Se dice que aquellas almas destinadas a encontrarse se reúnen en un oasis lleno de paz y amor. Ambos crean un vínculo sumamente fuerte que supera cualquier teoría sobre afecto entre seres humanos.
Y este año, dos almas con una radiante flama inte...
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Llevo los platos de comida a sus respectivas mesas y en ocasiones me detengo para explicar el menú a los clientes nuevos. Algunos piden los aperitivos que recomiendo y otros ordenan lo mismo de siempre. En ambos casos me siento feliz de poder ayudar.
Cuando termino de entregar lo previsto, regreso a la cocina para tomar un vaso de agua y descansar un poco mientras mi compañero de trabajo me reemplaza.
Frederick Smith es el chef estrella de este restaurante y el hombre que más admiro. En momentos tan tensos como este, se convierte en un maniático de la cocina para completar todas las órdenes en tiempo record.
—¿No se supone que tú lugar está atendiendo a los comensales? —pregunta con una sonrisa cuando se da cuenta de que lo estoy espiando como de costumbre.
—Recupero energía —respondo.
—Como si no supiera que estás aquí solo para robarte mis trucos.
—¿Por quién me tomas? —pregunto indignado.
—Un ladrón de recetas.
—Solo estaré aquí unos minutos. Soy tan silencioso que no te vas a percatar de mi presencia.
—Me di cuenta que eras tú desde que entraste. Eres el único que no se siente intimidado.
—Bueno, es cierto que eres un poco gruñón y que si trataras mejor a los demás tendrías más amigos, pero… estoy aquí solo para descansar. De verdad.
Me subo a una de las mesas para sentarme y continúo observando la preparación de un platillo gourmet desde lejos.
—Frederick Smith, ¡El mejor chef de Nueva York! —digo.
—¿A qué viene eso, niño?
—Eres una leyenda por aquí.
—¿Y qué?
—¡Quiero que seas mi maestro!
—No trabajo como niñera —dice con desdén.
—¡Pronto voy a graduarme y quiero aprender de ti! —suplico—. Por favoooor.
—No lo sé, aún hueles a pañales.
—¡Por favor! ¡Aprendo rápido!
El Chef se queda callado durante unos minutos mientras corta zanahorias con rapidez.
—Si terminas de atender a cien clientes el día de hoy, lo pensaré.
—¡¿Cien?! ¡Es demasiado!
—Si te parece mucho, entonces no estás preparado para este trabajo. Ser chef no se trata de ponerte el uniforme para verte atractivo. Si quieres mi posición, tienes que invertir todo lo que esté en tus manos para mejorar, y, para ser sincero, no veo potencial en ti.
