Hard feelings |Draco Malfoy ||Cedric Diggory|

5.3 Party at Slytherin's.

D.

Draco se encontraba caminando por el largo puente mientras comía su aperitivo favorito: manzana verde. Oh, disfrutaba tanto ser prefecto.  Acababan de quitar 30 puntos; 10 a Hufflepuff, 15 de Gryffindor y 5 a Ravenclaw. Además del poder que tenía, disfrutaba también su nueva habitación. A penas llego a Hogwarts sus cosas salieron volando del dormitorio que compartía con Crabbe, Goyle, Zabini y otro chico por el que nunca tuvo el más mínimo interés de conocer. Con su pequeña placa colgando en su túnica, caminaba con el pecho levantado de orgullo, buscando a quién lanzarle el corazón de la manzana en cuanto terminara de degustarla. En su camino se encontró a Ron Weasley, el cual fue el desafortunado afortunado.

-¿Qué te ocurre, Malfoy?- dijo observando el corazón de la manzana que yacía a su lado después de haber impactado con su cabeza.

-Oh, perdón, ¿Esperabas que te lanzara unos cuantos galeones? estoy seguro de que los necesitas- dijo burlón mientras continuaba con su camino, ignorando las maldiciones que el pelirrojo soltaba por lo bajo.

Fue ahí cuando se encontró con Padma Patil, conversando con Simone Lastorein.

-Escucha, esta es la contraseña para la fiesta en la sala común de Slytherin- vio como Patil le pasó un pequeño pedazo de pergamino- me han dicho que los Gryffindor no deben saber de esto, ya sabes como son los Slytherin, no le pude contar a Parvati, ¿Debería sentirme mal?

Bufó. Se le había olvidado por completo la tonta fiesta que iban a brindar en su sala común. Al parecer, todas las chicas habían convencido a Pansy (la cual también sido nombrada prefecta) de realizarla y, como era costumbre, toda la casa aceptó. Los Gryffindor no solían estar invitados a ellas por muy obvias razones, además de que ellos tampoco solían invitar a las serpientes a las suyas. Las fiestas que solían darse no eran tan frecuentes, pero cuando alguna casa decidía hacer una, las salas comunes solían explotar de gente. Al menos, Draco agradecía el ser mago para poder limpiar con un solo movimiento de varita el desastre que solía hacerse. De vez en cuando los Hufflepuff decidían limpiar por su cuenta, ya que no les agradaba pensar que podrían darle más trabajo a los elfos domésticos. Cuando por su mente pasó el nombre de la casa amarilla, no pudo evitar pensar en Amelia. ¿Acaso iría a la fiesta? Rápidamente lo negó. La chica solía ser bastante estricta con las reglas y dudaba grandemente que pudiera escaparse para una noche de fiesta.

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Al rededor de las 09:00 pm, Draco se encontraba sentado leyendo sobre Astronomía, cuando la gente comenzó a llegar. Si había algo que Draco despreciaba más que ver su sala común llena, era verla llena de gente que no era de su propia casa. Le fue difícil identificar a los chicos que iban entrando, ya que todos iban en ropas muggle. De cualquier, manera lo supo: aquellos que saludaban cordialmente eran de Hufflepuff, mientras que aquellos que se dedicaban a examinar con la vista hasta el último rincón del lugar eran de Ravenclaw. No vio ningún rostro conocido más que el de Cho Chang y Luna Lovegood.

-¿La estás pasando bien, Draco?- se acercó Goyle con un vaso con líquido que Draco no pudo identificar.

-Esto es una estupidez- dijo mientras cerraba su libro con fuerza.- ¿Qué es eso que traes ahí?

-Agua alegre- dijo mientras daba un gran sorbo y comenzaba a reír fuertemente- ¿Quieres?- dijo mientras le extendía el vaso.

-No, gracias- hizo una mueca de desagrado mientras lo observaba.

De repente, la entrada de la sala común volvió a abrirse y observó a Amelia junto a Leah entrando sonrientes y saludando a Blaise cordialmente. ¿Qué diablos hacía Amelia ahí? Nunca antes la había visto en una fiesta, además de la fiesta que ocurrió después del baile. Eran cerca de las 10:00 pm, ¿Por qué no estaba dormida? y lo más importante, ¿Por qué saludó a Blaise tan cordialmente? ¿De dónde se conocían?. Detrás de ellas, dos esbeltas figuras con cabello pelirrojo entraron a la par, ni más ni menos que los Weasley.