- ¿Cómo te encuentras? - pregunto Torres dejando un café frente a mí. Al fin se había dignado a aparecer. - le he puesto un poco de azúcar. - indicó. Lo observe con rencor. - No me mires así Stella, he hecho lo mejor que pude. - Se sentó en el mismo lugar donde la agente Ortega se había sentado anteriormente.
-Me has involucrado en un problema grandísimo. - hablé con rabia. Él bebió café tranquilamente. - Nunca he estado en una comisaría y oh mira, estoy aquí por tu culpa. - escupí irónicamente las palabras que mi cerebro indicaba.
-Está bastante bien como para ser la primera vez. - dijo bebiendo otro sorbo. Apoyé mi espalda sobre el respaldo de la silla, estaba incomoda.
-Si estas tratando de hacerte el gracioso pues no se te da bien, al igual que estacionar. - el me observó serio esta vez.
-Bebe el café anda, que tienes bastante tiempo para estar aquí todavía.- fruncí el ceño.
- ¿De qué hablas? ¿Todavía no puedo irme? - negó y dejó su vaso sobre la mesa que nos dividía.
-Estamos haciendo el papeleo para ingresarte en el programa de protección a testigos.
-No jodas. - Tomé el vaso y bebí un poco de café. - ¿Eso significa que tendré a un policía detrás constantemente?
-No a cualquier policía. - sonrió - seré yo, al ser el encargado de iniciar el expediente me han puesto a mi como tu
-Niñero. - termine por él. Me miró mal.
-Escucha, no seré tu niñero. Trataré de resguardar tu vida lo mejor posible. El Dientes es peligroso y ya me tiene prometidas varias cosas. - lo observé divertida y al no poder aguantar escupí sin querer el café, comencé a reír sonoramente.
- ¿El Dientes? - pregunte tratando de respirar. Rodó los ojos y busco algo entre los papeles que había dejado sobre la mesa, luego limpio las gotas de café que llegaron hasta su cuerpo.
-Es él, es peligroso y ahora mismo está tratando de localizarte. - me mostró una foto y entendí perfectamente el por qué le decían "El Dientes". El hombre tenía una dentadura prominente y aunque estaba mal, me reí. - Basta ya ¿no? - Guardó la foto y traté de ponerme seria.
- ¿Cuándo puedo irme?
-No podrás ir a tu casa si eso es lo que preocupa. - me puse nerviosa.
-Pero mi abuela está sola, me necesita. - respire agitadamente- oh por Dios mi abuela...- no me había acordado de ella hasta este momento y la preocupación brotó en mí. Dejé el vaso casi vacío de café sobre la mesa y me moví nerviosa. - Tengo que llamarla, han pasado horas, se supone que tendría que haber salido de trabajar a las cuatro de la tarde.
-Okey, escúchame bien. - se concentró en mí. - dejaré que la llames, pero desde el teléfono de la comisaria, no puedes decirle que entrarás al programa de protección de testigos, comprometerías todo.
-No puedo llamarla desde aquí, ella tiene captor de llamadas, se dará cuenta enseguida de que llamo desde una seccional de policía. - él pensó por un momento mientras observaba a la nada misma.
-Está bien, llámala desde tu móvil, veremos después que podemos hacer con respecto a esto. Creo que aún no han localizado tu número así que tenemos tiempo a nuestro favor. - quité el móvil del bolsillo de mi uniforme, que aún no me había sacado.- Te daré un poco de privacidad.- se levantó de su lugar y camino hacia la puerta.- Por favor, no comprometas al operativo, pondrías a tu abuela en peligro también.- rogó antes de salir. Suspiré, disuadir a mi abuela será la tarea mas difícil de hoy.
Revisé las ultimas llamadas registradas y efectivamente el número de mi casa estaba allí, presioné sobre el mismo para volver a llamar y puse el móvil en mi oreja. Cuatro tonadas después y mi abuela respondió.
-Hola Bubú.- dije tratando de inventarme algo.
-Cariño, ¿estás haciendo horas extras? - peine un poco mi pelo con mi mano libre.
-Si abuela, me voy a quedar un poco más de tiempo aquí.
-Me ha llamado Gloria para preguntar como estabas, ha dicho que vio en el noticiero un robo en donde trabajas ¿Estas bien? - mojé mis labios con mi lengua, había logrado ponerme nerviosa.
-Bubú, no ha sido en donde trabajo, fue otra gasolinera de la misma empresa solo que en otro lugar. - escuché como suspiro aliviada. - tal vez se confundió, no te preocupes estoy bien.
-Bueno mi vida, ¿te espero para comer? - preguntó y me dieron unas ganas terribles de abrazarle. Tragué saliva, por algún motivo el llanto amenazaba con salir.
-No no, hoy iré a la casa de un amigo. - dije inventando otra mentira. - hemos quedado para cenar y pasaré por su casa. Tengo ropa en el locker del trabajo así que no será necesario ir a casa. - apreté el móvil con una mano mientras que con la otra limpiaba las rebeldes lagrimas que caían de mis ojos. No me gustaba mentirle para nada, pero necesitaba mantenerle a salvo hasta que todo esto termine de una vez.
-Bueno cariño, mañana temprano vendrá Leticia a desayunar conmigo, me avisas en cuanto vengas ¿está bien? - explicó y asentí con la cabeza, como si pudiera verme.
-Está bien Bubú, cuídate mucho. - tragué saliva y volví a limpiar las lágrimas que mojaban mis mejillas. - te quiero abuela.
-Yo también bebé, cuídate.- dijo antes de terminar la llamada.
Traté de recomponerme, pero fue peor, necesitaba estar con mi abuela, me aterrorizaba pensar que en la cuidad hubiera alguien tratando de lastimarme o por sobre todo lastimarla.
He estado con ella desde pequeña. Mi abuela era la vida entera para mí, ella se ha hecho cargo de todo desde que mi madre, al saber que no iba a ser una buena madre soltera, me ha dejado abandonada en su casa y mi padre, ni siquiera podía decir algo de él ya que no sabía ni cómo se llamaba.
Torres entró a la oficina y me vio en un estado deplorable, traté de observarle, pero mis ojos se inundaban constantemente. Se acerco a mí y con timidez tal vez, me abrazó.
-Todo estará bien, tranquila. Déjamelo a mí, haré todo lo mejor que pueda. - acarició mi espalda despacio.
-Si le pasa algo...
-No le pasará nada y a ti tampoco. - interrumpió lo que estaba por decir. Le agarré un poco más fuerte y lloré porque lo necesitaba, debía liberar toda esta presión que había acumulado en estas horas.
El mantuvo el abrazo todo el tiempo que necesité. Ya un poco más calmada nos separamos unos centímetros y entonces pude ver su rostro desde cerca. Estaba perfectamente afeitado y sus pestañas eran hermosamente largas y negras.
También me observo detalladamente, apuesto cualquier cosa a que mi rostro era un desastre ahora mismo. Levantó su mano derecha a la altura de una de mis mejillas y limpio una lagrima que se había posicionado allí. Sonrió levemente y recordé que él era el sexy policía que había estado en la gasolinera.
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La chica del expediente.
RomanceStella trata cuidadosamente de no romper el protocolo del programa de protección a testigos, pero con Jairo Torres, el guapo policía que le cuida, es prácticamente imposible. Ambos intentarán sortear todos los obstáculos que se les presentan y graci...