Capítulo 03.

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Sábado en la noche.

He ido a diferentes lugares con mis primos a lo que mi mamá se aborrece y le dice a mi pai' que se quiere ir de una.

—Mera ¿estas vestida?—Tocó la puerta mi primo, Alexander.

—Pasa.

—Mera mami más tarde hay un party bien cabron en un caserío cerca de aquí, ¿Quieres ir?—Se sentó en mi cama mirándome con emoción. Giré los ojos, ¿Caserío? ¿Party? Pero que forma de hablar tan... Ordinaria.

—No sé cómo puedes hablar así.—Respondí indignada por su léxico tan ordinario, a comparación al que mi madre me enseñó.

—Puñeta ya te vas a poner modo fresita.—Habló Alexander molesto.—Mera vas a ir ¿sí o no? Chamaquita.—El parecía estresado por cómo le hablaba yo, solamente reí.

—Tu sabes que a mí mamá no le gustan esas cosas de aquí.—Dije de forma obvia, en otras palabras no.

—Ari, mira...—Él suspiró tomando mis dos manos, parecía preocupado.—Ya tu eres grande, tú eres quién decide tus gustos, lo que haces o no. Déjate de eso que el dinero no lo es todo.—Me aconsejó mi primo. Mordí mi labio con duda, él tenía razón... Pero si iba mi mamá me quitaría mis tarjetas de crédito y credenciales a los mejores Spa.

Será un secreto, ella no se enterará.

—¿A qué hora es?—Pregunté con una gran sonrisa. No es que me agradará mucho estar en un barrio que quizás era más peligroso qué Venezuela pero... Uhm, el tenía razón. Debía definir mis gustos por mí misma y probar.

—Esa es mi chamaquita.—Me abrazó. Se separó de pronto con su rostro un poco serio. Fruncí el ceño ante su cambio tan repentino.—Ahí si no puedes llegar con tu guille de fresita y chavos. Aquí todos nos tratamos por igual.—Explicó, reí.

—¿Por qué todos dicen que soy una fresita?—Pregunté en risas.—Esa es mi personalidad normal.

—¡Ariana, no!—Gritó mi primo espantado.

—¿Qué? ¿Qué pasó?—Respondo asustada.

—Se te rompió una de tus uñas acrílicas.—Dijo mirando mis uñas, las miré rápidamente espantada.

—No puede ser, me costaron mucho.

Solté un suspiro al ver que todas estaban intactas y perfectas.

—Ves como si tienes un flow de fresa.—Él estalló en carcajadas.

En la sala...

Juan... Quiero irme de aquí, estoy segura que a Ariana no le gusta estar aquí.—Dijo Diana con preocupación mirando a su alrededor con horror.

—Mijo yo te dije que esta mujer no era pa' ti.—Dijo la mamá de Juan. Ella miraba de mala forma a su yerna.

—¡Vieja metiche! No se meta.—Respondió Diana molesta.

—¡Diana! ¡Mamá! ¿Pueden parar?—Intervino Juan entre la disputa de ambas mujeres, se caían muy mal mutuamente.—Diana... No quiero pelear con lo mismo otra vez.—Aquel hombre se veía cansado de los pensamientos errados y tontos de su esposa, subió a su habitación a descansar.

Narra Noel.

—¿Cuando saldrás de aquí?—Escuché la voz de mi hermano, él entraba al taller. Solté un gran suspiro saliendo del carro que arreglaba.

—Cuando tengamos los suficientes chavos para no trabajar más aquí.—Respondí limpiando mis manos de la grasa con un paño cercano a mí.

—Chico tu siempre con lo mismo, suelta eso y vente pa' casa.—Ardilla tomó mi brazo incitandome a orne con él.

—No puedo, tengo mucho trabajo aquí Daniel.—Me adentre nuevamente en el auto qué arreglaba.

—¿Si te digo qué sé dónde vive la chamaquita esa qué te gustó vendrías?—Dijo de forma cansada mi hermano, rápidamente salí del auto y me acerqué a él.

—¿Dónde vive la nena?—Estaba entusiasmado por saberlo.

Seamos realistas... Ella de la alta y tú no estás a su "nivel"

No lo sabrás si no vienes. ¿Vamos?

15 minutos después...

Pude cerrar el taller y todos se fueron a sus casas. Iba en mi pequeño carro con Daniel a casa, me bañaria y me pondría lo mejor qué tengo para ir a ver su paradero.

—¿Tas' ready papi?—Dijo mi hermano al mirar como salía de mi cuarto.

—Siempre.

—No te arrepentirás, te lo prometo pa'—Dijo mi hermano con una sonrisa llena de malicia. Fruncí el ceño.

—Ardilla...—Dije con advertencia.—¿Estas seguro qué no es na' malo lo tuyo?—Me preocupaba, si querías a ver de donde era ella. Sólo sabía qué tenía dinero y era muy preciosa.

—Solo sigue, me lo agradecerás después.—Aquel salió de casa entrando al auto como copiloto.

Suspiré, miré la hora.

10:30 Pm.

—No puedes culparme por mentirte, es un buen ambiente.—Grito Ardilla tomando su vaso lleno de alcohol.

En realidad el no sabía dónde ella vivía, solo quería sacarme del taller para "distraerme" llevándome a un party.

—Deja de tomar tanto, mami te va a cascar si te ve así.—Hable de igual forma qué él por el fuerte sonido de la música. Me disperse entre la gente los cuáles bailaban de forma salvaje.

—¡Ay! ¿Qué te pasa pendejo?—Me gritó una chica, habíamos chocado sin querer haciendo qué mi cuerpo botara su bebida en el piso.

—Disculpame mi a...—Hablaba, pero quedé sin habla al mirarla.

—¿Enserio? ¡Qué suerte tan mala tengo yo!—Dijo ella de forma incrédula.—Mas te vale qué tengas para pagar mi bebida.—Ella se encontraba molesta, yo sonreí de forma inconsciente.

Las sorpresas qué da la vida...

Tengo muchas formas de pagarte eso, mami.—El doble sentido resaltaba.

Narra Diana.

Estaba angustiada, hasta asustada. Juan estaba dormido a mí lado con su mano entrelazada a la mía, habíamos temido de consumar nuestro amor de forma íntima.

—Juan...—Suspiré con preocupación. Éste estaba bastante dormido. Me levanté de la cama sin hacer ruido colocando me una bata.

Caminaba por los pasillos acercándome a la puerta del cuarto de mi nenita.

—Ari.—Toqué suave con un poco de fuerza, era tarde. Quería segura e de que ella estaba bien.—Bebé.—Insistí.

No contestó, intenté abrir la puerta pero estaba cerrada con seguro por dentro.

—Bueno... Seguro está dormida.

¡Mis DangerBabys!
Disfrútenlo, denle mucho amor.
Las amamos mucho.
-DangerBabys.

Me Pelea. [Noriel Danger] ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora