Capitulo 9

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Me dirijo hacia el aula de repostería arrastrando los pies como si tuviera piedras atadas a ellos

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Me dirijo hacia el aula de repostería arrastrando los pies como si tuviera piedras atadas a ellos. Tengo muchos motivos por los que se justifica mi actitud pesimista y uno de ellos es simple: ODIO COCINAR. Detesto tanto ensuciar mi ropa con chocolate, huevo o harina. Incluso si llevo el delantal, soy un completo desastre. Además, hace tres semanas mi compañero de mesa se dio de baja del taller y ahora trabajo sola.

Sin compañero y experiencia, estoy perdida. La única razón por la que elegí este taller es porque es el único que se ajusta a mi horario. De lo contrario, tendría una hora libre.

—¡Hola! —grita alguien detrás de mí y suelto los utensilios que llevo a clases.

Me doy la vuelta con brusquedad y me sobresalto cuando veo a...

—¿West? —pregunto con sorpresa.

—El mismo —dice con una sonrisa.

—¿No tienes clases?

—Estoy buscando alguna vacante en los talleres vespertinos.

—Oh...

—¿Sabes de alguno? En serio necesito los puntos extra.

—Bueno, yo estoy en el taller de repostería y un chico acaba de cancelar su inscripción, entonces...

—¡Que suerte tengo! —grita con entusiasmo—. Yo quería inscribirme a ese taller, pero los lugares se acabaron muy rápido y no tuve oportunidad.

—Me dirijo hacía ahí, así que... Puedes venir conmigo para revisar los requisitos.

—Será un placer. —Recoge lo que se me cayó y me ayuda a llevarlos hasta el aula—. Huele delicioso —murmura cuando nos llega el olor a galletas recién horneadas.

Le indico en dónde está mi mesa de trabajo y deja mis cosas ahí con mucho cuidado antes de acercarse a la profesora para revisar los requisitos de ingreso. Al principió me preocupé, porque ella negó su petición una y otra vez con un movimiento de cabeza. Poco después, empezó a reír, por lo tanto, supuse que todo iría bien si sabía como dirigirse a ella.

Los minutos pasan y en lugar de concentrarme en las galletas que debo entregar al finalizar la clase, decido mirarlos un poco más para saber la decisión final.

De pronto, la profesora me señala con una sonrisa y ambos se acercan mientras murmuraban entre sí con grandes sonrisas.

—Solem, te presento a tu nuevo compañero de mesa —dice ella con entusiasmo.

—Bienvenido —murmuro, un poco incómoda.

—Espero grandes cosas de ambos. —Me guiña un ojo.

—Así será, profesora —responde West.

—Bueno, voy a salir un rato. Eviten hablar en voz alta y no desperdicien el tiempo.

Quise resolver mis dudas respecto a la actividad, pero no tuve oportunidad porque se alejó muy rápido y no tengo el valor de gritar para llamar su atención. Por otro lado, West comienza a analizar mis ingredientes de forma metódica: levanta uno por uno, lo huele y después lo deja en su lugar.

INVIERNO/ Finalizado✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora