Capitulo 5

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Nos detuvimos frente a un hermoso coche y lo desbloqueo desde el mando que tenía en la mano. 

- ¿Me dirás a dónde vamos? - pregunte parándome frente a la puerta del copiloto. Él me observo y luego entró al automóvil. 

-Vamos, entra antes de que te vean. - rodé los ojos. Entré al coche y me acomodé en el asiento que me correspondía. 

-Bien, ahora dímelo todo. - se movió extrañamente y de atrás de su espalda sacó un arma. - no puede ser...- abrí los ojos de par en par. 

-Estas con un policía en un programa de protección ¿Qué esperabas? - guardó el arma en la guantera y se volvió a acomodar en su asiento. - Bien Stella, responderé todas tus preguntas mientras conduzco. Aprovecharemos la privacidad del coche, afuera podía escucharnos alguien. - me puse el cinturón de seguridad mientras encendía el vehículo. Salió del estacionamiento y observé las calles, ya estaba de noche y no tenía ni idea de a donde iba. 

- ¿A dónde vamos? - era obvio que iba a ser mi primera pregunta. 

-Hay una casa a media hora de aquí.

- ¿Y de quién es? - observé como conducía, se veía muy seguro y tranquilo.

-Hay un conjunto de casas, en diversas ubicaciones, que son utilizadas por las personas que se encuentran ingresadas en el programa. Cada persona tiene su custodia y son uno, dos o más de dos policías, depende el caso. - traté de acumular toda la información en mi cerebro. - en nuestro caso la casa es pequeña pero lo suficiente cómoda como para nosotros dos. 

- ¿Por qué me han puesto solo a un custodia? ¿No se supone que me busca la mafia? - el negó con la cabeza. 

-Aún no, estamos aprovechando que aún no te han identificado. Si te mantienes escondida bajarán las posibilidades de que te encuentren.

- ¿Y qué pasaría si me encontraran?

-Bueno, eso es cuestión de tiempo. - me tensé y me observo por el rabillo del ojo- Stella, los tres delincuentes te han visto la cara, estas identificada, es cuestión de tiempo que comiencen a buscarte. Pero estaremos preparados para cuando llegue ese momento.

-¿Y mi abuela?- pregunte entrelazando los dedos de mis manos nerviosa.

-He hecho el papeleo correspondiente para que tenga una custodia sin que se de cuenta.

-¿Cuánto tiempo durará esto?

-Hasta que los cabrones estén presos.- se detuvo en un semáforo.- solo faltan tres, recuerda que hemos llevado a uno a la comisaría.- cruzamos miradas tan solo por unos segundos.- todo saldrá bien si cumples con el protocolo. Estoy aquí para ayudarte, verás como todo se soluciona en un santiamén.

-¿Y mi trabajo?- aceleró cuando el semáforo cambió a verde.

-Te han puesto licencia médica.

-¿Mario y mis compañeros saben de esto?- negó con la cabeza.

-El programa ha registrado que tú tendrás licencia médica por estrés post traumático, debido al robo, ninguno sabrá en dónde estarás.- asimile la información que me daba mientras observaba la calle.- tómatelo como unas vacaciones pagadas.- hice una mueca casi de desacuerdo.

-¿Entonces estaremos viviendo juntos?- pregunte sacando conclusiones.

-Así es, te ayudaré a adaptarte y a prepararte por si algo pasa.

-¿Adaptarme?

-Necesitas un poco de entrenamiento en caso de que algo falle.- Volví a retorcer mis dedos sobre mi regazo. Lo que me decía de alguna forma me causaba ansiedad.

-¿Entrenamiento físico?- cuestione.

-Un poco.- ladeó la cabeza- será por sobre todo entrenamiento mental. Necesitarás sobrellevar muchas cosas. Leeremos toda la guía del programa en la casa, podrás entender mucho mejor las cosas.

-¿Tu familia sabe que desaparecerás unos días?- no lo había pensado hasta que lo dije.

-Mi familia sabe de lo que trabajo, no es necesario dar explicaciones.

-¿Tienes hijos?- negó -¿Esposa? ¿Novia?- trate de indagar más.

-¿Preguntas por algo en específico?- sonrió levemente. Creo que malinterpreto mis intenciones.

-Solo quiero saber algo de la persona con la que viviré. - aclare.

-Estoy soltero.- se detuvo en otro semáforo.- ¿Y tu? ¿Hay alguien a quien debas darle explicaciones del por que desapareces?- me miro.

-Solo mi abuela.- y ella era la que más me preocupaba ahora mismo.- y Gloria.- recordé.

-¿Eres...?- rodé mis ojos, él pudo llegar a pensar qué tal vez era lesbiana, lo que no tenia nada de malo solo que estaba alejado de la realidad.

-No, Gloria es mi mejor amiga, casi como una hermana.

-Oh.. disculpa..-dijo acelerando nuevamente.- Bueno tendrás que saber qué Gloria tampoco puede enterarse de tu ubicación.

-Eso será difícil.- considere dado que mi amiga era peor que un agente de la cia y cuando quería saber algo, lo sabía.

-Nos encargaremos de eso luego. Veremos cómo puedes comunicarte sin que nadie se entere de todo.

-¿Como te llamas? Te he dicho Torres toda la jornada.- recordé y volvió a sonreír.

-Jairo.- me observo- un gusto.- volvió su vista al camino y sonreí.

-Stella y el gusto es mío.- dije simulando una presentación lo que hizo que a él se le escapara una carcajada.

Nos llevábamos bien, a pesar de que solo nos conocíamos desde hacía unas horas. Pudo haber sido peor, me pudo haber tocado un agente de esos antipáticos.

-Has tenido los ovarios bien puestos en la gasolinera.- recordó- aquel idiota pudo haberte secuestrado y sin embargo lo has evitado.

-Bueno, he tenido mis buenas clases de autodefensa en su momento.- me agrande.- ¿Por que no has dejado que Ricardo le diera la llave? Me quitaste todas las esperanzas de ser salvada y debí defenderme, si hubiese sido otra persona tal vez hubiese salido todo peor.- aclare.

-Si hubiese dejado que alguien más se acercara empeoraría sin dudas. Le tenía medido y era cuestión de tiempo que le disparara.- hablo serio.

-Pero estaba yo ahí.- dije sin poder creerlo.

-Lo se, te estaba viendo. No iba a herirte si eso es lo que piensas, estoy entrenado para estas cosas.- suspiro- Gracias.- dijo de repente. Fruncí el ceño, ahora si no le entendía.

-¿Por que?- pregunte.

-Bueno, si no hubiese sido por ti lo habría matado y tendría el doble de trabajo ahora mismo. - miro a la calle desde su ventana- Agregando que debería estar hasta ahora en la oficina del comisario dando explicaciones y me pondrían bajo investigación.- explicó.

-Bueno, de nada.- no me había dado cuenta del momento en que había dejado de retorcer mis manos. De alguna manera me tranquilizaba hablar con él.

En realidad era un sube y baja de emociones, lograba ponerme ansiosa, nerviosa y luego tranquila y a gusto. Era demasiado raro lo que sucedía aquí.

La chica del expediente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora