-Métete de una vez, anda. - empujo al rufián dentro de la patrulla. Todos los presentes observamos como el pobre, si así se podía llamarle, perdía sangre hasta por las orejas.
-Yo creo que le has partido la cabeza literal. - dije acercándome al agente Torres. Él levanto la vista de su libreta, en la cual escribía quien sabe qué y me observo detenidamente.
- ¿Cómo te llamas?
-Vaya, que se ha puesto frío aquí. - me referí disimuladamente a su forma de hablar. - Stella, Stella Cruz. - escribió lo mismo que había dicho en aquella libretilla.
-Bueno, Stella Cruz, vas a tener que acompañarme tu también a la comisaría. - me aseguré de mirar a ambos lados para saber exactamente que se refería a mí. - Eres la testigo principal de un robo, intento de secuestro y desacato. Necesito que vengas conmigo para atestiguar en contra de esa mugre de allí. - señaló con el mentón hacia adentro de la patrulla.
-Creo que me ha bajado la presión.- dije caminando dos pasos hacia atrás.
-Nada de eso, anda, que te acompaño. - se acercó a mí.
- ¿Iremos en la misma patrulla? - pregunté sorprendida.
-Pues no tengo otro vehículo aquí, así que sí, iremos en el mismo coche. - sonreí totalmente desubicada. Esto no podía estar pasando.
- ¿Por qué no van los demás? ¿Qué hay de Samuel y Mario? - me quedé estática en mi lugar, no iba a moverme a menos que dijera algo que me convenciera totalmente.
-Pues, ellos dos están heridos, primero tienen que valorarlos en un hospital y luego podrán pasarse por la comisaría. - Posó una de sus manos tras mi espalda sin ningún permiso y me empujo levemente hacia adelante. - Tú y yo hemos presenciado algo más que ese robo, te han intentado secuestrar, así que debes ir.
- ¿Eres de tener mucha paciencia? - pregunté mientras evitaba que me llevase a ese coche. Él ladeó su cabeza inseguro en forma de respuesta. - porque no quiero irme de aquí, no quiero subir a ese coche y mucho menos con la persona que ha tratado de robar un lugar y secuestrarme. Tengo muy en claro que éste no es el protocolo correcto para manejar la situación. - dije lo más rápido que mi cerebro me dejo. Rodó los ojos ya cansado.
-Anda gorda, que no tenemos todo el día para ti. - gritó el imbécil que se encontraba dentro de la patrulla. - sube si vas a subir y si no vete a tomar por culo, de todos modos, el espacio es reducido, no vaya a ser que nos falte el aire.
-Bien nos vamos. - dije esquivando a Torres para subir a la patrulla. Obviamente no me iba a subir detrás, eso era exclusivo para reos, como una hermosa dama me subí al copiloto.
-Si te doy comida a cambio ¿puedes testificar a mi favor? - dijo gracioso el idiota de atrás.
-Calla ya, trastornao. - Torres golpeo la rejilla que separaba a los asientos de la patrulla y el reo tras de mi se asustó tal vez un poco. - Como le faltes el respeto una vez más te termino de arrancar los dientes que te quedan. - amenazó.
Me puse el cinturón de seguridad y observé hacia adelante tratando de superar las palabras que me había dicho aquel hombre.
Torres dirigía su mirada cada tanto hacia mi lugar, pero no hacía más que eso. Se mostraba distante, agresivo y frío. Por lo que no me daban ganas de conversar con él, o al menos no ahora que había sido prácticamente obligada a subirme aquí.
- ¿Estas bien? - siguió su impulso de preguntar.
-Tiene hambre. -Dijo el tipo de atrás, cerré mis ojos y me concentré en no hacerle detener el coche a Torres para bajarle del auto y golpearlo hasta el cansancio.
- ¿Te gusta tu rostro? - preguntó al hombre el agente a mi lado. Él asintió sonriente. - ¿Y por qué insistes en que te desfigure? - le miró por el espejo retrovisor, serio.
Los tres nos mantuvimos en silencio hasta llegar, había un gran movimiento afuera de la comisaría. Patrullas encendidas y agentes caminando apresurados de un lado a otro. Torres frunció el ceño y estaciono mal.
-No se te da bien estacionar ¿no?- pregunté antes de bajar. El no respondió, tan solo bajó al mismo tiempo que yo.
-Quédate aquí, iré a ver que sucede y vuelvo enseguida.- lo observé con miedo.- no te preocupes, el imbécil esta esposado y no tiene manera de abrir esas puertas. Se abren desde afuera.- aseguró mi tranquilidad.
Me quedé parada al lado de la patrulla viendo como él se retiraba apresuradamente del lugar.
-Cariño, sácame de aquí anda, que tengo un tiro en la mano y me desangro. - habló fuerte a través de la rejilla de la patrulla aquel reo. Miré hacia otro lado, iba a ignorarlo cuanto pudiera.
Torres llegó casi corriendo a mi lado lo que hizo sobresaltarme casi de inmediato.
-Nos vamos ahora mismo de aquí, no puedes estar en la calle. - me tomó del brazo y prácticamente me arrastró hacia adentro. Ni siquiera supe en qué momento llegué yo a sentarme en una oficina, pero allí estaba, sola.
Una mujer, de esas que sabes que son coquetas tan solo con observar sus tacones, entró a la oficina en la que estaba.
- ¿Stella Cruz? - Pregunto mientras se sentaba frente a mí. Asentí dudosa.
- ¿Estoy detenida? - cuestioné para tratar de aclarar la situación en la que estaba. Ella negó.
-He venido en lugar del agente Torres, él se encuentra ocupado ahora mismo y me ha pedido que te acompañe. - me acomodé mejor en el asiento y le presté atención. - Digamos que te has metido sin querer en un gran lío. - fruncí mi ceño. - Resulta que los que han robado en el local donde trabajas tienen una fuerte conexión con un mafioso que estamos tratando de localizar hace cinco meses. Y ellos han escapado de las patrullas en donde los traían, con ayuda, claramente. - abrí mis ojos de par en par.
- ¿Van a matarme? - dije exaltada.
-No, Stella. Estás aquí y te cuidaremos lo mejor posible.- eso no me dio ninguna tranquilidad.
- ¿Por qué están conectados con la mafia? ¿No se supone que a la misma no le interesan estos tipos de robos "pequeños"?
-La modalidad es así. - ella se acomodó mejor para explicarme. - Estas personas le deben gran cantidad de dinero a la mafia por comprar droga y prometer un pago que luego no realizan. La mafia los amenaza o amenaza a sus familias y ellos salen desesperadamente a robar cualquier cosa, en este caso tu trabajo, para recaudar dinero fácil. - suspiré, vaya mierda.
- ¿Y qué tengo que ver yo?
-Pues tu eres la principal involucrada dado que has sido testigo del robo y, además, por lo que me contó Torres, has evitado un secuestro y has ayudado a detener al tercer hombre. - la observé aun sin entender- tú serás la que atestiguará en su contra. Serás la que le quite la oportunidad a la mafia de cobrar su dinero.
- ¿Y si no quiero atestiguar? Puedo renunciar a ello ¿no? No quiero tener nada que ver con esto.
-Lamentablemente los hechos han ocurrido frente a un agente de la policía, él debió registrar todo lo sucedido ante un juez y tú ya estas ingresada en el expediente.
-No puede ser...- mis nervios aumentaron.
-Torres no puede hacer como si nada hubiese pasado, eso significaría una gran sanción en su contra. Ha hecho lo que debía. - ella me observo con algo de pena. - Te cuidaremos lo mejor posible, debes mantenerte tranquila.
- ¿Puedo irme? - negó con su cabeza. - ¿Entonces se supone que tengo que vivir en la comisaría? - hablé histérica, también negó.
Alguien golpeó la puerta de la oficina y ella se levantó a atender, pero al ver a la persona que estaba afuera salió, dejándome sola allí, vacilando completamente.
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La chica del expediente.
RomanceStella trata cuidadosamente de no romper el protocolo del programa de protección a testigos, pero con Jairo Torres, el guapo policía que le cuida, es prácticamente imposible. Ambos intentarán sortear todos los obstáculos que se les presentan y graci...