Capítulo 17: Después de la lluvia

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Kion tenía una expresión nerviosa y asustada en su rostro por lo que planeaba decir...
— ¡Ja! no te pongas nervioso ni hagas esas muecas, se que estás nervioso y asustado por lo que planeas decir —dijo Janja mirando a Kion mientras levantaba una ceja.
Kion soltó un suspiro ignorando lo que le dijo la hiena.
—Janja... si te preguntara ahora si respetas el ciclo de la vida... —lo miro con una expresión triste y dudosa — ¿tu respuesta sería si? O... ¿no?

Hubo unos incómodos minutos de silencio.
Janja solo miraba a otro lado con una mirada perdida, pero no una mente perdida...
—No lo se —fue lo único que dijo, y esta vez, sin nada de mentiras.
Esto fue una gran sorpresa para el cachorro de León.
Esperaba que dijera "no", aunque quería que dijera "si", pero sabía que era poco probable.
De pronto, algunas gotas de agua empezaron a caer.
Estaba lloviendo.
Kion alzó la vista para que una gota de agua le caiga en su nariz, haciendo que Kion sacudiera un poco la cabeza.
Todavía no llovía mucho, pero si iba a empezar a llover más...
—Janja, eres una buena hiena —río un poco nervioso, mientras Janja solo le levantaba una ceja, sin mostrar ni una emoción —si te tomas el tiempo en conocerte... divertirme contigo y hablar contigo...
Janja gruñó.
—No digas eso —lo calló y Kion dejó de hablar al instante —no soy una buena hiena —miro al suelo, como si estuviera aguantándose decir algo... algo misterioso e interesante ocultaba esta hiena adolescente... pero al mismo tiempo... quería contarle...
Esto solo lo sabían las hienas...
Hace tiempo que no mencionaba el tema... años... se había quedado olvidado esto en varias hienas, menos para Janja... pero para el... marcó una etapa muy importante en su vida...
Empezó a llover más.
No caía solo una gota, caían varias.
—El y yo éramos buenos, ¡digo! Era bueno —se puso nervioso — pero ya no lo soy —levanto la cabeza con una expresión seria, mientras sacaba sus garras y las enterraba en el suelo, suave ahora, como un barro, ya que el agua de la lluvia volvió al suelo más suave.
Kion, solo lo miraba y escuchaba con atención.
—Pero... si entonces fuiste bueno... ¿por qué cambiaste? —preguntó Kion confundido.
—Kion, los leones y las praderas lo hicieron —gruñó Janja mirándolo con odio, olvidando por un momento todo ese momento de diversión que tuvo con el.
Kion se sorprendió —Ustedes, nos desterraron...
—Por que las hienas sirvieron a Scar —dijo Kion, pero Janja empezó a negar con la cabeza.
—El antiguo clan de hienas sirvieron a Scar, ¿pero mi clan y yo? —soltó una pequeña risa —ni siquiera pertenecimos a su ejército, mi clan y yo nacimos justo unos pocos días después de que Scar fuera derrotado... y justo en el momento cuando Simba decidió desterrarnos, a todas las hienas... para las hienas que sirvieron a Scar era justo, pero para nosotras... no...
Kion abrió los ojos por la sorpresa.
"Tuvimos que ir al cementerio de elefantes, un lugar cerca de aquí, pero ahora, ya no existe... fuimos desterrados... solo éramos cachorros... no habíamos hecho nada malo... nuestros padres si....
Simba, lleno de odio todavía, quiso matar a las hienas... sacarlas del ciclo de la vida...
Nuestros padres tuvieron que dejarnos aquí en las lejanías, no ocultándonos, sino por qué según ellos éramos un estorbo para que ellos pudieran huir, ellas si eran malvadas con nosotros...
Pero el castigo vino rápidamente, las leonas de Simba los mataron, y solo quedamos nosotros los de mi clan... y las de Jasiri...
Desde ahí, siempre quise ir a las praderas, no para destruirlas y menos conquistarlas, solo para que mi clan y yo viviéramos felices..."
Suspiró.
"Pero jamás llego ese día... y cuando Simba se enteró de que todavía vivíamos nosotros, no mando leonas a matarnos, nos dejó viviendo, pero sin comida, ni agua... arreglándonos por nuestra cuenta.
Yo pensaba de que Simba iba a entrar en razón, ¡de que nosotras no habíamos hecho nada! No habíamos dañado a nadie, pero me di cuenta, que ese día no iba a llegar... Simba jamás cambiaría, y si no hacía nada... íbamos a morir de hambre mi clan y yo... así que decidí hacer un cambio...
La falta de comida, el agua... todo... me cambió... me di cuenta de que nunca nos aceptarían en las praderas, que a veces la vida no es justa... y decidí vengarme, nosotros no hicimos nada... fue injusto..."
Kion empezó a agachar las orejas.
"Desde ese día, mi clan y yo cambiamos, y decidimos conquistar las praderas, destrozarlas, causar todo el caos que podamos, vengándonos..."
Kion quería hablar, pero no encontraba las palabras...
— ¿Y Jasiri? Ella es buena y... vive feliz —dijo Kion.
Janja gruñó y le levantó una ceja.
—Ella fue de mi clan Kion, perteneció a mi clan —dijo Janja mirando al frente —no hablábamos mucho, pero perteneció a mi clan —volvió a resaltar —cuando yo y algunos de mi clan cambiamos, decididos a vengarnos, pero las otras hienas que no querían, que todavía tenían las esperanzas, no querían dañar a nadie... y así se formó el clan de Jasiri —miro al suelo pensando un poco.
Kion ahora entendía todo, todo tenía sentido ahora.
Además, el también entonces... lo había juzgado... si, Janja había hecho cosas malas... muy malas, pero... tenía sus razones, aunque igual esté mal la venganza.
—Janja y-yo... yo no quería haberte expulsado de las praderas todas esas veces... Se que estaba mal lo que hacía, pero tal vez debí haber hablado contigo o haberme puesto en tu lugar y-y...
—Olvídalo, cachorro de León —lo miro con el ceño fruncido y gruñendo con los dientes —no será fácil perdonarte, y cambiar, no lo sé —se volteo dándole la espalda a Kion.

