Avanzó temblando de emocion por la espiral del cielo. Murmuró tu nombre solo para mí, camino entre cadáveres como si no estuvieran allí.
Por favor llama y repite mi nombre como hiciste aquel día.
Te lo ruego solo di mi nombre, por favor una vez má...
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Duele
Duele...
La voz familiar terminó por despertar a Armin de su sueño, encorvándose lentamente bastante desorientado, pero antes de siquiera ponerse a pensar en lo que había pasado y el por que ahora estaba acostado, una figura imponente lo hizo voltear.
Un frío le recorrió la columna mientras el titan colosal de Bertholdt lo mirada derramando lágrimas dolorosas, este tenía media cara libre de musculo y la neblina oscura que los rodeaba solo aumentaba el miedo en el rubio.
Con los ojos abiertos y sin moverse solo se dedico a admirarlo dándose cuenta de que aquello era algo más real que un sueño y menos tangible que la realidad, una alucinación incluso se quedaba algo corta con respecto a aquello.
- ¿Bertholdt? - preguntó una vez que volvió en sí y la imagen desapareció de su cabeza.
A su lado lo quejidos que Sasha se hicieron escuchar a la ves que ver el cráneo vendado de la joven alarmó a Armin.
- Aguanta... - murmuró.
- ¡Sasha! - dijo acercándose para levantar la manda y solo encontrar más vendaje batido de sangre - Esta muy mal herida. ¿Qué pasó?
Estaba angustiado, más que no saber nada simplemente no lo recordaba, como es que terminar ambos sobre la muralla envueltos en mantas y más importante como es que se llegó a estar en tan mal estado.
- ¡Armin! - la voz masculuina de alguien a lo lejos llamó su atención.
Al voltear y encontrarse con la figura de Eren corriendo a toda velocidad hacia él, mientras las lágrimas de felicidad salían de sus ojos esmeralda, se sorprendió por su actitud preocupada.
- Eren - llamó al tenerlo un poco más cerca pero el abrazo inminente de este no logró hacer que Armin dijera algo más.
- Me alegro de que hayas vuelto - con su voz quebrada llegando al oído de Armin, se dio cuenta de que algo realmente difícil había pasado, el abrazo fraternal era algo más que sólo un saludo por la fuerza que el joven aplicaba.
Parecía miedo de dejarlo escapar.
Los temblores sumaron más a su preocupación y fue inevitable intentar verle la cara para obtener una respuesta, pero el sonido de los cables del equipo tridimensional interrumpieron sus pensamientos.
