1.1 The Beggining

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En la pequeña ciudad de Bradford situada en la cordillera de los Peninos, en el 125 Simcoe Rode, vivía una pequeña familia conformada por tres integrantes; una pequeña niña de 11 años (casi 12) , su madre, su padre y su lindo perro Roy, un golden retriever.

Amelia Brumby era una niña con una vida feliz y definitivamente común; había concluido su educación primaria en un instituto cercano a su casa donde tenía amigos los cuales iban a su casa a jugar de vez en cuando mientras comían las galletas que su madre solía hacer. Su padre Robert Brumby, que era contador, la amaba con todo su corazón y dedicaba sus fines de semana puramente a la niña. Solían ir a las canchas cercanas a su domicilio a jugar con el viejo balón de basketball que él guardaba de su secundaria, después de eso acudían a Sprinkles, la heladería favorita de ambos, donde él pedía un cono de chocolate con menta y ella uno de fresas con chispas de chocolate.

Sin duda alguna, Amelia amaba a su padre tanto como lo hacía a su madre.

Kate Brumby, o mejor conocida en el vecindario como la señora Brumby, era una dedicada ama de casa que daba toda su atención y amor hacia su única hija. Sus actividades favoritas siempre implicaban a su pequeña hija pasar tiempo junto a ella.

Eran una familia plena, completa y magníficamente feliz.

Durante una tarde del 15 de Julio, Amelia se encontraba dando pequeños recorridos con su bicicleta sobre la calle en la que se encontraba su casa. Al mirar hacia el cielo en busca del causante de aquella sombra que se formaba en el suelo, pudo ver una lechuza grande la cual se acercaba rápidamente a Amelia, la cual observaba feliz e interesada. La lechuza se colocó sobre el manubrio y dejo caer en el regazo de la chica un sobre de tamaño mediano el cual estaba sellado con lo que parecía ser un escudo.
Confundida, Amelia se levantó de la bicicleta y corrió en dirección a su casa, abrió rápidamente de puerta de la cocina y observó a su madre mientras lavaba los platos.

-¿Mamá?

-¿Qué pasa?- siguió sin voltear a verla.

-¿Qué es Hogwarts?- dijo mientras le daba la vuelta al sobre.

Su madre soltó con confusión el plato que mantenía en sus manos las cuales secó con la toalla que se encontraba en su mandil y se acercó a su hija. Al ella entregarle el sobre, pudo leer en la parte trasera.


"Ms. Amelia Brumby

La pequeña jugando en bicicleta.

125 Simcoe Rd, Bradford."

Su madre, temerosa de lo que decía, tomó la carta y la examino una y otra vez.

-Debe ser de tu padre- susurró.

-Pero tiene mi nombre ahí- señaló la parte trasera de la carta, justo en el renglón donde estaba inscrito su nombre.

Cuando la señora Brumby tuvo el coraje (y la curiosidad le ganó) decidió abrir la carta, recorrerla con la mirada y leer pequeños fragmentos de esta.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Querida señorita: Amelia Isabel Brumby

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Subdirectora

Amelia leía muy atenta y emocionada la carta mientras se encontraba sentada a un lado de su madre, la cual ahora estaba hincada en el suelo a la vez que leía una y otra vez en su mente aquellos tres renglones.

Eso debía ser una broma.

-Amelia, ¿Tú hiciste esto?- preguntó aún sabiendo que eso era demasiado como para que una niña de once años lo llevara acabo.

-No- negó con la cabeza- una gran lechuza gorda y linda me la dejó cuando estaba andando en bicicleta.

El timbre sonar hizo que la mirada de ambas se dirigiera hacia la puerta. Amelia vio como su madre se levantó del suelo y acomodo el vestido que llevaba, al abrir la puerta, ambas abrieron los ojos y la quijada de Amelia podía haber quedado en el suelo por la gran expresión de sorpresa.
En su porche se encontraba un hombre (demasiado) grande, con mejillas rosadas y barba y cabello demasiado largos, portaba un saco el cual parecía gastado y grandes botas de piel. Amelia podía jurar que el tamaño de una sola mano de él era la mitad de su cuerpo.

-Ah, señora Brumby- dijo el gigante mientras le estrellaba la mano- al parecer la tonta lechuza se adelantó, pero ya estoy aquí. Tú debes ser la pequeña Amelia- señaló a Amelia, la cual se encontraba detrás de su madre.- ¿Podría pasar?

-Si claro, adelante- dijo la señora sorprendida mientras le indicaba que se sentara en el gran sofá cercano a la chimenea. Se asustó al observar como la esquina contraria a donde se había sentado el grandulón se alzaba del suelo.- Perdone pero, ¿Quién es usted?.

-Rubeus Hagrid- el dedicó una sonrisa- soy el guardabosques del colegio Hogwarts, al cual se pretende que asista su hija.

-Entonces, ¿Es real?- le preguntó Amelia esperanzada mientras se acercaba a él- ¿Estudiaré magia y hechicería?

-Y muchas cosas más- asintió con la cabeza Hagrid.

-Pero...¿Cómo es posible? ¿Eso de verdad existe?- le preguntó la madre de Amelia a Hagrid, mientras tomaba asiento en frente de él.

-Veo que no conoció a su tataratataratatarabuela- la observó- ella era Marble Ernst, una grandiosa bruja, era demasiado famosa en sus tiempos y fue una gran estudiante del colegio también, su nombre aún ronda por los pasillos a pesar de los siglos que han pasado. Ella decidió contraer matrimonio con un muggle- Hagrid observó la mirada de confusión y sintió la obligación de explicar- un muggle es una persona no mágica, que no tiene poderes, cómo usted- señaló a la señora Brumby- en fin, tuvieron un squib, el cual tuvo hijos que no presentaban característica alguna de tener magia en su ser, hasta hace once años cuando Amelia nació. Dumbledore se sorprendió, no esperaba ver a alguien más de ese árbol genealógico asistiendo al colegio.

-Eso debe ser una locura, Amelia es una niña completamente normal.

-¿Lo es?- dijo Hagrid mientras levantaba su ceja y acariciaba a Roy, el pequeño cachorro se encontraba a sus pies. A Amelia le sorprendió que de repente fuera tan dócil.

Por la mente de la señora Brumby pasó aquella vez que, por no comprarle un cono de helado al salir del instituto, los vidrios del auto se habían roto por completo.
Nunca encontró una explicación lógica para lo sucedido.
O aquella vez que el vidrio del balcón que se encontraba en la habitación de la niña había desaparecido sin rastro alguno de haber sido roto.

El sonido de la puerta abriéndose hizo que Hagrid se levantara rápidamente, mientras Amelia corrió directo a los brazos de su padre, el cual, por abrazarla y saludarla sorprendentemente no notó la presencia de Hagrid, el cual abarcaba la mitad de la sala de estar.

-¿Qué está ocurriendo? ¿Quién es él?- preguntó con cierto temor mientras sostenía a Amelia en sus brazos.

-Rubeus Hagrid- le estrechó la mano sonriente- señor Brumby, su hija asistirá al mejor colegio de magia y hechicería, Hogwarts.

Hard feelings |Draco Malfoy ||Cedric Diggory|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora