-Escuchen, los dos.- dijo uno de los hombres que estuvo en la reunión, nos lo encontramos en un pasillo a la salida de la comisaría. Los hombres que me custodiaban se detuvieron frente a él.- no me interesa que es lo que haya pasado entre ustedes antes, ahora deben ser un equipo. Sean responsables y eviten sanciones.- advirtió. Ambos asintieron y el hombre se retiro del lugar.
No se llevaban para nada bien, eran como perro y gato. Cada vez que uno decía algo, el otro le contradecía. Tenía una gran incertidumbre con respecto a nuestra convivencia. Lo único que era seguro, era que todo se iba a poner más difícil de lo que ya estaba.
-Tenemos que irnos.- dijo Gonzales serio. Jairo se posiciono a mi lado y los tres caminamos hacia la salida.- el coche nuevo esta en el estacionamiento, supongo que ya conocen esta parte del protocolo.
-Ya tenemos el nuestro.- respondió Jairo mostrándole las llaves del automóvil de Gloria. El otro agente alzó una ceja, aquí vamos de nuevo.
-¿Es un coche oficial?- Torres lo negó y Gonzales sonrió altanero.- Me parece que aun no tienes las cosas muy claras. Ese automóvil que ustedes supuestamente tienen podría estar plenamente identificado.
-Pues no lo está. Lo podemos utilizar tranquilamente.- los observe a ambos, su lenguaje corporal demostraba que ambos estaban en posición de ataque constante.
-¿Quieres una sanción? porque no tengo problema de ir con nuestro superior a explicarle lo que sucede.
-¿Tu te crees que yo te tengo miedo?- Jairo avanzo hacia el y entonces decidí interponerme entre ambos. Si no los detenía era seguro que se comenzarían a golpear en cuestión de segundos.
-Haremos lo siguiente.- plantee- Gonzales, ¿puedes conseguir a alguien que lleve el coche de mi amiga hacia su casa? Solo deberá estacionarlo y dejar la llave en lo de la vecina de al lado.- el asintió y Jairo suspiro molesto detrás de mi.- Iremos en el automóvil nuevo y evitaremos cualquier otro problema.- me voltee hacia Torres, el me observo serio.- Gloria necesitará a su coche tarde o temprano, terminemos con esto de una vez.- pedí. El suavizo la mirada, creo que lograba entenderme de alguna manera. Estiré mi mano y puso las llaves sobre ella.
-Eres buena domando a la fiera.- susurró Gonzales en uno de mis oídos.
-Suficiente.- se abalanzó sobre nosotros, en un movimiento rápido me movió del medio y comenzó a golpear a su compañero. Varios agentes se acercaron a la escena para tratar de separarlos pero era casi imposible. Verlos dañarse de esa manera me hacia sentir indignada, tanto que unas pequeñas lagrimas amenazaron con salir de mis ojos.
-¡Torres! ¡Gonzales! -el hombre que anteriormente había amenazado con las sanciones apareció frente a ellos, trató de separarlos también pero estaban totalmente cegados. No pude contener mas las lagrimas así que solo aflojé el cuerpo y comencé a llorar. Quería salir de allí y no iba a esperar la escolta de nadie, igualmente me había vuelto invisible en el lugar. Camine apresurada sin rumbo, mi cuerpo temblaba, lo que había visto era peor que cuando nos atacaron. No entendía por que ellos se odiaban tanto.
Salí al estacionamiento y aproveche que tenía la llave del automóvil para subirme a él. Deje las copias del informe que me habían dado sobre el asiento del copiloto y me quedé allí, divagando.
Después de unos minutos una idea se instaló en mi cerebro, no necesitaba una custodia para que me acompañe a la casa nueva, podía hacerlo sola. Aunque era peligroso, lo haría igual porque cuando algo se me metía en la cabeza lo hacía. Y la verdad era que quería evitarme todos estos problemas con los dos agentes que ya me estaban enloqueciendo.
Comencé a conducir tratando de encontrar la dirección que estaba escrita en el informe pero me di cuenta de que era tan lejos que no tenía idea de donde era así que me detuve frente a una tienda. Busqué dinero en la guantera, sabía que Gloria guardaba allí un poco por alguna emergencia así que en cuanto lo encontré lo tomé prestado.
Bajé del coche apresurada, si demoraba mas caería la noche y no era lindo conducir en la oscuridad, mucho menos cuando unos mafiosos me buscaban.
-Buenas tardes, ¿por casualidad tendrá un mapa para venderme?- le pregunté al vendedor. Él asintió y se fue a buscar uno. Por mientras elegí algunas golosinas para comer en el camino, no me vendrían mal.
-Esta algo viejo, usualmente no se compran muchos mapas después de la llegada del gps.- el hombre me alcanzó lo que le había pedido y le pagué por todo.
-Se me ha roto el móvil.- justifiqué con media sonrisa. Él respondió con el mismo gesto y salí del lugar. Desplegué el mapa y busque bien la dirección, al fin había encontrado el lugar y sabía como llegar. Eran como cuarenta y cinco minutos de viaje así que me preparé mentalmente para conducir todo ese tiempo. No había tenido la oportunidad de comprarme un coche así que no estaba acostumbrada a conducir tanto.
Encendí la radio y active la lista de reproducción de Gloria, ya la conocía, cuando salíamos nos dedicábamos a cantar cada canción que sonaba. Abrí el paquete de dulces e inicie mi viaje.
Pensé en Jairo y en como se había puesto, no entendía por que se enojaba tanto con Gonzales, era tanta energía negativa que lograba cambiarlo totalmente. Había conocido otra de sus facetas y esta no me gustaba para nada.
El sol estaba cayendo y con el todo el cansancio que tenía sobre mis hombros, creo que era peor tensionarse constantemente, me afectaba mas.
Cerré los ojos por unos segundos y luego recordé que estaba conduciendo. No iba a cometer otro acto torpe, siempre termino herida por ello así que estacione a un lado de la carretera. Solo iba a descansar un poco y seguiría luego. Mejor prevenir que curar.
Apague el coche y recliné el asiento. En instantes me quede dormida.
No se cuanto tiempo dormí pero me despertaron una fuertes luces que se reflejaban en los espejos. Pude ver como dos hombres bajaban con sus armas y me asusté, me habían encontrado y no tenía a los agentes conmigo. Volví a poner el asiento en su lugar rápidamente e intente encender el coche, escaparía y si no podía pues moriría en el intento.
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La chica del expediente.
RomanceStella trata cuidadosamente de no romper el protocolo del programa de protección a testigos, pero con Jairo Torres, el guapo policía que le cuida, es prácticamente imposible. Ambos intentarán sortear todos los obstáculos que se les presentan y graci...