Capitulo 36

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-¿Puedes acelerar un poco más no?- pregunto el comisario nervioso.

-Creo que se está quedando sin gasolina.- dije mirando el tablero.

-Que coincidencia ¿No trabajabas de eso tu?- fingió recordar. Rodé los ojos, este viaje estaba siendo una mierda y por lo que había dicho aún faltaba para llegar. Hacia casi media hora que estaba conduciendo, no entendía por qué dábamos tantas vueltas.

Su móvil volvió a sonar, no había dejado de hacerlo desde hacía varios minutos.

-¿Atenderás o dejarás que nos volvamos locos aquí dentro? -pregunte ya sin paciencia.

-¿Quieres escuchar como tu novio sufre?- trague saliva. Tal vez no fue una buena idea decirle que atienda. Pensé que podría ser otra persona. Negué con la cabeza y sonrió con maldad.

-Hola.- atendió la llamada, activo el altavoz y le mire con asco.

-Te juro que te encontrare cabrón hijo de puta.- Jairo se escuchaba furioso y me puse mal en ese mismo momento.

-Torres, debes tenerle más respeto a tus autoridades.- habló irónicamente.

-Sé que la tienes, déjala ir y te prometo que no te dolerá cuando te asesine.- Núñez sonrió con ganas y yo apreté el volante. Prefería que termine la llamada a seguir escuchando a Jairo.

-Ella está junto a mi y está bien, si eso es lo que te preocupa.- miro por la ventanilla un momento y luego volvió a fijar su vista en el camino.- ¿Quieres escucharla?

-Déjala Núñez, estás haciendo una estupidez.

-Háblale a tu novio, anda.- acercó un poco su móvil a mi y me negué. No quería, me daba vergüenza, lo había engañado.- Vamos Stella no seas tímida.- insistió y volví a negar. Para nada esperaba el golpe que me dio en las costillas con su arma. Solté un quejido de dolor, me golpeó con ganas.- Te he dicho que hables.- ordenó.

-Jairo...-dije aguantando el dolor.

-Mi amor...-le escuche hablar preocupado.- Cariño voy a encontrarte, solo espérame, espérame por favor.- rogó.

-Yo creo que será muy tarde cuando llegues.- informó antes de terminar con la llamada, deje caer varias lágrimas de mis ojos, me estaba arrepintiendo de esto.- Lo siento bella, pero así son las cosas. Tu mueres y nosotros seguimos trabajando, ve acostumbrándote a la idea. No eres muy importante después de todo, el mundo seguirá girando sin ti, Jairo seguirá con su vida, la rehará y tu solo serás un triste recuerdo.

Sus palabras me dañaron en serio, no había tenido en cuenta nada de esto, o al menos no tan así.

-Entra en ese galpón y cuando nos detengamos saldrás calladita y obediente si no quieres que te vuelva a golpear aquí.- apoyo el arma bruscamente sobre el área donde me había golpeado y me dolió. Si antes tenía miedo, con ver el lugar en donde me estaba metiendo ya tenía un terror horrible. Parecía ser una especie de automotora. 

Apague la camioneta y mire a Núñez, él se encargó de observar todo a nuestro alrededor y luego descendió del vehículo. Caminó hacia mi puerta y la abrió.

-Baja.- ordenó, respire profundo y trate de controlar el temblequeo en mis manos antes de bajar.- muévete, que no tengo todo el día.- me baje.- vamos, tengo que presentarte, conocerás a las personas que has dejado sin dinero.- tomó uno de mis brazos y me cincho. Camine sin ganas, definitivamente me estaba entregando a la muerte.

Ingresamos a un tipo de oficina en donde había cinco hombres aproximadamente. La cabeza me comenzó a doler, esto sería peor de lo que pensaba.

-Les presento a la chica del expediente, Stella.- me empujó hacia adelante y quede en el medio de una especie de rueda.- ella es la testigo principal del caso que nos involucra a todos. Esa boca preciosa que tiene puede llegar a hundirnos completamente.- los observe, uno por uno. Si me iban a matar al menos sabría quienes eran.

-Dale su recompensa.- indicó uno de los hombres a otro. El último tomó un bolso lleno de dinero y se lo alcanzó a Núñez.

-Ha sido un gusto hacer negocios con ustedes, cualquier cosa que necesiten, estaré lejos.- habló alegre.- Suerte gordita.- dijo en mi oído y se retiró del lugar.

-Ve y mátalo, quiero todo mi dinero de vuelta.- ordenó el mismo hombre del principio después de unos minutos y dos salieron con sus armas en las manos tras el comisario.

-¿Donde está mi abuela?- me atreví a preguntar. El que parecía jefe me observo detenidamente.

-¿Una mujer bajita, anciana y muy charlatana?- asentí. 

-Vine a intercambiar, yo por ella, así que libérenla.- hablé altanera. Sabía que no estaba en posición de dar ordenes, pero yo había cumplido con mi parte y esperaba que cumplieran con la suya. El hombre sonrió divertido y le miré seria. 

-Llévensela, después veré yo que haremos con ella.- ordenó. Los hombres que quedaban se acercaron a mi y me asusté. 

-Vamos.- me agarraron de los brazos lo suficientemente fuerte como para que me quejara. 

-Cumple con lo acordado, entrega a mi abuela sana y salva.- dije antes de que me arrastraran a quien sabe donde. Sentía que me habían engañado, era demasiado obvio que no debía confiar en ellos, había sido una estúpida al escaparme.- ¿Qué hacen?- pregunte al observar que me llevaban a una fosa, de esas donde reparan coches.- No pueden meterme ahí.- forcejee para que me soltaran.

-Entra.- me empujaron a través de una diminuta escalera. Había un olor horrible a nafta.- Te quedarás aquí hasta que nosotros queramos.- Una vez abajo me dejaron en un rincón, observe el lugar como para tratar de escapar.- Ni lo pienses.- dijo ese maldito hombre antes de darme un puñetazo en la cara, dejándome totalmente inconsciente. 

No se cuanto tiempo estuve "dormida", pero cuando desperté el dolor de cabeza era insoportable, creo que era por el olor a nafta. Abrí los ojos lentamente, me dolía el pómulo derecho, creo que el golpe fue exactamente allí. Miré hacia arriba y no pude creer lo que habían hecho. La camioneta que había utilizado para venir estaba sobre mi. La fosa se encontraba completamente bloqueada. Me arrastré para apoyar mi cuerpo contra la pared y allí me quede, mareada, indignada y triste. 


La chica del expediente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora