Capítulo 43

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Koa

Me olvido del mal momento y lo que significa todo esto, solo me concentro en tomarla entre mis brazos sin dejar de repetir su nombre una y otra vez, obteniendo la misma respuesta, silencio de su parte junto a un rostro pálido de por sí más claro que el color de su piel.

Elizabeth le grita mil cosas a Christopher, con ojos llorosos se mantiene a mi lado al mismo tiempo que sigue mis pasos fuera de la propiedad con Miguel pisándonos los talones.

Eficiente abre la puerta de mi camioneta, Christopher reacciona viniendo a la misma, con mala cara, quien lo ve incluso llegará a pensar que me odia.

—Dame a mi hija —exige, ordenando a la vez en el mismo asiento que yo a mismo tiempo que la camioneta se abre paso por las calles de la villa.

La sostengo con delicadeza entre mis brazos, susurrando que despierte por favor, pero ella sigue igual, no reacciona y a mí la angustia me está matando, tengo un agarre que impide el paso de cualquier cosa por mi garganta, pecho, los ojos pican, arden.

—Este no es el momento, Christopher —zanjo la conversación.

Miguel se apresura por las calles pasando las leyes de tránsito que problemas más tardes traerán como facturas, todo eso importa un comino.

—Si a Bella o al bebé les pasa algo, los dos van a pagar esto —advierte Elizabeth en el asiento de adelante, sin dejar de llorar.

Sorpresas que da la vida, yo esperaba las mil maldiciones hacia Bella y nuestro bebé, los miles demonios persiguiéndome al haber embarazado a su hija, esperaba rechazo, incluso llegué a imaginar que sería déspota con su propia hija, sin embargo, nunca de los jamás que defendiera el embarazo, qué llorara y ahora reparo en lo último, es la primera vez que Elizabeth llora al menos en mi presencia.

—Es mi hija también —se defiende Christopher.

Como una fiera se sube al asiento con todo y pies, estudiando a mi hermano con una furia sorpresiva.

—¡Cierra la boca, Christopher! ¡Que tu lengua sin control desencadenó todo esto! ¡¿Cómo le das la espalda a tu propia hija en un estado tan maravilloso y delicado?!

A mí ya me hartaron, ellos discutiendo y Bella sigue sin despertar.

—¡Se callan! —bramo.

Respiran agitados, se retan, pasando luego a mí.

—Cállense, que aquí todos tenemos parte de culpa —sigo.

Me siento culpable en todo, no debí esperar nada para enfrentar las cosas y he aquí las consecuencias.

Voy a volverme loco si algo les llegara a pasar.

Emergencias se alza ante mis ojos, Miguel frena, Christopher peleando sigue preocupado por su hija, abre la puerta en amplitud para mí, Elizabeth está llamando a medio mundo.

En una camilla nos abren paso.

—Está embarazada, casi cuatro semanas, con un noventa y cinco por ciento de amenaza de aborto —informo siguiendo la camilla.

Me ofrecen ser atendido quizá los golpes notables que tengo en la cara, declino.

Elizabeth le empuña una mano sin dejar de hablarle.

—Mamá está aquí, mi niña, vas a estar bien.

Nos separan de ella llevándola a una habitación donde empezarán a entenderla como el caso de urgencias que es.

—Voy a llevármela de aquí, donde nunca más la veas —sisea por lo bajo Christopher.

La paciencia se agota, así como la poca cordura que ahora mismo tengo.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora