Capítulo 13

5.7K 470 123
                                    

Bella.

Mi contesta no fue más que un sí para Tyler, puesto que sostuvo mi mano el resto del trayecto.

Ahora caminamos de la mano con dos batidos de fresas en las libres.

Algunas personas se detienen a saludarme, conocen a mi familia, la marca de vinos de papá, las colecciones de Koa.

Koa, al diablo contigo, quiero sacarlo de mi mente, de mi ser, de mi corazón, centrarme en lo que realmente puedo obtener, tener y es mío.

Tyler, por ejemplo.

Si bien, agradezco que esa conversación misteriosa que tuvieron haya tenido su efecto deseado, Tyler busca empleo y es algo que en mucho tiempo evadió.

Con lo que eso significa es bueno, pero no quiero que vuelva a intervenir, me sentiría más miserable desde luego, no puedo ver a mi novio, con quién voy a la cama con frecuencia, hablando con quien desearía que esté en su lugar.

Necesito aplicar la ley del hielo también.

Llegó su mujer, duerme con ella, me ignora como si soy algo desechable cuando le da la regalada gana y yo, como una idiota que besa por donde va, estoy con mis brazos abiertos para él.

Si quiere indiferencia la tendrá, en el fondo mi madre tiene razón, es algo imposible y debo centrarme en lo que me corresponde.

—Vamos a pedir que nos tomen una foto —informa Tyler, antes de arrastrarme detrás suyo.

—Llegaremos tarde al salón, Tyler —protesto, siguiendo sus pasos.

—Solo tomará diez minutos, nos la dan, y la manda a mi correo, ¡Vamos, coshita!

Doy un respiro para asentir.

Me gusta que se comporte bien, solo no quiero que llegue a ser empalagoso.

Una vez en la tienda de fotos me piden quitarme el abrigo y quedarme con el restante.

Tyler pide un dúo, en la primera sostiene mi cintura y la segunda rodea mi abdomen.

Quedan bonitas, nos vemos tan naturales, me convenzo de que esto es lo correcto.

Salimos rumbo a la tienda.

Ambos revisamos nuestros móviles, son más de las dos de la tarde, comer nos tomó bastante tiempo.

—Tyler, ¿Por qué la subiste?

Me etiquetó en la publicación.

—Me parece bonito, coshita—le resta importancia —. Creemos momentos juntos.

Tenemos pocas fotos, no compartimos muchas cosas, lo que más compartimos es el sexo, ambos parecemos encajar bien ahí, no me molesta seguir así, no quiero en el fondo saber que se enamora más de mí.

—Eres demasiado bueno cuando estás así, natural, tu, sin ser grosero, violento o posesivo —mi pecho pesa —. ¿Por qué yo y no otra chica?

Nos detenemos antes de entrar a la tienda de hombres.

—No hay nadie como tú, coshita —da una caricia sobre mi pómulo —. Nadie.

Un cálido beso sobre mis labios lástima dentro de mí.

Le estoy haciendo mal a este chico, el realmente está enamorado, le tengo cariño, lo quiero, no como él desea, pero lo hago, compartimos momentos buenos cuando no hace sus tonterías por las que tanto peleamos, pero sé que por muy mal que alguien se comporte no merece ser ilusionado.

Soy alguien pésimo y egoísta por no decirle la verdad, por aprovechar que me rechazan para estar a su lado.

¿Por qué es tan difícil enamorarme de Tyler o cualquier otro hombre?

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora