Capitulo 4

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Me moví incomoda, traté de separarme de él lo más disimuladamente posible, pero fallé y me soltó.

-Lo siento. - dijo incómodo. Se paró a su altura normal y camino rápidamente hacia su silla para sentarse. Pude ver como los músculos de sus brazos se tensaban bajo su uniforme y traté de controlar mi respiración. Me acomodé en mi lugar y recordé que tenía el uniforme de trabajo y no me había duchado.

-Disculpa tú. - pude decir solamente, se me caía la cara de vergüenza. El removió varios papeles con las manos nerviosas y luego encendió la computadora. Nos mantuvimos en silencio los minutos necesarios para que todo volviera a la normalidad.

-Tengo aquí tu expediente digitalizado ya, hemos podido inscribirte en el programa de protección de testigos y te han aceptado. - sonrió levemente- es algo bueno, estamos avanzando. - traté de sonreír, pero una mueca extraña se formó en mi rostro, lo supe porque me observo extrañado.

- ¿Cuándo comienza todo esto? - pregunté para quitarme a mí misma de este incomodo momento.

-Ya ha comenzado, desde el momento en que entraste a esta oficina. - tecleó varias cosas mientras miraba la pantalla del ordenador.

Alguien golpeo la puerta y me voltee para ver quién era, Torres le dejo entrar.

-Aquí están las cosas. - dijo Ortega poniendo varios sobres sobre la mesa. - Tarjeta de crédito, un móvil para llamadas y un poco de dinero en efectivo. Las cosas que faltan son porque aún no están listas, pero ya pueden irse, se las enviaremos cuando esté todo listo. - Ella nos observó a los dos. - deben cambiarse de ropa para salir de aquí. Tú por sobre todo. - se dirigió al agente frente a mí. Torres asintió mientras seguía leyendo el expediente. - hemos dejado un coche particular en el estacionamiento de atrás, será suyo hasta que todo termine. Las llaves están en uno de los sobres, al igual que las de la casa- Indicó. La observé no pudiendo identificar de que casa hablaba.

- ¿Puedes encargarte de Stella mientras me cambio? - preguntó el hombre mientras tecleaba algunas cosas más. 

Ella asintió y me miró.

- ¿Vamos? te conseguiré una muda de ropa. - dijo caminando hacia la puerta. Me sentía como una niña pequeña que se orinó en el colegio y la maestra la lleva a buscar ropa nueva mientras esperaba que sus padres la vinieran a buscar.

Me levanté de mi lugar y después de observar rápidamente a Torres, la seguí. Caminamos por los pasillos de la comisaría en silencio.

- ¿Qué talla eres? - preguntó al entrar a una especie de vestidor. Le miré con vergüenza.

-Talla grande. - Respondí entrelazando los dedos de mis manos nerviosa, me ponía demasiado incomoda esta parte de elegir ropa. Ella me miró de arriba abajo, lo suficiente como para hacerme querer salir corriendo de allí.

-Buscaremos algo, tranquila.  - comenzó a buscar ropa en unas cajas de cartón que había en una especie de estantería. A medida que iba encontrando tallas grandes las dejaba sobre una silla cerca de mí. - Tienen dinero para comprar ropa luego, ahora todo es provisorio. - dejó más prendas sobre la silla. - puedes ir probándote estas cosas y te puedes quedar con lo que te sientas bien. - pestañee varias veces, haber llorado anteriormente me había provocado lagañas.

Me probé esas prendas, cualquiera de todas más espantosas. Creo que eran de alguna anciana o algo.

-He encontrado este suéter, es de hombre, pero no lo parece y además es grande. - dijo introduciendo su brazo en el pequeño vestidor en el que estaba probándome todo. Lo tome con una de mis manos y lo observe, era negro y con capucha, perfecto. Me lo puse y me quedo espectacular. Ahora debía solucionar lo que me pondría en las piernas. Me probé varias cosas, pero lo único que me quedaba bien era una babucha bordó, algo extraña, pero al final me la quedé. - ¿Cuánto calzas? - preguntó, escuché que revolvía cosas.

-Cuarenta. - dije acomodándome.

-De ese talle solo hay calzado de hombre cariño. - habló y suspiré, era obvio que no había una gran cantidad de ropa aquí así que supongo que debía conformarme con lo que me quedaba.

-Está bien, solo tráeme algo. - respondí superada. Quité los zapatos de seguridad de mis pies y estiré mis dedos.  Habían sido muchas horas con ellos puestos.

Me puse el calzado luego de salir del vestidor y Ortega me observo algo disconforme.

-Prométeme que te compraras ropa en cuanto puedas. He hecho lo mejor que pude pero no podemos esperar mucho del vestidor de una seccional.- sonrió levemente y le respondí con el mismo gesto.- Vamos, Torres debe estar esperándonos.

-¿A donde tengo que ir con el? ¿No puedo ir contigo?- pregunté rápidamente mientras la seguía.

-Te explicará todo en cuanto estén arriba del coche. Lamentablemente tendrás que ir con él ya que ha sido quien te ha ingresado al expediente y hasta ahora, es uno de nuestros mejores agentes. Estarás bien, tu tranquila. Torres es excelente persona.- abrió la puerta de la oficina y le vi. Estaba con ropa particular, mas guapo que antes.

-Ni siquiera te atrevas a decir algo, ese vestidor es un desastre.- dijo Ortega a mi lado, el me observó detenidamente y sonrió. No era una burla, tan solo una sonrisa algo ¿tierna?.

-Tenemos que irnos antes de que trasladen al imbécil que hemos traído. Ya lo ha atendido un medico.

-¿Le ha quedado bien la mano?- pregunté dado que él le había dado un tiro ahí y me dio un poco de lastima pensar que no le dimos la importancia que necesitaba. Si bien era un delincuente y mala persona, estaba herido y no le atendimos como correspondía.

-Si hubiese quedado manco estaría festejando ahora mismo.- lo observe impactada.- él esta bien, no ha necesitado ninguna intervención quirúrgica mayor.- tomó todos los sobres que había arriba de la mesa y los guardó en su chaqueta.- vamos, que se nos hace tarde.- avanzó a través de la oficina y se posicionó frente a nosotras.

-Suerte cariño, estaremos en contacto.- dijo Ortega antes de ver a Torres salir rápidamente del lugar. Le seguí después de saludar a la agente con la mano y agradecerle por todo.

-¿Puedes especificarme bien a donde vamos?- pregunté posicionándome a su lado mientras caminábamos.

-Lo sabrás en cuanto lleguemos.- Quitó las llaves del coche de uno de sus bolsillos y siguió caminando.

Esto del misterio no me gustaba absolutamente nada.

La chica del expediente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora