Capítulo 21: Tristeza y dolor

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Ya no eran tan temprano como antes, cuando un cachorro de León y hiena hablaron con los reyes, para que las hienas pudieran vivir en las praderas, respetando el ciclo de la vida.

Estos dos protagonistas, se dirigían a las lejanías, con un paso ni lento ni tan rápido, normal.
Kion estaba calmado, había hablado con su familia y sus amigos, y todo salió bien. ¿Lo exiliaron? No
¿Le gritaron? Bueno, pues si, pero aunque le haya molestado un poco y lo haya asustado, ya se lo esperaba.

Janja, no estaba muy calmado, estaba feliz, y un poco asustado —aunque trataba de no estarlo —además, se sentía algo triste e incómodo, pues algunos de los animales de las praderas —ya que la mayoría recién se estaban levantando —lo miraban con miedo, ¿que hacía una hiena ahí? ¡Una hiena!
Pero al ver que estaban junto a Kion, se tranquilizaron, un poco.

Llegaron a las lejanías, y decidieron primero ir a buscar a Jasiri, antes de ir por el clan de Janja.

La encontraron jugando junto a dos cachorritos de hiena, uno era macho, y la otra era hembra.
Que adorable y linda se veía Jasiri jugando con estos dos cachorros, mientras reía y se divertía.
Kion sonrió al ver esto.
Mientras Janja agachaba las orejas, no porque este celoso o algo parecido, sino porque le recordaba unos momentos, que en serio le dolía recordarlos, quería borrar esos recuerdos, pero no podía...
Cada vez que los recordaba, sentía un vacío... se sentía algo solo y triste...
Negó con la cabeza, no era el momento adecuado para pensar en eso.
Aunque siempre lo hacía.

—Jasiri —llamó Kion mientras le sonreía, no burlonamente, sino dulcemente.
La hiena hembra levantó la mirada, y vio a su amigo león y a su... ¿enemigo? ¿O simplemente una hiena?
—Hola Kion —saludo Jasiri sonriéndole también, pero... también le sonrió un poco a Janja, pero el solo le sonrió unos 3 segundos, para luego volver a su cara seria.
El líder de la guardia del león le contó todo a su amiga hiena, sobre todo que salió bien, no podía borrar su sonrisa de su rostro, y Jasiri solo lo escuchaba atentamente también sonriéndole.
—Y... le pregunté a mi padre si puedes vivir en las praderas con tu clan... y dijo que si... ¿quisieras? —preguntó Kion con una sonrisa nerviosa.

A Jasiri se le borro un poco la sonrisa.
—Gracias Kion pero... —suspiró —este es nuestro hogar, si, son las lejanías, no es un lugar tan bonito, pero... es nuestro hogar, aquí nacimos, y aquí crecimos... y... aquí nos conocimos... no lo puedo abandonar... kwetu ni kwetu

El hogar es el hogar

Igual, aunque no viviera en las praderas, Kion prometió que sus hienas podían recibir comida, claro, respetando el ciclo de la vida.

Luego de la respuesta de Jasiri, fueron por el clan de Janja, los recogieron, y fueron a las praderas —mientras Janja guiaba a las hienas —.

Llegaron a las praderas, y las hienas no podían cerrar la boca, estaban... sorprendidas, estaban caminando en las praderas... sin que un rugido los mande a volar.

Eso si era hermoso.

Kion conocía perfectamente las praderas, pues vivía ahí, pero no solo por eso, al ser líder de la guardia del león conocía todo, habían problemas por todas partes, y con animales también.
Pero también, en su niñez. Cuando era un cachorro pequeño, e iba con Bunga a jugar, se metían en muchos problemas —como Simba y Nala de cachorros —. Cualquier animal que veía a Kion haciendo sus travesuras, rápidamente sabía, que era hijo del rey.
Una vez, Kion y Bunga estaban jugando, corrían y corrían, aunque... no estaban solo jugando, estaban escapando de Zazú... y planeando hacerle algo...

...

— ¡Kion! ¡Bunga! ¡No se alejen! —gritaba Zazú desesperado mientras los buscaba.
Miraba por todas partes, pero nada.
No era el de la vista más aguda.
Kion y Bunga se encontraban en unos arbustos grandes, ocultos, mientras se aguantaban la risa. Era divertido escapar de Zazú y verlo desesperado. Era malo hacer eso, si, pero eran sólo niños.
Zazú aterrizó para buscar por tierra, paso adelante del arbusto, era el momento.
Kion y Bunga intercambiaron miradas y sonrieron, para luego lanzarse encima de Zazú, asustándolo.

Tú Puedes Cambiar | La Guardia Del León Donde viven las historias. Descúbrelo ahora