No Te Dejes Morir

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- ¡EREN! ¡POR FAVOR! - los gritos insistentes de la chica de trenza no paraban a la vez que sus pequeños puños golpeaban la piel dura del titan - ¡Eren despierta ya!

Sentía que se le acababan las fuerzas tras cada golpe y cada grito que soltaba su garganta, al poco rato se quedaría sin voz o eso era lo que ella pensaba.

- Por favor, ayúdame y levántate - murmuró abatida colocando su frente en el pecho del titan, a la altura en donde se debería encontrar el cuerpo de Eren - Yo no puedo sola...

Sentía que sus huesos de hacías trizas y que su voluntad se desmoronaba a cada minuto que pasaba, ¿valía la pena realmente estar ahí intentando pelear?. Quería cerras sus ojos cansados al igual que aquellos años llenos de penumbra.

Aún cuando lo mas preciado en su vida se había ido la vida se volvía tan minúscula, todo le parecía tan cansado, tan aburrido, tan ridículo. ¿Este era el fin que no podía reparar? Donde moría lentamente.

- Este mundo es ridículo, totalmente ridículo - soltó con ironía y riendo un poco, sentía que se perdería en el odio dentro de su mente - Si estoy aquí, incluso con miedo, debo seguir peleando. ¿No?

Siguió hablando sin darse cuenta que Eren era capaz de escucharla entre sueños, siendo consiente de el dolor que sentía y el cual era mucho mas inmenso del que él mismo sintió el día que Karla murió. Era diferente, era mas solitario.

Había perdido todo en aquel desastre.

Cuando Galatea estaba apuntó de rendirse miró hacia arriba e inevitablemente se topo con aquel increíble azul que siempre figuro en los ojos de Erwin, parecía que sus ojos nunca se secarían cuando las lagrimas brotaron de nuevo..

Después de todo cuando lloras, no lloras por lo que lloras, si no que por todas esas veces que no pudo llorar.

Extrañaba a Nanaba, extrañaba a Mike, extrañaba a cada soldado de la Legión que estuvo a su lado que se murió en batalla. Extrañaba a su padre.

Tomo el sable entre ambas manos y lo levantó sobre su cabeza, después de todo ahora tenía la opción de escoger morir por su mano y no había nadie quien la detuviera, tenia la voluntad.

El sonido de las véngalas siendo disparadas lograron que abriera los ojos, el verde humo elevándose sobre el cielo y a lo lejos el grupo de soldados en caballo.

Sabía que Erwin estaba ahí apuntó de morir por un sueño tan ridículo como la pregunta de una niña estúpida, la lágrimas volvía a revolotear en su piel, estaba tan cansada, pero su mente recordó la amable voz de aquel hombre.

𝐏𝐑𝐀𝐘 𝐅𝐎𝐑 𝐌𝐄 ⸻ 𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora