Capítulo 1

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¿CÓMO SE SIENTE LA ANSIEDAD? 


Estoy sentada en las gradas mientras observo a mis compañeros de clase correr alrededor del campo de futbol americano. Muevo una de mis piernas con nerviosismo  y no puedo evitar morder mis uñas por culpa de mis nervios. Siempre me pasa esto cuando estoy a punto de hacer algo que implique salir de mi zona de confort.

Intento pasar desapercibida a los ojos del entrenador, pero al final logra verme entre la multitud y me hace una seña con su dedo índice para que me acerque.  Suelto un suspiro y abandono mi escondite para dirigirme a la cancha con pasos torpes.

—Señorita Daggar ¿sabes que la mitad de tu calificación depende del ejercicio físico? —inquiere.

—La escala también abarca lo teórico —respondo en voz baja. 

—¿Y crees que el aspecto teórico podrá ayudarte al cien por ciento? 

—Espero que sí. 

Aparece una divertida expresión de sorpresa en su rostro, como si no pudiera creer lo que estoy diciendo. Cuando tenemos clases de gimnasia, la energía de los estudiantes se eleva tanto que a veces no pueden controlarlos. Esto se debe a lo estimulante que es el ejercicio y lo mucho que los relaja, por lo que resulta inquietante para él saber que hay alumnos que lo detestan.

—¡Ve a cumplir esas cinco vueltas alrededor de la cancha! —replica con firmeza y no tengo más remedio que hacer lo que me pide.

Tengo las manos frías y mi corazón empieza a palpitar sin control cuando observo a grupos de estudiantes sentados en las gradas burlándose de algo, y por alguna extraña razón, tengo el presentimiento de que el objeto de burlas soy yo, así que me sonrojo ante esa horrible idea y sigo corriendo con la preocupación de tener que soportar esas "miradas".

Todo lo que implique socializar me resulta una amenaza potencial que me llena de ansiedad durante el día.

—¡No dejen de correr! —grita el entrenador después de soplar su silbato, lo cual me hace tambalear porque me toma por sorpresa. 

Desde que tengo memoria, mi resistencia para los deportes nunca ha sido algo que me enorgullezca, pues la torpeza siempre está conmigo en momentos decisivos.

Después de que logro cumplir mi primera vuelta, estoy orgullosa de mi porque lo di todo.

Mientras bajo la velocidad, me percato de que todos los demás dejaron de correr y se detuvieron a observar la bolita de alumnos que se está formando en las gradas. Hago lo posible por no prestarles atención —pues casi siempre son situaciones muy tontas— pero esta vez, la curiosidad logra dominarme y con una mueca de disgusto giro hacia la misma dirección que todos. Lo que veo no me causa la misma gracia que a ellos, ya que los miembros del equipo de fútbol americano —incluido mi hermano— corren con el torso desnudo y llenos de pintura detrás de un chico que lleva su ropa  colgando de un palo. Tengo la sensación de que pesa mucho, pero no resulta ser un problema para él porque logra esquivar ágilmente a todos los estudiantes que están sentados. 

INVIERNO/ Finalizado✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora