Capítulo 32

6.3K 441 153
                                    

Bella.

Una gran oportunidad se me presenta con este correo, lo malo que justo cuando lo envían, tengo un pie malogrado. Es un correo largo, con detalles sobre el puesto en el cual se me necesita, debo prestarle tiempo y atención al desglosarlo.

Si bien es un pequeño pedazo de felicidad y más al encontrarme en una encrucijada de peligros por doquier, justo ahora carezco de atención para leerlos, no cuando ha pasado lo que ha pasado.

Simplemente parece irreal creerlo, me ha besado, no se ha alejado, tampoco está corriendo en estos momentos o diciéndome palabras hirientes, mirándome con desprecio o algo parecido a ello.

Me está viendo con devoción, una que tanto añore por años, ahora la recibo. Sus manos no abandonan mi piel, su calor se presiona contra el mío.

—¿Por qué? —pregunto.

Si lo amo, pero eso no significa que, por haberme tocado de esta manera, que, porque no haya huido de mí, olvidaré que soy una mujer y merezco más que momentos, merezco más que actitudes bipolares.

—¿Qué cosa? —responde con otra pregunta.

Mis palmas van a su pecho para alejarlo con suavidad, no quiero sus manos en mi cuerpo hasta que el mismo no tenga claro lo que quiere.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión, Koa? —insisto, quiero que se aleje —. Quiero que seas honesto conmigo.

No accede a alejarse, permanece en el mismo lugar, entre mis piernas, que bonita posición.

—¿Quieres hablarlo justo ahora?

Cruzo mis brazos indignada.

—Por algo lo estoy preguntando, Koa, sino lo quisiera júralo que solo te mandaría al paseo.

Asiente, quedándose callado inhala, como si necesitara concentrarse.

—Cuando te he vuelto a ver —traga saliva, noto como se va a otra dimensión, quizá recordando cuando llegó a casa luego de años —. Lo que me pasó aquella fatídica noche, volvió a hacerse presente.

Malos recuerdos inundan mi memoria, sus regaños, sus crueles y duras palabras, desconozco si Lucy había visto algo, pero por cómo me trató aún al verme llorando desconsolada, me da la certeza de que sí.

—¿Qué te pasó esa noche? —inquiero con un hilo de voz.

A todos nos cuesta hablar de mi cumpleaños dieciocho, lo que debió ser una linda, grande y agradable celebración, terminó siendo un escenario de asesinato, mi corazón partido en dos pedazos, terminé en la estación de policía como una de las principales sospechosas, incluso él, Koa me acusó de asesina.

Todo lo que pasó influyó mucho en mi decisión de aceptar del todo a Enrique, aunque para ese entonces ya éramos una especie de novio, solo que después de aquel día, me centré en buscar en alguien más lo que jamás encontraré.

Quería que borrara su recuerdo, quería demostrar que yo no era ninguna niña, que me había convertido en una mujer. Parte del fracaso de mi relación con Enrique me lo atribuyo a mi sola. Él merecía que lo amarán, yo solo puedo querer, porque amor de verdad, por una sola persona lo siento.

—Lo recuerdo muy bien, estabas muy hermosa, tenía mucha presión en mis hombros por ello, muchos chicos jóvenes, de tu edad y un poco más mayores, pero yo solo era tu tío, ahí —siento el corazón galopar con tanta presión.

Derramo una lágrima dolida.

—Sabes bien que te he visto más que un tío —argumento.

Con sus pulgares seca las lágrimas que bajan por mis mejillas.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora