Capitulo 39

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Todos los viernes, cuando anochece, Allen y yo vamos a un club nocturno diferente

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Todos los viernes, cuando anochece, Allen y yo vamos a un club nocturno diferente. Tan pronto como llegamos, se rodea de hombres peligrosos que le piden tratos exclusivos en el subterráneo. La tarea de Allen es sencilla: mantenerlos contentos, pues mientras más cómodos estén, más dinero recibirá. Y eso solo se podía lograr dándoles las mejores mesas y a las mujeres más hermosas. 

Las mujeres que atendían en el primer piso lo hacían por cuenta propia y ninguno de ellos tenía permitido tocarlas más allá de lo que ellas quisieran, pero el subterráneo era algo completamente diferente, pues muchos se referían a este de forma discreta, y con apodos extraños, acompañados de sonrisas perversas. ¿Qué había ahí? ¿Más mujeres? ¿Orgías? ¿Drogas que nadie conoce a excepción de ellos? La curiosidad me comía por dentro, así que durante la última semana en la que me dedicaría a recopilar información sobre cómo funcionaba todo el lugar, me percaté de que Allen siempre llevaba consigo una tarjeta roja que tenía su nombre en letras grandes. Con ella podía entrar a cualquier lugar, así que el siguiente viernes esperé a que se drogara y perdiera la noción  de la situación como siempre lo hacía, para actuar por mi cuenta. 

No fue difícil esperar a que perdiera la razón y tan pronto como sucedió, le quité la tarjeta, pero antes de ir a cualquier sitio, esperé a que alguien más buscara lo mismo que yo para seguir su recorrido y no parecer una novata, pues eso podría levantar sospechas. 

Esperé y observé con detenimiento cada rincón del bar, a la espera de una señal. Finalmente, un hombre abandonó su mesa VIP en donde había al menos unas diez mujeres y se acercó a un hombre de traje blanco que estaba de pie a lado de un elevador dorado. 

—Me gustaría probar la tentación de EVA —dijo el hombre con un tono malicioso. 

El empleado sonrío.

—¿Me muestra su tarjeta, por favor?

El hombre hizo lo que le pidió y lo dejó entrar al elevador. 

Dejé pasar diez minutos y me dirigí hacia el empleado de traje blanco e hice exactamente lo mismo que el hombre anterior. Segundos después, ya me encontraba dentro del elevador con mi corazón latiendo muy fuerte por la incertidumbre.

Las puertas se abrieron poco después, un pasillo largo, de tapiz rojo, paredes y puertas doradas, apareció frente a mí tan resplandecientes y limpias como jamás había visto. Los números de cada habitación estaban al revés, y francamente, no sabía qué hacer en este punto. 

—Disculpa, ¿puedo ayudarte a elegir? —preguntó una mujer a mi lado con una sonrisa excesivamente amable. 

—Eh… No sé cuál es mi habitación. 

Ella vaciló. 

—Bueno, lo dice en su tarjeta. 

Le di la vuelta y pude ver mi numero, era 23. Le sonreí a la mujer por última vez y me dirigí a la habitación. Todo este lugar tan silencioso me provocaba escalofríos. Al llegar a la puerta, había un monitor que registraba el codigo de la tarjeta y cuando la pasé, se escuchó un sonido y la puerta se abrió.

INVIERNO/ Finalizado✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora