Avanzó temblando de emocion por la espiral del cielo. Murmuró tu nombre solo para mí, camino entre cadáveres como si no estuvieran allí.
Por favor llama y repite mi nombre como hiciste aquel día.
Te lo ruego solo di mi nombre, por favor una vez má...
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Prólogo
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Su cabello era largo y tan desordenado que no tenías claro si era rizado o lacio, piel llena de tierra, raspones y ematomas más oscuros que las plantas de sus pequeños pies. Un vestido tan viejo y corto que podías ver su pequeña prenda de ropa interior, similar a un short.
Pero eso no era visible gracias a la gran capa sobre sus hombros color verde oscuro y con un grabado de dos alas en la espalda, volaba al viendo al igual que su marañado cabello castaño oscuro.
Se aferraba con fuerza a la silla del caballo, pues jamás había visto tales bestias mucho menos estar sobre ellas, avanzando hacia afuera de la ciudad subterránea, tenía miedo pero todo su cuerpo sentía una calidez extraña.
- Deberías abrir los ojos o te perderás de la vista- empezó la persona que cabangaba al animal, detrás de la niña.
Abrió los ojos de golpe encontrándose con el hermoso cielo azul oscuro, un techo estrellado que hacían pensar a la niña que no eran más que piedras preciosas brillantes, la llanura estaba llena de un verde glorioso y nunca pensó ver plantas más altas que una casa.
Sentía que su mirada se llenada de tanta belleza que le ardían los ojos, aún que en realidad era por no parpadear de la misma impresión, haciendo que lloriquearan un poco.
Cuando levantó su vista sobre su cabeza pudo ver el rostro de ese hombre, una mandíbula bien definida, nariz grande y cabello rubio bien peinado. Conecto miradas con él dejando ver el hermoso marco que hacían sus cejas pobladas sobre sus ojos azules, nunca había visto ojos azules y al tener la vista clara del cielo pensó que ese hombre tenía ojos color cielo y que en ellos brillaban todas esas joyas preciosas.
A sus ojos la vista delante suya a la que tenía sobre la cabeza prefería la segunda, que era mil veces mejor y más cálida, la hacía mucho más feliz.
- Dime, Galatea, ¿El exterior es como imaginabas? - preguntó mirando al frente, sintiendo la mirada de la pequeña.
- Es más hermoso señor Erwin-dijo anonadada mirándolo, era una lástima que no pudiera llorar más por que tal vez solo las lágrimas serían capaz de transmitir lo maravilloso que era ese momento.
Así se sentía volver a nacer.
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