Kion quería hablar, quería decir algo, romper ese incómodo silencio. Todo había ido tan bien. Jugar en la cascada. Divertirse. Divertirse como hace tiempo. Mucho tiempo. Ya no jugaba mucho por estar alejado de sus amigos.

Decidió retirarse, y dejar a Janja sólo un rato.
Esto si fue muy incómodo para los dos.

Janja, luego de varios minutos —que al parecer fue una hora— se dio cuenta de que Kion no estaba, se había ido, pero no le importo.
Si, se pasó todo ese tiempo pensando en su pasado, y en el odio que tenía con los leones y las praderas.

Unos pocos minutos después, un leon cachorro llegó al costado de la hiena, con una mirada de tristeza, y con un daman —cazado —en sus dientes, al parecer este león se aguantaba las lagrimas, nervioso, dejó al daman cazado en el suelo, al costado de Janja.
Lentamente, Kion levantó la cabeza, mirando fijamente a la hiena, mientras Janja solo lo miraba de reojo.
—Se que será difícil que me perdones, pero... te doy esto —con su nariz señaló al daman en el suelo.
Janja levemente con sus ojos miró al daman.
—Tómalo, basta de gusanos, tal vez eran sabrosos, pero... eso no repara el daño que los leones te hicieron... A ti y a las demás hienas... —suspiró pesadamente —pero... tal vez me puedas perdonar, prometo darte la vida que siempre deseaste, junto a tu clan, vivirán felices, respetando el ciclo de la vida...
Janja abrió los ojos por la sorpresa.
¿Aceptar sus disculpas y poder vivir con su clan felices en las praderas?
¿O rechazarlas y ver el dolor y la tristeza en el rostro de su mayor enemigo?

...

Kiara estaba camuflada en el alto césped, con una manada de gacelas al frente.
Nunca había cazado, era aún una cachorra.
Pero esto que iba a cazar era para su hermano. Su hermano que a veces lo molestaba —o mejor dicho, ella lo molestaba— tenía que hacerlo.
Suspiró, preparándose para cazar una gacela.
Saltó.
Sacó sus garras y se abalanzó en una joven gacela, cazándola.
— ¡Si! —pensó victoriosa Kiara. ¡Su primera caza!
¡Cuantas ganas de contárselo a sus padres!
Decirles: ¡Padres! ¡Lo logre! ¡Cacé una gacela! ¡Sola!
Pero sacudió la cabeza... no podía... esto era un secreto.
Tal vez más adelante podría decírselo a sus padres, se pondrían muy orgullosos.
Ahora sólo tenía que llevar la gacela cazada a escondidas a las lejanías para Kion...

...

Janja seguía mirando el daman en el suelo.
¿Aceptar las disculpas o no?
Suspiró.
—Kion... te perdono —dijo Janja evitando su mirada, había olvidado por completo su verdadero plan, y solo se concentraba en el presente. Pudo ver en los ojos del león que se estaba arrepintiendo —yo también he exagerado... igual no debí haber cazado ni provocar caos en las praderas...
Kion sonrió.
Se acercó a Janja y lo abrazó.
Janja abrió los ojos de la sorpresa.
Kion estaba a su costado, muy cerca de él, abrazándolo.
No sabía qué decir la hiena... esto fue muy extraño para el.
Pero decidió aprovechar el momento, los dos consiguieron en ese momento lo que querían.
Kion pudo disculparse y Janja lo perdonó.
Y ahora Janja podrá vivir con su clan felices en las praderas.
De pronto, dejo de llover, ya no llovía.

Janja decidió llevarse el daman a su territorio, y ahí lo comería.
En el camino a las lejanías, ninguno de los dos habló, cada uno estaba en sus pensamientos.
Kion repasaba una y otra vez ese momento en las cataratas Hakuna Matata.
Janja, también lo hacía, pero... se acordó de algo muy importante... su verdadero plan...

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