Capitulo 35

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Lo abracé hasta que ambos cayeron rendidos. No pude evitar soltar algunas lagrimas, esta situación me superaba completamente. Acaricié el rostro de Jairo delicadamente, se veía tan pacifico. 

-Te amo.- dije dándole un corto beso en los labios. Sabía que después de esto el no iba a perdonarme, le he mentido y lo he drogado para que no me siguiera. De alguna manera u otra no estaba confiando en él, pero la realidad era que no quería que le hagan daño. No podría superar perder a mi abuela y también a el. Así que prefería que siguiera vivo, aunque alejado de mi, a que este muerto. 

Me levante del sillón y observe a Luca, también estaba profundamente dormido. Busqué las llaves de la camioneta en sus bolsillos, sabía que las tenía guardadas por si me escapaba y resulto ser así. Creo que no contaban con que los dormiría. Camine hacia la habitación y dentro del ropero busqué el arma de Jairo, lo había visto muchas veces sacarla para limpiarla y volverla a guardar. Ya tenía claro como debía utilizarla, con la pequeña lección que Luca me dio aquella vez y escuchando como conversaban acerca de armas en el día a día, pude medianamente aprender a utilizarlas. Revise que estuviese cargada y la aseguré con el seguro. Suspiré, un tiempo atrás ni siquiera me hubiese animado a esto, pero debía tener alguna cosa que me asegurara la vida y esta arma era lo único que tenia. La puse detrás de mi espalda y acomodé el móvil en uno de mis bolsillos, estaba lista para marcharme. 

Camine hacia la salida mentalizada en el camino, sabía por donde debía ir, había visto por donde había conducido Jairo. 

-Stella...- le escuché decir en un susurro, me asusté, si despertaba no me daría tiempo a nada, él era mas rápido que yo.  Abrí la puerta nerviosa.- Stella, no te vayas por favor.- Vi a como Jairo abría un poco sus ojos, se estaba desesperando por levantarse pero el medicamento era tan fuerte que lo había debilitado. 

-Lo siento.- tapé mi boca para no hacer ningún otro ruido, estaba tan angustiada que el llanto salía sin permiso de mi. Antes de cerrar pude ver como trataba de levantarse pero cayó al suelo, no podía ayudarlo, si lo hacía perdería la oportunidad de salvar a mi abuela. Carré la puerta y corrí hacia la camioneta. 

La encendí y aceleré, tenía que irme cuanto antes. Sabía que Jairo era fuerte, pero no tuve en cuenta que su cuerpo podía aguantar tanto. 

Después de veinte minutos de viaje quité el móvil de mi bolsillo, tenía que llamar a Núñez para avisarle que ya había podido escapar. Aún me quedaban dos horas y media de viaje, lo suficiente como para hacerme perder el control y llorar todo lo que no había llorado antes. 

-Señorita Cruz.- preguntó al responder, él quería asegurarse de que fuese yo quien hablaba.

-Estoy sola y ya he escapado.- informé. 

-Has resultado ser mejor que mis dos mejores agentes.- no estaba orgullosa de ello. 

-¿A donde me dirijo?- pregunté cambiando el tema, no iba a seguir su juego de burlas. 

-Debes venir a la comisaría, pero no entrar. Estacionarás enfrente y me llamarás, saldré en cuanto te vea.- ordeno. 

-¿Como esta mi abuela?- necesitaba saberlo para poder seguir adelante, me estaba quedando sin fuerzas. 

-Perfectamente. Te lo aseguro.- No me gusto para nada la forma en que lo dijo, pero ahora era demasiado tarde para todo. 

-Bien, en unas horas vuelvo a llamarte.- indiqué mientras observaba la carretera. La llamada termino y pise el acelerador un poco mas, quería llegar y que todo esto terminara de una vez. 

No pude evitar pensar en mi vida con Jairo si nada de esto hubiese pasado, probablemente seguiríamos juntos, en algún momento nos casaríamos o tendríamos hijos, quien sabe. La realidad era que nada de eso iba a suceder ya, lo había traicionado y no me perdonaría. Y si lo hiciera, igualmente no tenía mucha esperanza de vida con aquellos hombres. Así que esto era definitivamente una separación para siempre. 

Las dos horas pasaron volando, parecía que en ves de estar en una camioneta me encontraba dentro de una capsula de tiempo. Conducía en modo automático, sabía a donde llegar y lo que tenía que hacer, no había mas nada en mi cabeza que eso. 

Estacione frente a la comisaría y llame a Núñez para avisarle que había llegado. Él después de unos minutos salió del lugar alegre, como si nada estuviese pasando y a mi el cuerpo se me llenó de rabia. 

Subió y se sentó en el copiloto, descarado.

-Que bueno que haya podido venir Cruz, ha tomado una decisión inteligente.- dijo mirándome. 

-¿A donde vamos?- pregunté impaciente, no quería ni siquiera hablar con el, pero tenía la obligación si quería recuperar a mi abuela. 

-Derecho quinientos metros y luego a la izquierda, te iré diciendo el camino a medida que avancemos.- Asentí y apreté el volante con fuerza, debía contenerme o le pegaría un tiro en cuanto pudiera. 

Conduje en silencio y atenta a cada movimiento que él pudiera hacer en mi contra. Su móvil comenzó a sonar, una, dos y tres veces. En la cuarta atendió.

-Se ha ido.- escuche la voz de Luca desde el otro lado y la angustia se apoderó de mi.- Stella se ha ido, no sabemos en donde esta, se ha llevado la camioneta.- habló rápidamente, como si estuviese desesperado. El comisario me hizo señas para que me mantuviera callada. 

-¿Como que se ha ido?- Núñez se hizo el desentendido y le mire con mala cara. 

-Jairo ha salido a buscarla, se ha ido corriendo y tampoco se en donde esta, recibo ordenes comisario.- Unas ganas inmensas de llorar se instalaron en mi pecho, pero aguante. 

-Enviaré dos o tres patrullas a donde están, trata de buscar a Torres y luego comenzamos con el operativo de búsqueda, ella no debe estar muy lejos.- dijo y termino con la llamada. Sonrió con ganas y me dieron ganas de matarlo ahí mismo. 

-Debimos mudarnos tres veces por su culpa ¿no?- pregunté, ahora entendía por que siempre sabían en donde estábamos, el mismo Núñez se había encargado de darles nuestra ubicación. 

-Puede ser, igual, no te la has pasado muy mal ¿no?- habló soberbio.- sigue conduciendo, que nos queda un largo camino aún.- dijo acomodándose. Lo vi sacar un arma de su espalda y la mantuvo cerca de mi con su mano izquierda. Creo que quería prevenir algún ataque de mi parte. Nunca llamó a las patrullas, podía sentir desde aquí la decepción de los chicos al enterarse que nadie iría a por ellos. 



La chica del expediente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora