Avanzó temblando de emocion por la espiral del cielo. Murmuró tu nombre solo para mí, camino entre cadáveres como si no estuvieran allí.
Por favor llama y repite mi nombre como hiciste aquel día.
Te lo ruego solo di mi nombre, por favor una vez má...
Las personas se vuelven más fuertes por que tienen recuerdos que no pueden olvidar, a eso se le llama crecer.
A veces preferiría que esa dinámica desapareciera solo para que esa niña se quedara como hasta ahora, con la única preocupación de cuidarse así misma.
Olvidando los deseos de la humanidad.
-Levi Ackerman.
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Durante las primeras horas del día Galatea tenía que dedicarse a absorber todos los conocimientos que le fueran posibles.
Teniendo ya unos seis años de edad era bastante preocupante que su vocabulario fuera limitado y que aún no logrará leer correctamente, ni mencionemos el escribir pues parecía que sus manos simplemente rechazaban esa acción.
Ese día tenía un bonito vestido azul con blanco y su oscuro cabello estaba atado en una coleta, en aquellos días aún era bastante frágil y un doctor la visitaba con frecuencia.
Los rumores de su existencia eran sólo palabras vacías pues un número limitado de soldados conocían la verdad aun que durante ese último años habían muerto en las expediciones.
Erwin pensaba que la pequeña Galatea estaría en un estado de shock por la falta repentina de soldados y por que muchas veces le tocó ver el estado en que regresaban de la expediciones.
Al inicio parecía no ser así pero las insistentes pesadillas que tenia indicaban todo lo contrario, aún que se preguntaba si realmente sería por la muerte de los soldado y no por el lugar de su nacimiento.
Después de sus clases era muy normal mirar a la pequeña niña vagando por la sede de la Legión, el comandante Keith Shadis no estaba en contra de ello pues nunca molestaba a los soldados.
Solo a veces terminaba encontrando su pequeña silueta espiando a una buena distancia al subordinado rubio, con aquella mirada molesta naturalmente.
Como aquel día, que sobre la plataforma frente a todos sus soldados podía ver la mitad del cuerpo de la niña y su vestido adorable asomándose por una de las paredes del lugar.
La pequeña niña había escuchado por parte de Erwin la noche anterior sobre la llegaba de tres nuevos soldados a la legión y que aquellos pertenecían a la Ciudad Subterránea.
Quería mantenerlos vigilados pero no podía negar el tormento del miedo que hacía a sus pequeñas piernas temblar de solo pensar en la existencia de esa gente en el exterior.
