Capitulo 39

526 62 2
                                    

Comencé a caminar hacia atrás, era un peligro humano y no quería hacerle más daño a nadie.

-No, no me dejes así, no lo...no lo hagas.- hablo Jairo, podía ver claramente como la sangre brotaba de su herida y mi cuerpo se aflojó totalmente.

-Stella, ven con el, no lo hagas sufrir así.- presiono Luca, negué con mi cabeza, no podía acercarme. Era tan torpe que podía hasta caerme arriba suyo.

-Solo le hago daño...-dije dejando caer mis lágrimas libremente.- es lo único que sé hacer, tengo que alejarme antes de volver a hacer otra estupidez.- seguí caminando hacia atrás.

-No, por favor mi amor, ven conmigo.- él trato de levantarse pero le fue imposible. Le dolía, era obvio.

-Yo...no puedo.

-Te necesito, por favor.- comenzó a llorar como un niño pequeño y mi corazón se partió en mil pedazos.- me duele...Luca...llama a una ambulancia, llámala ahora.- apretó la mano de su compañero y los observe detenidamente. Por fin, después de tanto tiempo podían entenderse, no habría más discusiones, dentro de mí lo sabía.

-Te amo.- dije fuerte y claro. Jairo me miro, respiraba agitado y un pequeño hijo de sangre salió de su boca. Eso no era para nada bueno.- lo siento.- pedí disculpas. Sabía que no iban a darme los días de vida para pedirle perdón.

-Stella por favor...-tosió luego de decir eso, la sangre lo hacía ahogar. Volví a negar con la cabeza.

-Tengo que irme, lejos.- hablé agitada. No podía acercarme a el, de verdad, no podía. Ya no quería hacer más daño de que había hecho. Me di vuelta y comencé a correr, no tenía un rumbo fijo. Las lágrimas salían cada vez más de mis ojos, ya no podía con esto.

Me detuve en un lugar lejano. No me había ido del todo, necesitaba pensar pero no tenía tiempo. Me senté en el suelo, ya nada me importaba y de repente toda la adrenalina que mi cuerpo tenía, bajo.

-Stella...-escuche la voz de Luca pero era lejana.- Joder Stella.- me sostuvo porque me caía.

-Ve con Jairo, ve con el, por favor.- rogué mientras me desvanecía. Esto iba a pasar en algún momento, fueron días muy duros, sin alimento ni nada. Mi cuerpo aguantó hasta este punto. Pude escucharlo pedir ayuda mientras sentía que me iba a otro plano, lejos de aquí, sin Jairo herido, sin problemas, sin nada. Solo oscuridad.

Era una cobarde, una torpe cobarde que ni siquiera podía enfrentar nada. Solo hacía daño a los que más quería, todo gracias a mi torpeza. Si tan solo no me hubiese metido en aquel robo, nada de esto estaría pasando.
Extrañe a mi abuela, quería que estuviera a mi lado acariciando mi rostro y dándome esos té de manzanilla que solo ella sabía hacer. Pero no sentí nada, tan solo vacío y amargura.

-Él te necesita, necesita que vuelvas. No le hagas esto Stella yo sé que le quieres.- la voz Luca retumbaba en mi cabeza constantemente. Pero no podía abrir los ojos o tal vez, no quería.- Escucha Stella, tu abuela está bien, la hemos encontrado antes que a ti, ella te está esperando así que vuelve aquí inmediatamente.- ordenó a mi lado.

-¿Cuanto tiempo ha estado aquí?- escuche una voz desconocida hablar cerca de mi.

-Tres días, no hemos podido ubicarla antes.- Respondió Luca.

-¿Tienes idea de si le daban de comer?- sentí como algo apretaba mi brazo levemente.

-No lo sé, puede que no. Ella no ha comido desde que estaba con nosotros, probablemente haya estado cuatro días sin comer.- cálculo Gonzales.

-Hay que llevarla inmediatamente a un hospital, tiene la presión arterial demasiado baja.- fue lo último que escuche antes de perder totalmente la consciencia.

No se estaban ocupando de lo importante, Jairo. Quería levantarme y decirles que me dejen en paz, que atiendan a Jairo y le salven, pero me fue imposible. 

Cuando volví a abrir los ojos no estaba en el último lugar que recordaba. La luz me encandilaba y tenía la boca seca. Observe mis brazos, en uno de ellos tenía una vía intravenosa conectada a una especie de suero.
Más allá de la camilla se encontraba una mujer, observe mejor, era Gloria.

-Gloria.- hablé ronca, no sentía los labios de tan secos que estaban.- Gloria.- hablé un poco más fuerte.

-No molestes Stella, estoy descansando.- hablo dormida. Rodé los ojos, si ella era la que me estaba cuidando podía morir tranquilamente.- ¿Stella?- levantó la cabeza y me miro.- estás despierta.- se abalanzó sobre mí y me costó respirar.- eres una hija de puta, no vuelvas a asustarnos así.- lloró en uno de mis hombros. Levante una de mis manos y acaricié su cabeza, no podía negar que la había extrañado.

-Necesito agua.- ella se movió rápidamente y en cuestión de segundos estaba frente a mi con un vaso de agua. Me ayudo a beberlo y me sentí mejor.- ¿Donde está Jairo?- pregunte y puso una cara que no me gusto para nada.- ¿Cuantos días he estado aquí? ¿Donde está el?- comencé a desesperarme. Tenía que salir de aquí y encontrarlo, no había pensado muy bien las cosas cuando le dejé solo.

-Has estado dormida tres días. El doctor dijo que era normal después del grado de estrés que has sufrido.

-¿Y Jairo? Tengo que verlo.- trate de levantarme pero no pude. Parecía que aún estaba algo débil.

-No creo que puedas cariño.- acarició mi cabello delicadamente y me asuste. Si había llegado tarde, si hubiese perdido la oportunidad de despedirme de él entonces me volvería loca.

-Él...¿el ha muerto?- las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos en cuestión de segundos. No podría seguir viviendo con la culpa de haberlo dejado allí en el suelo aquel día.

-No, no cariño no llores. Él no ha muerto.- suspire aliviada, aunque aún seguía angustiada.

-¿Por que no puedo verlo entonces?

-Porque está en una situación delicada, él se encuentra en terapia intensiva peleando por su vida y no dejan ingresar a nadie a su habitación. Tienen miedo de causarle alguna infección.- explicó. No estaba tranquila, quería verlo y debido a esto no podía. Yo era la causante de que su vida estuviese prendiendo de un hilo. Yo tendría que estar en su lugar, él no se merece absolutamente nada de esto.

La chica del expediente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora