Capítulo 4: Ataque

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Ese día Kion durmió hasta tarde, ya que había estado en las lejanías en la madrugada.
Dormía como un pequeño cachorro bebé de león... con una sonrisa en su rostro, sin darse cuenta de que ya era tarde, y un grito de su amigo e integrante de la guardia del león lo despertó de golpe.
— ¡Kion! ¡Kion! —el que gritaba era Ono, era muy fácil reconocer su voz. Empezó a picotear en su cabeza despertándolo.
— ¿Que pasa Ono? —preguntó Kion algo fastidiado, pero luego vio la entrada de la cueva y podía ver por ahí que ya era de mañana, se había quedado dormido.
— ¡Las hienas! ¡Están atacando a los antílopes! —gritó Ono desesperado.
— ¿¡Que!? —exclamó Kion —pero yo le dije a Janja ayer... —gruñó, mientras Ono solo lo miraba con confusión.
—Eh... ¿Kion? —trato de llamar su atención.
—Guíame Ono —ordenó el leon.
—Afirmativo —dijo Ono, dudando, es la segunda vez que Kion actuaba raro.
Los dos se dirigieron donde se encontraban las hienas.
— ¿Ya avistaste a los demás? —preguntó Kion mientras corría lo más rápido que podía.
—Si, ya están allá peleando contra las hienas —dijo Ono mientras volaba rápido.
Kion asintió.
Tengo que llegar rápido allá —pensó Kion. Puede que de casualidad Janja diga algo a sus amigos sobre su plan...

Llegaron y vieron a Fuli peleando contra Janja, Bunga peleando contra Cheezi y Chungu, y a Beshte contra las demás hienas, que no eran muchas. Los antílopes se encontraban a un costado asustados.
Kion puso una cara asustada.
Rápidamente se abalanzó contra Janja, dejando a Fuli libre.
— ¡Janja! Me prometiste que no atacarías las praderas —susurro Kion a la hiena algo enojado.
¿Prometerte? —rió bajo la hiena —no te lo prometí, solo dije 'no te prometo nada' —sonrió mientras Kion recordaba lo que en realidad había pasado. Janja tenía razón.
Pensó un rato y se le ocurrió un plan.
— ¡Guardia del león! Llévense a los antílopes a un lugar seguro —ordenó Kion mientras Fuli lo miraba algo confundida... ¿dejarlo solo con las hienas? ¿Podrá solo? —yo me encargaré de las hienas.
Janja también estaba confundido, ¿que se proponía el cachorro de león?
—Y Ono tu guíalos y no pierdas de vista a los antílopes, yo estaré bien —dijo Kion con una expresión seria.
—Eh... está bien —dudo Ono.
Los demás integrantes de la guardia del león se llevaron a los antílopes al acantilado, ahí estarán seguros.
Kion y las hienas quedaron solos.
—Así que... ¿esto es parte de tu plan? —sonrió Janja — ¿que te dejen solos combatiendo contra nosotros? —se puso en posición de batalla.
—Si... pero no pelearé contra ustedes —dijo Kion.
—Está bien, mejor para nosotros —sonrió divertidamente a su clan —ahora mi clan y yo tenemos que ir a cazar a otra manada —dijo Janja casi retirándose.
— ¡Espera! —gritó Kion haciendo que las hienas pararan, Janja levantó una ceja esperando a que Kion hablara —yo sé que puedo darles para comer —al decir esto corrió hacia un árbol bajo y cogió una fruta de baobab con su boca, y la llevó con las hienas y se la entregó a Janja —ten —le ofreció.
Janja miró la fruta sorprendido.
— ¿Que es esto? —preguntó Janja haciendo una mueca.
—Una fruta del baobab —sonrió Kion amablemente.
—Si se que es una fruta del baobab —rodó los ojos Janja —me refería a porque me lo das...
—Porque quiero ser amable contigo —sonrió Kion.
— ¿¡Amable!? —río Janja, pero luego miró la fruta —pero... eh... gracias —miro hacia otro lado tratando de evitar la mirada del león.
—Cada hiena se puede llevar una fruta del baobab, como lo hacemos a veces los leones —dijo señalando el árbol bajo.
— ¿Como que a veces? —preguntó la hiena inclinando un poco la cabeza.
—Pues, te lo explico: los leones podríamos vivir solo comiendo frutas, pero estaría mal, estaríamos en contra del ciclo de la vida, así que comemos carne, pero no tanta para tener en equilibrio... —pero Janja lo interrumpió.
— "El ciclo de la vida" si, si... —dijo Janja rodando los ojos.
—Ustedes también podrían comer frutas todo el rato, pero estaría en contra del ciclo de la vida, por eso... — lo volvió a interrumpir.
— ¡Cazamos! —sonrió Janja.
—Ehh... si —sonrió nervioso Kion. Las demás hienas solo miraban a su jefe hablando con su enemigo, luego le preguntarían sobre qué había pasado.
Pero de pronto, Kion escucho un aleteo que se acercaba y vio a Ono, que estaba levantando el vuelo, de seguro la guardia del león ya llevó a los antílopes a un lugar seguro, e iban de regreso —oh no... ¿que hago que hago?
Kion pensó un rato.
— Janja, ¡tú y tus hienas se tienen que ir ahora de las praderas! —gritó Kion con nervios, y luego Janja le puso una mirada confusa, le ha estado hablando con tranquilidad y de la nada le grita —hazlo y luego te explico, llévate las frutas —susurro.
Bien, vámonos chicos y llevémonos estas frutas del baobab Jajajajaja —río Janja mientras rodaba la fruta del baobab como las demás hienas, saliendo de las praderas y entrando a las lejanías.

Bunga se acercó corriendo a Kion.
—Wow Kion, ¡lo lograste! Ahuyentaste a las hienas tú solo —felicito Bunga.
—Eh... jeje gracias —dudo Kion.
Pero Fuli se acercó con una mirada seria al león.
— ¿Que fue lo qué pasó? Te les quedaste hablando y no les rugiste —luego miro el árbol bajo, y vio que no tenía tantas frutas y algunas pisadas... de hiena — ¿¡y se llevaron algunas frutas de baobab!? —gruñó Fuli.
—Si, no los logré detener, pero para la próxima vez, lo haremos todos juntos, no puedo contra las hienas solo —mintió Kion, no quería que se den cuenta de lo qué pasó.
—No te preocupes Kion, al menos no cazaron nada —dijo Beshte con una sonrisa.
Fuli decidió no enojarse más.
—Está bien Kion... perdón por gritarte —se disculpó Fuli.
—No te preocupes Fuli —le sonrió.
Luego, todos se abrazaron, expresando la verdadera amistad y siguieron con el patrullaje.

Mientras, en las lejanías... las hienas le preguntaron a su líder sobre lo que había pasado...
Se encontraban en el volcán, Janja estaba sentado en una roca alta, donde era su lugar como líder, y las demás hienas estaban al frente de el.
—Janja, ¿que fue lo qué pasó? —preguntó Cheezi con la lengua afuera como de costumbre.
— ¿Como que fue lo qué pasó? —preguntó Janja.
—Con Kion, ¿y esa conversación? —preguntó Nne.
Janja sonrió malvadamente.
—Esperaba el mejor momento para contarles lo qué pasó esta noche —contaba Janja mientras se paraba de su "trono" y rodeaba a su clan —Jajajajaja ¡este será nuestro plan más grande!

La guardia del león ayudó a varios animales ese día, luego de que las hienas se fueran.
Ayudaron a Mbeya y a Kifaru, los rinocerontes, se habían atorado sus cuernos en unos árboles, sus picabueyes como Mwenzi se habían ido de "vacaciones" según ellos. Pero no importaba, al día siguiente iban a volver.
Luego ayudaron a unas cebras, aunque sonara tonto el problema... tenían un "gran" problema sobre sus franjas, si, era algo tonto... pero igual ayudaron.
Luego a unos damanes a llegar al gran manantial para que beban.
Y finalmente, salvaron a Hamu de la flota de Makuu.
Un día largo, pero exitoso.
Tal vez para la guardia del león y para los otros animales se haya acabado el día... pero para Kion no... todavía tenía algo que hacer...

— ¿Kion te ofreció su amistad? —preguntó Cheezi mirando a Chungu, aguantando la risa, pero luego soltó una carcajada junto a las demás hienas.
—Jajajaja, ¡Si! Y ahora aprovecharemos esta oportunidad, para conquistar las praderas —sonrió Janja.
— ¡Si! Jaja, pero... eh... ¿como? —preguntó Chungu.
Janja todo los ojos.
—Como Kion confía en mí de que seré su amigo, aprovecharé eso, me ganaré su confianza, nos dejará vivir en las praderas y en uno de esos días, PUM —río Janja —atacaremos las praderas, y mataremos a Simba y a toda la familia real.
—Jajajajajaja —rieron las hienas.

Kion, sin saber sobre el plan que tenía Janja, siguió con su plan de ofrecerle su amistad.
Cayo la noche, se durmieron todos los animales, y salió de la cueva, tomando el atajo para llegar a las lejanías.
De nuevo, tenía que pasar por el territorio de Fuli.
Esta vez, Fuli estaba despierta mirando las estrellas... esto era... extraño, Fuli nunca lo hacía, Kion una vez se lo enseñó, pero al parecer a Fuli no le importó mucho...
Mira las estrellas —le decía Kion —todos los reyes del pasado están allá arriba, cuidándonos...
—Ahh si... —bromeó Fuli sin creerle.
Pero... ahí estaba la cheetah, mirando las Estrellas.
Kion quería preguntarle, pero... no podía... si le preguntaba ahora, ella le iba a preguntar que estaba haciendo ahí, y si le preguntaba al día siguiente, ella iba a preguntar de porqué la estaba viendo o espiando.
Mejor no preguntar.
Luego, siguió su camino.
Cómo Fuli escucho pasos, volteo y vio a un cachorro de León, pero no logró ver muy bien su rostro, así que no distinguió quién era.
— ¿Es Kion? —se preguntó.

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