Temperatura Corporal

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Existen dos clases de dolor en el mundo, el dolor que hiere y el dolor que cambia.

El primer tipo de dolor que Galatea llegó a sentir en su vida fue aquel que simplemente hiere, los rostros familiares ahora borrosos en ese tiempo eran tan claros y tan reales que representaban la pesadilla de un niño.

Jamás sufrió de hambre, claro que no, por que a ojos de Riful era tan valiosa como la mujer postrada a su lado.

De bella melena ondulada y negra, piel tan pálida que con el mínimo toque se pondría morada y un rostro inocente que jamás se escaparía de los ojos de los transeúntes.

Solo una mercancía, nada más, aún que nunca lo entendió. Después de todo como le explicas aquello a una niña que no sabe ni hablar.

Los días eran rutina, esperando el cálido amor de una madre que nunca llegaba y que en cambio se escuchaban sus gemidos de dolor al otro lado de la pared, así como los jadeos de uno de los tantos hombres que venían a verla.

Al principio, cuando uno de ellos le entregaba billetes a su padre sonriendo, no entendía el porque más cuando su propia madre terminaba tendida en una equina temblando.

Fue una verdadera lástima que tan solo al cumplir los tristes cuatro años de edad entendió que era lo que pasaba al otro lado del muro de concreto.

- No se si soy afortunado o desdichado por qué salieras de la vagina de tu madre - escupió mientras tallaba su cuerpo con fuerza y la movía de un lado a otro como una muñeca de trapo - Pero mientras más pronto generes dinero más pronto podré salir de este agujero.

Era una niña de pocas palabras, por no decir que no hablaba en absoluto, claro que nunca fue necesario expresar algo en el mundo en que vivía.

"Así que papá quiere dinero", pensó y muy inocentemente concluyó que si traía dinero de la misma forma en la que su madre lo hacía entonces tal vez y sólo tal vez podría tener cariño de ese hombre.

- Es bueno que no hables, a esos enfermos les gustan calladitas - cuando terminó de lavarla simplemente le seco el cuerpo y le dio una prenda similar a la anterior.

Un vestido descartado que no lograba proteger su cuerpo del frío que siempre asediaba la vieja casa.

- Por lo menos se que en tu primera vez me darás un gran número de monedas - señaló con una sonrisa macabra, mirándola desde arriba - Galatea, mi niña especial.

Escupió con ironía mirando la pobre figura de la infante sentada y mirándolo perdida, una mirada que sólo empeoró cuando las horas, pasaron y alguien llamó a la puerta de su casa.

𝐏𝐑𝐀𝐘 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐄 ⸻ 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora