Capitulo 21

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Hacía tres días que no intercambiaba absolutamente ninguna palabra con ninguno de los dos. Cada vez que salía de mi habitación los escuchaba discutir y entonces volvía a entrar.
Era una situación insoportable y dudaba que pudiera seguir así.

-Stella, necesito hablar contigo.- escuche a Jairo desde el otro lado de la puerta, todos estos días ha intentado dirigirme la palabra, pero la verdad no quería escucharlo.- si tengo que volver a pedirte perdón lo haré.- golpeó la madera repetidamente para que le atienda.

-Vete.- ordene mientras miraba el televisor.

-Por favor, habla conmigo.- rogó.- lo siento, siento tanto haberte hablado así. Yo estaba enojado por lo de la pelea y también tenia miedo porque no te encontraba.

-No pongas excusas.- respondí tratando de ignorarlo. Sentí algo húmedo en el colchón y trate de buscar el origen tocándolo con mi mano. Al ver el color rojo debajo de mi casi me da un infarto.- no puede ser verdad.- me desespere. No tenía toallas femeninas, no había comprado y no había ninguna mujer aquí.- Ay por Dios...-me levante más que rápido de la cama.

-¿Que sucede?- pregunto Jairo.

-Nada, no sucede nada. Vete.- trate de limpiar el colchón pero era imposible, no sin agua y jabón aquí. El baño estaba al final del pasillo, justo dos puertas después de la mía. Debía pasar por enfrente de todas las habitaciones. Camine de un lado a otro, estaba perdiendo sangre y no podía dejar que cayera al suelo, así que busque una toalla de baño y la puse sobre el colchón. Me senté allí y trate de pensar en una solución.

-¿Estas bien?- tape mi rostro con ambas manos. Jairo seguía allí y no podía ir al baño con él en el camino.

-Por favor, vete.- comencé a llorar de la desesperación, ahora entendía por qué tanta sensibilidad.

-¿Estas llorando? Ábreme.- volvió a hablar. Quería que se vaya, en realidad yo no quería estar aquí.- ábreme o tiro la puerta abajo.- amenazo.

-No puedo abrir.- dije quieta, cualquier movimiento significaría un poco más de sangre fuera de mi.

-¿Que sucede?- ahora escuche la voz de Gonzales y suspire fuertemente. Todo lo que yo no quería que sucediera, estaba pasando.

-Stella está mal.- informó Jairo.- y la puerta está bloqueada.

-Pues rómpela.- Esto no podía estar pasando. Solté un pequeño quejido al sentir una punzada en mis ovarios. Aparte de toallas femeninas, necesitaría un analgésico.- okey definitivamente hay que romperla- me escucharon, claro que me escucharon y entré en crisis. No quería que me vieran así, esto era una vergüenza.

-No la rompan.- grite lo suficientemente tarde. Gonzales tiro la puerta abajo y Jairo entro empuñando un arma.

-Te cubro.- dijo el otro agente buscando quien sabe que en toda la habitación con su arma en la mano. Jairo se acercó a mi rápidamente.- hay sangre en la cama, algo sucedió aquí.- buscó por todos lado y yo, volví a cubrir mi rostro con mis manos. Se habían montado un operativo policial solo por un poco de menstruacion.

-¿Donde te duele? ¿Te han lastimado? ¿Que te hicieron?- Torres comenzó a preguntar cosas, una tras otra, sin darme oportunidad de responder. Guardó su arma y comenzó a revisar mi cuerpo, buscaba una herida o algo.- Stella, háblame ¿donde te hicieron daño?

-Hay que llamar a una ambulancia.- dijo el otro después de verificar que no había nadie más que yo en la habitación.

-No hay que llamar a nadie.- quite las manos de mi rostro y ambos me observaron detenidamente. Volví a poner las manos en mi rostro, no podía verlos a la cara. Si pudiera pedir un deseo ahora mismo sería desaparecer.

-Habla ¿Que día es? ¿Como te llamas? Creo que está desorientada.- Torres como siempre comenzó a exagerar todo.

-Iré a llamar a una ambulancia.- Gonzales corrió hacia afuera de la habitación y me desespere.

-Tienes que detenerlo, hazlo anda. Yo solo iré al baño.- le ordene a Jairo.

-No me iré de aquí si estás mal.

-No estoy mal, ve, por favor. No necesitamos ninguna ambulancia. 

-¿Estas segura? ¿Por que estás sangrando? Se que estás herida, no me mientas.

-Ve a detener a Gonzales.- hablé enojada. Él me observo extrañado y después de varios segundos salió de la habitación. 

Aproveche que estaban lejos de mí para correr hacia el baño, me encerré allí como si fuera mi propio búnker.

Busque algo que me sirviera, aunque sea un poco de algodón y si encontré, milagrosamente. Debía ducharme y lavar todo.

-Stella ¿puedo entrar?- pregunto Jairo desde el otro lado. No respondí, me concentraba en encontrar soluciones.- se que estas ahí, te vi correr.- suspire, él no se iba a detener jamás.- podemos tirar esta puerta abajo también, no tengo problema con vivir en una casa sin puertas.- camine hacia la puerta ya rendida y abrí, solo un poco, suficiente como para que vea mi rostro y nada más.- Bueno, menos mal.- se quejo.

-Te recuerdo que todavía estoy enojada contigo.

-Dime qué pasa.- presiono.- ¿de donde salió esa sangre?- me sentí incómoda, no le iba a decir que salía de...mi cosa.

-A ver...-trate de elegir mis palabras, después de todo, si aquí no había una mujer, Jairo era la persona en la que más confiaba.- una mujer...

-¿Una mujer? ¿Donde? La habitación estaba vacía.

-No, a ver...- me observo intenso y comencé a reírme, era una bolsa de nervios andante.- cuando una mujer cumple con determinados días...

-No te entiendo, ponme en contexto.- acomodó su pose y cerré los ojos, se me estaba yendo la paciencia.

-Me ha bajado la regla.- abrí los ojos y me observo impactado- él Mar Rojo, Andrés, Juana la colorada...- comencé a enumerar.

-Suficiente.- me detuvo.- he entendido.

-Bueno ahora, necesito soledad.- trate de deshacerme de él.

-¿Necesitas algo más que soledad?- negué.- disculpa mi intromisión, pero sé muy bien que no has comprado compresas, ni tampones, ni absolutamente nada de esas cosas.- hablo serio.

-Bueno está bien, no he comprado nada y puedo parecer algo irresponsable pero la verdad es que no me he acordado.

-Okey...espérame aquí.- dijo caminando hacia atrás. Fruncí el ceño, no entendía que pretendía. Entro a su habitación y después de unos segundos volvió a salir con una bolsa en sus manos. No podía ser lo que creía que era. Sonrió cuando se detuvo frente a mi.- he comprado de varios tipos, la chica de la tienda no supo especificarme cual usabas, pensé que todas ustedes sabían de cuál usaba cada una.- sonreí divertida, me daba tanta ternura.

-¿Cuando compraste esto?- le pregunte sabiendo que no habíamos ido de compras por separado. De hecho, no nos habíamos separado nunca desde el robo.

-¿Te acuerdas cuando hablaste con aquel chico que escapaba de su entrenador? Afuera del mercadillo.- pregunto.

-Carlos, si, lo recuerdo.- me alcanzó la bolsa y la tomé con una de mis manos.

-Bueno, mientras tú estabas afuera yo estaba comprando todo esto. Pude ver lo que comprabas, y nada era acorde con esta situación.- no podía borrar la sonrisa de mi rostro. - te dejo tranquila, nos vemos más tarde.- y se retiró del lugar sin más. Con las manos en los bolsillos, dejándome a mi totalmente perpleja.

Me duché y limpié toda mi ropa. Por suerte había una bata de baño allí lo suficientemente grande como para mi así que me la puse.
Cuando llegue a mi habitación todo estaba limpio, inclusive me fijé en el colchón y también estaba limpio.

-Me he tomado la libertad de limpiar todo, seque el colchón con el secador de pelo que tenías sobre la cómoda.- se apoyo sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados.- ah y espera...- se fue apurado. Yo aún no podía creer lo que estaba pasando.- es una ofrenda de paz, espero que en algún momento hablemos.- tome el chocolate que me ofrecía y después de dedicarme una linda sonrisa, se retiró.

La chica del expediente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora