-Me pica.- dije rascándome el cuello.
-Deja de rascarte ¿por qué no has entrado a la habitación de pánico?- Jairo se encontraba a mi lado, serio, en el asiento del copiloto. Habíamos decidido huir, si esperábamos a la policía seguramente los dos rufianes despertarían y ahí si nos matarían directamente.
-Me he olvidado de la contraseña.- respondí mirando hacia adelante.
-Me he quebrado el coxis y no podré tener sexo jamás.- Dijo Gloria desde el asiento trasero.
-Era tu deber aprenderte esa contraseña.- sabía que Torres estaba enojado y no iba a discutir por ello.- podrías haber muerto.
-Se suponía que tú me cuidabas.- contra ataque, tal vez si iba a discutir.
-He hecho lo que pude, no es muy fácil pelear contra dos monos prácticamente.- le mire por unos segundos. Su rostro estaba bastante golpeado y uno de sus ojos se estaba poniendo hinchado y morado.- me han quitado el arma.
-Tendré que defecar de pie.- los comentarios de Gloria no aportaban absolutamente nada. Volví a rascarme el cuello.
-¿En donde te has metido? Muéstrame el cuello.- él se acercó a mi para observar mejor la parte donde ya me ardía.
-Tu novia se piensa que es oruga y se ha metido entre las plantas.- Torres me observo extrañado.
-¿En que plantas?- paso delicadamente un dedo sobre la irritación y me molestó de una manera espectacular.
-Debajo de una ventana.
-¿Que ventana?- esté jueguito de saber en donde me había escondido ya me estaba hartando.
-La tuya.- respondí sería. Él sonrió y le mire de mala manera.
-Hay una ortiga allí.- dijo divertido. ¿A quien se le ocurriría plantar una puta ortiga debajo de una ventana? Me aguante el enojo.
-Bueno, al menos ha sido el cuello. Si fuera otra zona no estarías tan tranquila ahora.- acotó Gloria desde atrás.- tenemos que ir a un hospital, necesito que me vean el trasero.
-Ahora tenemos que ocultarnos, no podemos ir a ningún hospital. - Jairo se volteó para ver a Gloria- un gusto.- le sonrió levemente.
-Yo conozco a un médico.- dije mirando el camino. Solo estábamos dando vueltas, no sabíamos aún a dónde ir.
-¿Él de Tinder?
-Gloria...- hablé cansada. Jairo me miro disconforme.
-No iremos con un médico de Tinder- dijo cruzándose de brazos cual niño pequeño.
-Si iremos porque uno, Gloria necesita que arreglen su trasero, dos, tu también necesitas atención y tres, no tenemos donde ir.- puse otro cambio en el coche y acelere. No necesitaba revisar la dirección de Antonio, ya sabía donde era. Había ido en varias ocasiones, al principio en plan romántico/sexual pero luego nos hicimos amigos.
-Deja de rascarte, te lastimaras.- hablo Jairo después de casi quince minutos de silencio, sabía que no estaba conforme con mi plan pero hasta ahora era el único que teníamos.
-Estamos por llegar.- indiqué adentrándonos en un camino de tierra. Antonio tenía una cabaña casi al medio de un bosque. Si bien él era médico, no ejercía. Estaba como en una especie de retiro espiritual, me había contado que necesitaba un poco de tranquilidad después de haber estudiado casi toda una vida.
-Menos mal, ya estoy incómoda aquí.- dijo mi amiga y sonreí, ella se encontraba prácticamente acostada boca abajo en el asiento trasero y con cada bache que agarraba con el coche soltaba alaridos como un animal.
Al llegar estacione frente a la cabaña y apague el vehículo. Apreté la bocina para avisar a Antonio que había llegado y él salió sonriente del lugar.
Jairo se había puesto en plan agente y comenzó a observar cada detalle del lugar en busca de algún peligro.
-¿Como estás guapa? Tanto tiempo.- se acercó mi amigo cuando descendí y me abrazo, le correspondí el abrazo, le extrañaba. Las conversaciones que habíamos tenido con él en algún punto se habían vuelto algo curativas para el alma. Él conocía mis problemas y yo los suyos.
-¿Alguien puede ayudarme?- grito Gloria desde adentro. Jairo también bajó del coche.
-Te he extrañado mucho.- dijo Antonio separándose de mi.- ya era tiempo de que vinieras a por una cerveza.- sonreí levemente mientras me acariciaba con cariño el rostro.
-Basta ya de cariños ¿no? Hay que ayudar a Gloria.- Jairo hablo de mala manera mientras abría la puerta de atrás.
-Necesito de tu ayuda médica, Gloria ha tenido un golpe y se ha perjudicado el trasero.- explique a mi amigo. Él me observo extrañado y divertido al mismo tiempo.
Antonio abrió la otra puerta trasera y observo la situación.
-¿Que tal cariño? ¿Que te duele?- pregunto divertido. Gloria le miro mal.- vamos a sacarte de allí y te revisaré ¿okey? - ella asintió conforme.
Entre quejas y gritos pudieron entre los dos hombres sacar a Gloria del coche. Ella se detuvo junto al mismo adolorida.
-¿Quieres que te cargue? No creo que puedas subir esa escalinata.- dijo el médico señalando la pequeña escalera de madera que había en la entrada de su cabaña. Ella asintió gustosa, que más quería Gloria que un chico guapo la cargara.
Ellos se conocían, hubo una ocasión en la cual vinimos a tomar una cerveza y se cayeron bien al primer instante. El único que estaba con mala cara aquí era el agente Torres.
Nos adentramos a la cabaña, primero Antonio junto a Gloria, luego yo y detrás de mi, Jairo.
-¿Puedes cambiar la cara?- le pregunte por lo bajo.
-No.- respondió seco. Observo todo el lugar con detenimiento.
-Te acostare en mi cama, pocas han tenido ese privilegio.- dijo coqueto mientras me miraba. Sonreí nerviosa, él a veces se pasaba con el humor.
-¿Que clase de médico es este? Joder...-Jairo habló detrás de mi incómodo.
-Él está bromeando.- asegure.
-Bueno, mentira no es que has estado en mi cama. Pero no diremos nada más, los caballeros no tenemos memoria y ahora nos concentraremos en ti.- dijo el doctor ayudando a Gloria. Torres suspiró pesadamente, creo que esta situación le estaba molestando.
-Les daremos un poco de privacidad, no es necesario ver el trasero de Gloria ahora mismo.- cerré la puerta de la habitación y camine hacia el living nuevamente.
-¿Como te encuentras?- pregunte acercándome al policía. Él me observo enojado.
-Cansado.- dijo acomodando su postura. Levante mi mano y acaricie una de sus mejillas, estaba hinchada y tenía un corte bastante profundo allí. Él ante el contacto se separó un poco y miró hacia otro lado.
-No te haré daño.- asegure.- solo quería ver tu herida.
-Estaré bien.- hablo cortante. No era el mismo Jairo que convivía conmigo en aquella casa, había cambiado en este pequeño viaje. Ahora estaba más serio y más distante, por alguna razón no me gustaba que estuviese así.
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La chica del expediente.
RomanceStella trata cuidadosamente de no romper el protocolo del programa de protección a testigos, pero con Jairo Torres, el guapo policía que le cuida, es prácticamente imposible. Ambos intentarán sortear todos los obstáculos que se les presentan y graci...