7.11 Shell Cottage

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A.

En cuanto el cuerpo de Amelia se encontró dentro de Shell Cottage, sintió como las rodillas le fallaban y caía inerte sobre la suave arena que se encontraba acariciando su mejilla. Se sentía completamente cansada, débil y triste.

Pasó toda la tarde siendo cuidada por Fleur: después de tomar un baño, Fleur se encargó de prestarle un vestido floreado así como de darle de comer. Amelia lamentaba ser una carga para ella y Bill, sabía que lo que menos esperaban después de su boda era ser visitados por un grupo de prisioneros hambrientos, lastimados y cansados.

Decidió pasar a revisar al señor Ollivanders, aquel con quien ella y Luna solían conversar durante su estadía en el calabozo en busca de distraer sus pensamientos. Y, aunque Amelia no contó con su varita, se encargó de mantenerlo hidratado y alimentado cada que podía; cuando Colagusano se dignaba a brindarles un poco de comida y agua Amelia decidía cedérsela al pobre que llevaba capturado más de un año. De vez en cuando Luna era quien compartía las racionadas porciones de comida con ella. Por su parte, su relación con Griphook nunca fue buena. El duende era avaricioso, tacaño y terriblemente petulante. Aunque, claro a Amelia nunca le importó su comportar. Le importaba mantenerse con vida.

Tras dar un paseo por la playa y recolectar unas cuantas lavandas secas, Amelia se encontraba sentada justo en frente de la pequeña lápida improvisada. Leía una y otra ves la inscripción de la misma mientras notaba como el hoyo no era perfecto, dando a entender que había sido hecho de la manera tradicional y no habían usado magia.

Al pasear su vista sobre el nombre del elfo pensó de manera involuntaria en Mubby, deseando que lo estuviera pasando mejor que ella.

Por el rabillo del ojo notó como alguien tomaba asiento a su lado mientras mantenía la mirada fija en la lápida.

-Debió haber sido una gran persona, ¿No crees?- preguntó a la persona que asumió era Luna.

-Lo fue- la voz de Harry a su lado hizo que abriera grande los ojos.

Un silencio nervioso se formó entre ambos. Ella no sabía que hacer, no quería que pareciera que se encontraba invadiendo su privacidad. Peor aún, no quería faltar el respeto a Harry en aquel momento.

-Siento mucho lo sucedido- dijo sin mirarlo-ya estaba a punto de irme.- Amelia acomodó el ramo de flores secas en frente de la lápida.

-No tienes porque hacerlo- espetó Harry.

Lo miró; estaba lleno de tierra por haber cavado aquel agujero en el que ahora yacía el elfo, su rostro tenía heridas al igual que sus brazos. Parecía triste, cansado, sin esperanzas.

-¿Malfoy sabía que estabas ahí?- ella negó con la cabeza- ¿Cómo fue que terminaste como prisionera?

-Carroñeros- suspiró- a pesar de que Snape hizo mi juicio, aparecía en la lista de nacidos de muggles. Parece ser que mi protección solo era vigente estando en el castillo.

-¿Protección?- preguntó Harry.

-Comenzaron a hacer juicios hacia los nacidos de muggles, en cuanto ingresé al castillo, Snape me indicó que fuera a su oficina. Yo ya tenía memorizado el árbol genealógico de los Weasley.- rio irónica- me dijo que él se encargaría de mi y que, si algún mortífago me cuestionaba, debía recordar la táctica que quería usar.

-Supongo que Malfoy pidió que te protegiera- Amelia levantó los hombros- ¿Cómo fue que te encontraron?

-Supieron que estaba pasando las vacaciones en la Madriguera y decidieron hacer un ataque sorpresa, fue cuando estaba ayudando en la limpieza del jardín. A pesar de que la señora Weasley me pidió que no lo hiciera sola, le dije que todo estaría bien y salí.

Hard feelings |Draco Malfoy ||Cedric Diggory|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora