Se dice que aquellas almas destinadas a encontrarse se reúnen en un oasis lleno de paz y amor. Ambos crean un vínculo sumamente fuerte que supera cualquier teoría sobre afecto entre seres humanos.
Y este año, dos almas con una radiante flama inte...
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La semana deportiva inicia con partidos de Soccer por la mañana y por la tarde se llevan a cabo algunas carreras en equipo. El rendimiento de cada participante es crucial para que todo el equipo se beneficie con algunos premios mínimos.
Pero soy un asco para los deportes y lo único que he hecho hasta ahora es caer y caer. Mis rodillas están sangrando y mi ropa está llena de tierra.
—¿Por qué tenemos que participar en una estúpida carrera que no aporta en nada a nuestra educación? Es un desperdicio —murmura Zev entre dientes mientras mueve su abanico con fuerza.
—West y Bleing están emocionados —respondo.
—Es que su energía nunca se termina y yo no puedo lidiar con eso.
Suelto una risita.
—¿Son muy cercanos?
—Un poco.
West y Bleing se abren paso entre la multitud mientras se ríen de algo en particular. Llevan varias botellas de agua y una bolsa transparente llena de golosinas. Ambos están llenos de sudor, pero no parece importarles.
—Estoy seguro que tuvieron una carrera basada en una apuesta —dice Zev con cansancio—. No quiero que vengan.
—¿Por qué?
—Porque nos van a obligar a participar en actividades deportivas.
—Bueno, creo que ese es el objetivo de la mañana deportiva.
—Ah… sigo pensando que es una estupidez.
West avanza hacia nosotros con una gran sonrisa y cuando se detiene frente a mí, se pone de rodillas para analizar las pequeñas heridas que tengo en mis piernas; producto de las innumerables caídas que tuve en la competencia.
Me da mucha vergüenza que me vean de esta forma, pero no pude evitarlo. Mi relación con la actividad física es deplorable. Nunca hago ejercicio, a excepción de mis clases de box, pero solo es una vez a la semana. Mis piernas son torpes porque la mayor parte del tiempo me encierro en mi habitación para jugar videojuegos o hacer tarea. Ni siquiera salgo a caminar.
—No se ve tan mal —dice con una pisca de positivismo—. Pero es mejor que trates esas heridas antes de que se infecten.
Se lava las manos con un jabón especial y Bleing usa la botella de agua nueva para que pueda quitarse toda la suciedad. Al finalizar su limpieza de manos, empieza a sacar los utensilios de curación: alcohol, algodón y parches para heridas.
—Increíble —murmura Zev con una media sonrisa—. ¿Alguna vez fue tan considerado con nosotros? No lo creo. Es sorprendente ver al señor no me importa arrodillarse para tratar las heridas de alguien más.
Bleing suelta una risita y golpea su hombro ligeramente.
—Cierra el pico o se va a enojar —dice.
—¿No tienes que correr tu última vuelta, Zev? —inquiere West con una sonrisa falsa—. Pero hay un problema: Solecito está herida y probablemente tendrás que hacer la de ella también.
