3.2 Adivination.

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D.

Draco se había prometido a si mismo que nunca le perdonaría su madre dos cosas: que lo hubiera mandado a comprar sus propios materiales para el ciclo escolar en lugar de mandar a alguno de sus sirvientes y que lo mandara junto a Leah Sallow.

Él sabía que su madre y Acacia era muy buenas amigas desde que eran jóvenes y habían ingresado a Hogwarts, incluso recordaba que su madre le decía que tendría una amiga nueva de nombre Leah la cual seguramente ingresaría a Slytherin como su madre Acacia. Fue sorpresa de ambos cuando, en su primera carta, Draco le contaba que Leah había quedado en ni más ni menos que Hufflepuff y aunque conocía a Leah de ciertas ocasiones en las que llegaron a jugar juntos desde que eran pequeños, se rehusaba solemnemente a dirigirle la palabra en Hogwarts.

De igual manera, cuando supo que pasaría la noche en un lugar tan denigrante como El Caldero Chorreante, le pareció descabellado que su padre siquiera hubiera aceptado la idea.

Aún así, sabía que su madre lo hacía con intenciones buenas buscando que su hijo pudiera interactuar y convivir más con otras personas. Por supuesto, ninguno de sus padres sabía que se encontraba con Amelia Brumby. Él tampoco decidió decir algo al respecto ya que a pesar de convivir con ella, disfrutaba poder comprar lo que necesitaba sin que su padre le estuviera recordando constantemente que no debía tocar las cosas de la tienda y que tampoco debía vagar por ahí sorprendiéndose por cosas tan insignificantes como un caramelo que hacía sentir como si en tu boca estuviera ocurriendo una explosión.

Durante su primer noche de regreso a Hogwarts, recordó lo ocurrido en el expreso cuando la luz se había ido: él se encontraba en el vagón junto a Goyle y Crabbe, los cuales estaban planeando estrategias para molestar a un chico de primer año que habían visto en la plataforma 9 3/4 y que, según ellos, tenía cara de ser el objetivo perfecto para sus malévolos planes. De repente la luz desapareció, poniendo nervioso a Draco, el cual no hizo más que salir corriendo en busca del alguien que le fuera de más ayuda que los dos grandulones. Al encontrarse con Neville supo que en el vagón había gryffindors los cuales quizás podrían reconfortarlo sin saber que se trataba de él. Cuando escuchó la voz reconocible de Amelia, dudó por unos minutos si entrar ahí o salir en busca de su vagón. Pero en ese momento, escuchó un fuerte golpe en el suelo, lo cual hizo que tomara la mano de ella con fuerza, acariciándola de vez en cuando tratando de calmarse a si mismo, al sentir la femenina mano izquierda sobre la suya, una oleada de calor lo sumergió haciendo que la tranquilidad llegara a él. Por supuesto que, en cuanto se dio cuenta que Amelia sabía que se trataba de él, huyó de la situación incómoda que podría ocasionarse.

No paraba de pensar en si Amelia sería capaz de decir algo respecto a ese momento y aunque podía negarlo, odiaba saber que tendría algo con lo cual podía amenazarlo.

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A la mañana siguiente, Draco se preparó para su primer clase de su tercer año: Adivinación con la señorita Trelawney. En su opinión personal pensaba que adivinación era la clase más ridícula que podía impartirse en Hogwarts, pero sus padres se habían esforzado en remarcarle la importancia de conocer todas y cada una de las materias que pudiera tomar. Su padre le había dejado muy en claro que,  si quería ser alguien en la vida, debía conocer de todo un poco.

-Rápido Crabbe, mueve tu gordo trasero, no quiero llegar tarde a esta tonta clase.

-No...entiendo por qué... el salón queda tan lejos de....los demás- dijo con respiración entrecortada.

-Porque a nadie le interesa esta materia- dijo Goyle.

Draco decidió ignorar el comentario de Goyle mientras subía por las escaleras que se habían aparecido delante de ellos. Cuando entraron al salón, Draco se sintió incómodo; el tamaño del salón era el tamaño de su dormitorio, había cojines y cobijas sobre las mesas que contenían bolas de cristal encima de ellas.

Hard feelings |Draco Malfoy ||Cedric Diggory|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora