Ruth y marcó, llevándose el auricular a la oreja.
- Buenos días, Ruth, ¿cómo anda? Habla Pedro Malaver. Quería proponerle algo, a ver si fuera posible.- le informó y quedamos a la espera de que Ruth mirase su agenda, mientras Pedro hojeaba la suya- Ajá... No estará... ¿Con quién? Sioba. Ajá... Nosotros nos quedaríamos libres... Allá por mayo... del año que viene, sí.Los tres hicimos una mueca a Pedro. ¿Hasta mayo?? Era un año entero.
- Listo. Siempre es un placer hablar con usted. Gracias. Un beso. Chao, chao, chao.- y colgó- Se han salido con la suya. Mañana por la mañana iremos a la Cañada- lanzamos un grito de júbilo- Pero Ruth no estará. Les atenderá su compañera Sioba y los miembros de algunas asociaciones.
Nuestro gozo en un pozo.
- No pierdas la esperanza, perro. Lo importante es que ella sepa que estamos interesados.- me palmeó la espalda Isaza.
- Ni modo- me encogí de hombros.