Capitulo 29

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La comida había estado mejor que un restaurante. Él de verdad cocinaba como los dioses, pero no tanto mejor que yo y no iba a perder la oportunidad de cocinarle en algún momento. 

Habíamos terminado con la botella de vino y como teníamos ganas de mas, se encargo de abrir la próxima botella. El ojo efectivamente se me había hinchado y me daba vergüenza de que me viera así, pero después de tres copas de vino ya nada importaba. 

-Cuéntame de ti.- pregunte divertida. El alcohol estaba haciendo efecto en mi pero no me preocupaba. el también estaba casi igual que yo. 

-¿Que quieres saber?- alcé mis hombros y los baje, no tenía idea, solo había preguntado.- ¿Quieres jugar a algo?- le mire extrañada y sonrió.- son diez preguntas, cinco para cada uno.- trate de asimilar la información.

-¿Se puede preguntar cualquier cosa?- asintió.- entonces juguemos, tu empiezas.- termino su copa de vino de un solo trago y me observo. 

-¿Que es lo que mas te enoja?- bien, empezó tranquilo. Mientras que pensaba mi respuesta termine mi copa. Jairo volvió a llenarlas.

-Que me mientan.- comencé.- que las cosas no salgan como creo que saldrán y que no me paguen el sueldo cuando deben.- el sonrió con lo ultimo.- ¿Que? Mario siempre se demora.- después de decir eso recordé que Mario ya estaba muerto y un escalofrío recorrió mi espalda. Aún me refería a el como si estuviera entre nosotros, todavía no me acostumbraba a la idea de que ya no lo vería mas, ni siquiera pude despedirme correctamente. Bebí un largo trago de vino para poder sobrellevar mis pensamientos. 

-Te toca.- dijo Jairo tratando de evitar que piense mas en eso. 

-Si pudieras tener cualquier empleo por el resto de tu vida ¿Cuál elegirías?

-Juegas bien.- dijo antes de beber un poco mas de vino.- sería policía, es lo que me ha gustado siempre.- sonrió levemente- mantenerme al servicio de la comunidad ha sido la mejor opción que he tomado en la vida y aparte, te he conocido a ti gracias a eso.- esta vez sonreí yo.- ¿En donde serían tus vacaciones perfectas?.- siguió con el juego. 

-No lo sé, hay muchas opciones.- bebí de la copa.- Creo que México, tiene unos lugares hermosos para conocer.- el asintió recibiendo la información.- ¿Qué es lo mejor recuerdas de tu infancia?- el se puso serio. 

-Cuando mi padre nos abandonó.- dijo tensándose. Pensé que me iba a contar alguna anécdota divertida, pero no.- El se fue de la casa cuando tenía ocho años y nos destruyó literalmente.- volvió a tomar vino y yo también, no creía que este juego se pondría tan profundo. 

-Bienvenido al club de los niños abandonados.- dije mirándole. Podía entenderlo, sabía exactamente como se sentía que te abandonaran.

-¿A ti también te han abandonado?- asentí con mi cabeza. 

-Ambos, madre y padre.- termine con mi copa y Jairo la relleno, vaciando por completo la segunda botella.- bueno, mi padre creo que ni siquiera sabe que existo. 

-¿No has intentado buscarlo?- negué mientras le daba otro trago al vino. 

-No lo necesito. He tenido a mi abuela en los peores momentos, prefiero disfrutarla a ella porque se lo merece, no quiero perder tiempo con alguien que no me interesa. Te toca.

-Iré por mas vino, regreso en un momento.- camino hacia donde se encontraba la cava y yo me quede allí pensando alcoholizada. No sabía que hubiese sido de mi si mi abuela no me hubiese criado, probablemente estaría en la calle ahora mismo. Jairo volvió y destapo una botella frente a mi.- la ultima.- indicó.

-¿Se ha vaciado la cava?- pregunté extrañada.

-No, pero si seguimos así la vaciaremos.- relleno su copa y luego la mía. Se sentó frente a mi pensativo.- ¿Qué es lo que sientes por mi?- me observó profundamente, tanto que hasta pude abrir mi ojo herido. 

-Yo...-trate de aclarar mis pensamientos, necesitaba encontrar las palabras justas, pero con todo el vino que tenía en el sistema era algo imposible de realizar.- Jairo tu te has vuelto alguien muy importante para mi. No puedo mentirte, te he comenzado a querer.- jugué con mi dedo en el borde de la copa- adoro que estés en primera fila cuando me sucede algo, me encanta que me cuides. Has demostrado ser una persona excelente y eso es lo que me atrae de ti. Pero tengo miedo de que nos dañemos, no se lo que sucederá después de que termine todo esto y me da mucho miedo sufrir. Porque si de algo estoy segura es de que sufriré si tu te vas de mi lado.- bebí un poco mas de vino, necesitaba aclarar mi garganta ya que mi voz era temblorosa. 

-No quiero irme de tu lado.- afirmó. 

-Lo sé y yo tampoco. Pero todo esto es tan complicado ¿y si me pasa algo? o peor aún, ¿si algo te pasara a ti? Esto es muy arriesgado. 

-No pasará nada.- afirmó de nuevo y bebió de su copa.- No permitiré que nada te pase, antes entregaría mi vida.

-¿Ves? Ese es el punto ¿Entiendes que me destruiría completamente si me entero que algo te pasa?.- suspiré, tan solo de pensarlo me ponía nerviosa. 

-Yo creo que ya estamos hasta el límite, estemos en una relación o no, ya no podemos separarnos.- concluyó y asentí, teníamos un problema aquí.- te esperaré, todo lo que sea necesario. Y aunque decidas no tener una relación conmigo, igualmente me quedaré a tu lado.- volvió a beber y termino con su copa.- Prefiero tenerte de amiga y no perderte del todo. Aunque duela.- le miré, era tan perfecto ante mis ojos. 

-Déjame disfrutar de nosotros, mantengámonos así, estamos bien.- asintio aceptando la idea. Sabía que no era lo que él quería, pero a mi me costaba dar ese paso. Me sentí mareada, no sabía si era por nuestro intercambio de palabras o por el alcohol que había en mi sistema.- ¿La ultima vez que has pasado vergüenza?- pregunté, decidí cambiar de tema y seguir con el juego.

-Cuando me cagué en una montaña.- dijo divertido, su cara cuando dijo eso fue tan graciosa que me hizo soltar una carcajada. 

-Parece que no soy la única torpe aquí.- bebí lo que me quedaba de vino. 

-Lo mío fue sin querer.

-Pues lo mío es todo sin querer, no vale poner excusas.- sonrió mostrándome su perfecta dentadura.- cuéntame lo que sucedió.

-Estaba en un campamento, mis amigos decidieron escalar aunque ninguno sabía como.- se acomodó mejor en su lugar, aquella incomodidad que logramos tener hablando de mis sentimientos se había ido enseguida.- Estábamos lejos del campamento, intentábamos subir a una montaña rocosa. Pensé que podría hacerlo, pero no. El primer intento de subir me costó mucha fuerza, tanta, que me hice en los pantalones.- solté otra carcajada, imaginarlo en esa situación era demasiado divertido. 

-¿Que hiciste luego?

-Disimular.- sonrió.- aunque luego todo el mundo se enteró. No fue fácil volver caminando hacia el campamento, los insectos se pegaban a mi.- puse cara de asco y luego sonreí.  

-Ahora sabemos que me tienen que alejar de los destapadores, vidrios e insecticidas y a ti, de las montañas.- soltó una carcajada que me hizo feliz. 

Pasar el tiempo junto a él de esta manera era mas que perfecto para mi, me sentía cómoda y estaba segura de que no necesitaba mas en la vida que esto. 

-Te quiero.- dije poniéndome seria, necesitaba decírselo.- aunque te cagues.

-Yo también te quiero Stella, no te imaginas cuanto.

La chica del expediente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora