7.10 Malfoy Manor

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D.

Draco limpió las gotas de agua restantes de su rostro tras haberlo mojado en un intento desesperado de calmar sus emociones.

Acababa de tener otro ataque de ansiedad.

No sabía nada respecto a Amelia desde que las vacaciones de Navidad comenzaron; no había podido mandarle alguna carta o tener algún medio de comunicación con ella.

Amelia no apareció en Hogwarts después de las vacaciones navideñas. Pensó seriamente en aparecer en la casa de los Weasley en busca de respuestas, pero en cuanto la familia lo viera cercano a la propiedad lo correría a patadas de ahí.

Trató de cuestionar a Leah en los pasillos de Hogwarts, pero ella lo evitaba a toda costa.

Y es que habían pasado ya varios meses desde la última vez que la vio. Actualmente eran las vacaciones de Pascua, es decir, Marzo. No la veía desde Diciembre.

No le sorprendería saber que Amelia había huido tal como siempre quiso hacerlo desde el principio del año escolar, la creía perfectamente capaz de aquello. Y le gustaba pensar que quizás lo había hecho junto a sus padres; quizás se encontraban fuera de Londres en algún lugar bastante lejano como para no ser encontrados por el ejército de mortífagos. Sin embargo, el semblante triste y pálido de Leah no le daba buena espina. Además, sabía que Amelia nunca lo dejaría de esa forma. Ella no era ese tipo de persona.

En cierta forma Draco odiaba a Amelia; la odiaba por haber sido tan buena con él, la odiaba por haberlo hecho enamorarse de ella, la odiaba por hacerle necesitarla.

La necesitaba en los dos aspectos: de manera romántica y de manera esencial.

Extrañaba sus delicadas manos acariciar las marcas que Potter le había causado en aquel combate en el baño durante el año pasado, extrañaba sus suaves labios besar sus mejillas y ver el par de ojos verdosos achicándose por tanto sonreír. Extrañaba su tonta risa inundar sus oídos y su voz al decir su nombre al intentar despertarlo.

Pero de la misma forma extrañaba la forma en la que lo abrazaba cuando lo encontraba decaído y el como, cuando Draco tensaba su brazo izquierdo, ella lo acariciaba en un intento de relajarlo. Durante los últimos años Draco se sentía un ser terrible sin derecho a la más mínima pizca de felicidad o alegría, pero Amelia siempre le hacía entender que él merecía estar en paz y ser feliz. Y la odiaba por meterle aquellas ideas en la cabeza.

Ella le brindaba toda la paz que nunca antes había sentido y eso lo hacía necesitarla más que nunca.

Aquella noche en su dormitorio no mintió; si Amelia aceptaba, estaba listo para huir junto a ella.

Pero en realidad había algo que lo detenía: su familia. Él no era capaz de dejarlos. No después de todo lo que se habían expuesto por él, no después de escuchar las peleas de su madre con su hermana pidiéndole que lo dejara en paz. A final de cuentas, su familia había sido lo más importante para él desde que tenía memoria. Antes de que Amelia Brumby llegara a su vida.

Escuchó la puerta de su habitación abrirse y sostuvo en su mano la varita con fuerza, la bajó al descubrir que se trataba de su madre y detrás de ella venía su padre.
Ella tampoco la pasaba bien; su cabello lucía más opaco que de costumbre y su rostro era notoriamente más pálido y lleno de ojeras. Su padre, sin duda, era quien peor lucía. Desde su tiempo en Azkaban su semblante parecía completamente triste y grandes bolsas rojizas debajo de los ojos se asomaban. El cabello le lucía seco y sin vida. Definitivamente los Malfoy habían perdido todo el glamour que durante mucho tiempo tuvieron.

-¿Ha ocurrido algo?- preguntó con preocupación mientras volvía a guardar la varita.

-No- negó con la cabeza su madre mientras ambos ingresaban a la habitación-Draco, escuchamos información interesante que nos gustaría discutir contigo.

Hard feelings |Draco Malfoy ||Cedric Diggory|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora